Lunes, 26 de diciembre de 2011 | Hoy
TEATRO › OPINIóN
Por Hugo Urquijo *
¿Qué dirección están tomando el San Martín, buque insignia del Complejo Teatral de Buenos Aires, junto a los demás teatros que lo componen, el Alvear, Regio y Sarmiento? Uno de los hechos relevantes de la temporada que finaliza es que se está gradualmente imponiendo la figura de la producción compartida de los espectáculos que en esas salas se presentan entre el GCBA y empresarios privados. Los actores del elenco de Hamlet, que se estrenó en el Alvear, por ejemplo, no tenían sus contratos firmados con las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires, sino con una productora privada que además no quiso –en un principio, y hasta que intervino el gremio de Actores– pagarles al elenco las semanas de receso que todos los años que hay Festival Internacional (FIBA) se producen en las salas municipales usadas para presentar los espectáculos programados por el Festival. Así son las leyes del mercado, cuya lógica rige la empresa privada: estoy aquí para ganar dinero y hacer un negocio. Jamás había ocurrido tal cosa cuando las producciones de ésa o de cualquiera de las salas del Complejo cedían su escenario a los extranjeros que llegaban durante las dos o tres semanas del Festival. Uno podría decir: ¿Y qué problema hay con que se hagan coproducciones? Esto deja muy en evidencia cuáles pueden ser los problemas. Los de la mera rentabilidad.
Otro tema: el San Martín tiene dos cuerpos estables, el de Titiriteros y Danza Contemporánea, que quizá nunca hayan sido rentables. Hay que formar a la gente y pagar todo el año sueldos a estos extraordinarios grupos (que dirigen Mauricio Wainrot y Adelaida Mangani en este momento) que casi con seguridad en las cuentas finales pueden ser deficitarios. Pero el Estado, representado por el GCBA en este caso, tiene obligaciones para con los vecinos de su ciudad que trascienden la recuperación directa de la inversión. La inversión en Educación o Salud no deben ser regidas por esa lógica. Es una inversión a largo plazo y el Estado tiene obligaciones ineludibles en ese sentido.
Daría la impresión de que los pasos hacia la semiprivatización están dirigidos a ir deslindando responsabilidades del GCBA en el área de Cultura. Aunque el CTBA sea caro de mantener, ¿en qué otro ámbito teatral de la ciudad se han presentado en los últimos cincuenta años los más grandes clásicos del teatro universal y argentino? ¿Qué grupo de danza moderna nos puede representar con excelencia frente al mundo? ¿Dónde se desarrolló sino con los títeres de Ariel Bufano y sus sucesores el imaginario de nuestros hijos y ahora de nuestros nietos?
Otro rasgo distintivo de un teatro nacional o municipal –en cualquier parte del mundo– es tomar la forma de un teatro de repertorio. Eso quiere decir que la programación incluye una cantidad de obras por año que están en cartel por un tiempo acotado. Una temporada comercial dura mientras se vendan entradas en la boletería. Este principio se rompe en las actuales condiciones del CTBA. De hecho, hay espectáculos que siguen en cartel con la modalidad del teatro comercial.
Sin embargo, por contraste, hay que admitir que hay otro organismo que depende de Cultura del GCBA que es Proteatro y que subvenciona salas independientes o alternativas y subsidia espectáculos de ese circuito con sumas que no son altas pero que oxigenan y dan vida a esa actividad teatral inmensa, extraordinaria, única en Latinoamérica, con 200 salas en la Ciudad en las que se dan entre cuatro y cinco obras a la vez en horarios que alternan y que podrían redondear cerca de mil espectáculos por año.
A mitad de año, Proteatro agotó su presupuesto y Cultura del GCBA reforzó la partida en un millón quinientos mil pesos, y eso posibilitó sostener la actividad el resto del año. Acaba de circular una comunicación de Actores y Artei –organismo que agrupa a las salas del teatro independiente– que dice así: “Informamos a toda la comunidad teatral que por iniciativa y luego de varias gestiones realizadas a lo largo del año por Artei en acuerdo con la Asociación Argentina de Actores (AAA), Argentores, Mate y miembros del sector teatral se logró que a través de la Comisión de Cultura de la Legislatura porteña, y en especial por la gestión de la diputada Rocío Sánchez Andía, que en el Presupuesto de la Ciudad aprobado para el período 2012 se le destine a Proteatro una suma extra de cinco millones, la cual se suma al millón quinientos mil de aumento que contemplaba el presupuesto enviado por el Ejecutivo de la Ciudad”. A la voluntad de los directivos del área cultural se sumó la lucha del sector. El presupuesto se duplicó: va a pasar a ser de diez millones quinientos mil. Ya se ve que es una suma casi ínfima si se piensa que con esos dineros se subvenciona a 70 salas y 60 espectáculos en la Capital.
Claro que hay una abismal diferencia en los montos de que se trata. En el caso de los teatros independientes, con muy poco dinero se moviliza una inmensa maquinaria que, por otra parte, está sustentada en la vocación de nuestros teatristas que no cobran por su trabajo. Muchas veces pagan para hacerlo. El San Martín y los demás teatros del Complejo constituyen una estructura de otra dimensión y con otros objetivos. Que hagan menos ruido e impacten menos que las 200 salas independientes en funcionamiento no debería eximir al Gobierno de la Ciudad de sus ineludibles e ineximibles obligaciones.
* Director, dramaturgista y médico psicoanalista.
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