Sáb 07.01.2012
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TEATRO › EL ANTICUARIO MáGICO, DE LA COMPAñíA CIRCO DELFíN

La importancia de encontrarse

Un anticuario solitario que recibe la visita de una clienta muy curiosa les permite a los integrantes de este grupo hacer reflexionar sobre la incomunicación. Malabarismo, trucos de magia y teatro gestual se conjugan en la obra.

Más allá del avance de las nuevas tecnologías, de las diversas formas en que mutan los juegos para los niños, de los cambios generacionales y las diferencias culturales, los chicos tienen la particularidad y la idiosincrasia de seguir divirtiéndose con el teatro, el circo y la magia, en todo el mundo, de la misma manera y con la misma intensidad. Con esa idea y hacia ese público bajito está inspirada la compañía argentina de teatro Circo Delfín, que ya lleva más de doce años haciendo reír a chicos y grandes, y que mostró sus espectáculos no sólo en el país sino también en Francia, España, Italia, Suiza y Colombia. Recién llegados a Buenos Aires, luego de formarse con maestros del Circo de Moscú y de la escuela de circo de Kiev, Ucrania, los integrantes de Circo Delfín presentarán todos los sábados de enero en Liberarte (Corrientes 1555) El anticuario mágico, un espectáculo multidisciplinario para toda la familia.

La obra –que se podrá ver a las 18.30– cuenta la historia de Juan, un solitario personaje, dueño de un viejo y polvoriento anticuario, que un día recibe la visita de una clienta muy curiosa, que le revoluciona la vida. El hombre, un poco malhumorado y gruñón, no tiene más remedio que mostrarle los objetos y contarle el origen de cada cosa que ella toca. Juan se entusiasma con esa inesperada visita, comienza a contar historias (que no se sabe si son reales o no) y de esa manera generan una relación que los llevará, sin darse cuenta, al juego y la fantasía. A lo largo de la obra se ponen en juego las habilidades del circo, como los malabares y el equilibrio, a partir de la historia de los objetos, que empiezan a moverse y toman vida propia. Se trata de una puesta divertida y poética que guarda una moraleja. “El fondo de la historia es la importancia de un encuentro entre estos dos personajes, entre tantos que hay en la ciudad. Es también una historia de amor, pero más que de amor es de encuentro, de comunicación y de amistad. Porque ellos están solos entre tantas cosas que hay en ese lugar. Entonces, con la obra queremos valorizar el hecho de encontrarnos con el otro, ante tanta incomunicación que hay en la sociedad”, le cuenta a Página/12 Guillermo Aguilar, quien integra la compañía teatral junto con su compañera, Andrea Maina.

El anticuario mágico fue estrenada en España en 2010, con buenas respuestas de los espectadores de todas las edades, y ahora se presentará en Buenos Aires, con una puesta que desarrolla distintas destrezas del mundo del circo, como los malabares con raquetas de tenis y diábolos. Además, hay trucos de magia y teatro, en un espacio más intimista, aprovechando las posibilidades que brinda la sala. “La idea de combinar esas disciplinas estuvo presente en la compañía desde que arrancamos. El teatro tiene el recurso de poder contar historias arriba del escenario. Y el circo y la magia hacen mucho más atractiva cualquier puesta, para niños e incluso para adultos.” Y no sólo durante el verano presentarán esa obra, sino que también están preparando otro espectáculo de teatro gestual y circo llamado Aloloco, que se desarrollará en las carpas del Polo Circo.

–Trabajaron muchos años en países europeos. ¿Encuentra diferencias entre los espectadores de allá y los de la Argentina?

–Sí, hay diferencias. El público argentino, en general, es más efusivo, más visceral. Cuando hacés teatro en la calle, grita más, participa y se involucra más. Nosotros, generalmente, nos dedicamos al teatro infantil, a generar propuestas familiares; es decir, que les gusten a los chicos, pero sin alejarnos de los grandes. No hemos hecho muchas puestas exclusivamente para adultos. Los niños, más allá de las tecnologías, de las distintas culturas, tienen la idiosincrasia de ser niños en todos lados del mundo. Incluso no veo muchas diferencias entre un niño de Francia y uno de la Argentina. Quizás en la Argentina hay más diversidad de niños. Pero igual son niños en todos lados.

–¿Cómo hacen para que el lenguaje oral no sea un impedimento en países que no hablan español?

–La mayoría de las puestas son gestuales. Nosotros partimos del teatro, que fue nuestra cuna, nuestra base y nos dedicamos al circo. Empezamos a aprender habilidades, a hacer equilibrio y otras técnicas. Pero todo lo que es teatro empezamos a hacerlo gestual y eso también te abre fronteras. El idioma del gesto, del circo y de transmitir una historia de esa manera te amplía la llegada al público. Por ejemplo, uno ve el Cirque Du Soleil y podés no entender bien su idioma, pero te transmiten muchas cosas sin hablar. Nosotros empezamos como actores queriendo tener más recursos, más lenguaje, y la magia y el circo son disciplinas muy visuales y sirven para contar las historias que contamos.

Informe: María Luz Carmona.

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