En los últimos años, se han aprobado leyes –y otras continúan en tratamiento– que apuntan a ampliar los derechos de las mujeres. En ese marco, la sociedad argentina puso en discusión ciertas temáticas que antes estaban adormecidas o eran consideras tabú, como por ejemplo la despenalización del aborto, la violencia de género y el rol de la mujer como sujeto político. Ese espíritu recoge Pléyades (sábados a las 21 en la Sala Escalada, Remedios de Escalada de San Martín 332), una puesta teatral y poética dirigida por Magdalena Yomha y actuada por seis mujeres, que se sumerge en las profundidades del universo femenino, tan complejo y simple a la vez. La historia transcurre en un espacio poético que simboliza una embarcación, pero es mucho más que eso. Es, quizá, la conquista simbólica de un espacio antes ocupado sólo por hombres.

El punto de partida de Pléyades fue en la fragata Sarmiento, donde se representaron algunas escenas de la obra, durante La Noche de los Museos, en 2008. Luego de esas presentaciones, la directora y sus actrices quisieron continuar con el proyecto, pero sin la posibilidad de utilizar la embarcación como espacio teatral. “Enamoradas del proyecto, todas quisimos seguir, a pesar de no contar ya con la fragata. Sin embargo, lo único de la historia que no sacrificaríamos era el espacio poético elegido: el navío”, explica Yomha a Página/12. “Entonces convencí a mi elenco de que deberíamos hacer creer al público que, donde estuviéramos, el lugar se convertiría en un barco. Mi búsqueda es resignificar los espacios escénicos. El espacio pasa a ser imprescindible para el relato, obra como un personaje más”, agrega.

El mundo femenino ha sido explorado por distintas poetas y escritoras contemporáneas como Marguerite Yourcenar, Marosa di Giorgio, Marguerite Duras, Crystal Wolf, Silvina Ocampo, Alejandra Pizarnik. Y es a través de ellas que Yomha construye, junto a las actrices, la narrativa de esta creación teatral. “Vivimos la gran experiencia de ensayar en el buque y a la par de los ensayos me sumergí en una extensa investigación y lectura de obras marítimas, donde descubrí que no había historias sobre mujeres en el mar. Entonces decidí que esta historia fuera de ellas”, cuenta la joven directora que, además de dirigir Pléyades, dirige La siesta, una obra sobre el universo de Silvina Ocampo. Las actrices que completan este colectivo son María Zubiri, Beatriz Balvé, Tatiana Sandoval, María Eugenia Grillo, Mariela Finkelstein y Mariela Verdinelli.

–¿Cómo fue la experiencia de actuar en la fragata Sarmiento?

María Zubiri: –El trabajo en la fragata desde el principio proponía muchas posibilidades. El lugar es interesante y tiene mucha historia; ahora es un museo. Mucha de la textualidad de la obra surgía de correr por los pasillos y buscar en ese universo. Y además, estábamos trabajando con algunos personajes de Marguerite Yourcenar en ese momento que fue el primer disparador de la búsqueda. Trabajamos en La Noche de los Museos, donde actuábamos tres momentos que están en la obra, y cada una tenía su monólogo que se repetía. En la actuación íbamos rotando y la gente también iba recorriendo y encontrándose con estas presencias, estos fantasmas del barco.

Tatiana Sandoval: –Con Magdalena nos conocemos de otras obras, otras vidas y otros personajes. Entonces hay un trabajo de conocimiento mutuo y un camino recorrido. El germen de Pléyades es lo que hicimos en la fragata. Hay algo de la creación de la obra que se construye en el proceso. Hay una poética que se construye entre los actores y el director, que se va ensamblando. Es uno de los momentos que más me gusta del trabajo. Era muy interesante esto de juntarse sistemáticamente en ese espacio no convencional, el del barco, y a generar algo distinto, porque trabajábamos con el público de la fragata. Lo que quedó de la obra tiene que ver con esa cofradía original donde uno se embarca en algo y lo único que lo lleva son las ganas de viajar, que es lo lindo de estos procesos.

–¿Creen que este tiempo es propicio para hablar de ciertos temas vinculados con la mujer?

T. S.: –Estamos en un momento de cambios, claramente. El espacio de lo femenino ha trascendido. Este siglo está marcado por la inclusión del mundo femenino en lo político de modo muy fuerte. Eso se ve en nuestro país, en América latina y en todo el mundo. Y en cuanto a lo temático, creo que hay algo del abordaje acerca de las posibilidades distintas que está dando vueltas, que es parte de un cambio de paradigma. Hay algo de la negación a ciertas cosas que está en un proceso importante de cambio.

M. Z.: –Que haya lugares hasta en la política para mujeres, donde se creía que era sólo para hombres, empieza a generar una conciencia más amplia. Se empiezan a mixturar los mundos que parecían tan cerrados. Hay más libertad y más lugar para el universo femenino, para obras con temáticas femeninas. Hay más directoras de teatro y cine; antes no había tanto lugar para ellas. Creo que ahora se las valora más que en otro momento.

–¿Cómo ven al teatro independiente en relación con estas temáticas?

M. Z.: –En el teatro independiente siempre se va contra viento y marea, pero lo que tiene de bueno es que siempre te da un lugar. Después, hay que trabajar para que la gente la pueda disfrutar. Es un trabajo que parte desde el amor al arte y el deseo. Y la confianza en el director con el que se trabaja. Este crecimiento es una conquista del teatro independiente.

Informe: María Luz Camona.