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Martes, 28 de agosto de 2012

TEATRO › SILVIA HILARIO, MARCELO PITROLA Y SU OBRA DIARIO DE INCERTIDUMBRE

Una caída para disparar las reflexiones

Un simple accidente doméstico sin mayores consecuencias fue el disparador de esta obra que transcurre en un hospital, “un trabajo muy referido a la memoria, a lo que uno vive y cómo”.

 Por María Daniela Yaccar

Un mal día, Silvia Hilario cayó de una escalera. No se rompió ningún hueso, pero el episodio le quedó grabado, y no sutilmente. Se había trepado en busca de una valija para su hija, que se iba de viaje de egresados. Antes de desplomarse en el suelo tuvo raras sensaciones. “Miré la distancia, escuché los sonidos de mi casa y vi montones de imágenes indescriptibles. Me sentí en una Polaroid: el tiempo y mi ser se congelaron. Quedé agarrada de la nada, flameando como una bandera”, recuerda. Este accidente doméstico inspiró Diario de incertidumbre (domingos a las 21 en NoAvestruz, Humboldt 1857), obra que dirige y en la que actúa junto a Emilse Díaz. Es la historia de una actriz que queda internada por una caída y que aprovecha ese tiempo en el hospital para escribir un diario íntimo en el que repasa amores, frustraciones y miedos.

“Es un trabajo muy referido a la memoria, a lo que uno vive y cómo”, define a Página/12 Hilario, coreógrafa de mucho recorrido, que comenzó a dirigir teatro con XYZ, de Daniel Veronese (2003). “En los momentos en que uno tiene una caída, sea metafórica o concreta, el tiempo se para y aparecen preguntas”, completa. Díaz encarna al personaje principal, Diana, una ex bailarina devenida actriz que está esperando su diagnóstico en una habitación horrible de un hospital que también lo es. En la cama, prácticamente inmóvil, Diana repasa la relación con un amor perdido, con sus padres, con su mejor amiga y las clases de danza a las que asistía cuando era niña. Va escribiendo todo en un diario íntimo. Cada tanto, es interrumpida por la médica o la enfermera. Hilario se desdobla y hace de ambas.

Esas dos mujeres, distintas de Diana y también entre sí, cortan el clima subjetivo de la obra. Por eso, en Diario de incertidumbre, con dramaturgia de Marcelo Pitrola –autor de la premiada Princesa peronista–, conviven dos registros actorales opuestos. “A diferencia de los míos, el personaje de Diana no está construido a partir de lo físico, sino desde diferentes estados emocionales”, compara la directora. Se inspiró en señoras de la vida real para la composición, centrada en gestos, posturas y tonos de voz. “El mundo de la medicina es bien diferente del de la enfermería”, contrasta Hilario. “Y el de Diana es otro. La enfermera está en el medio, es el nexo. Es muy maternal. Quienes curan con vendas son personas muy nobles. Partí de Rosa, una vecina del barrio de mi abuela, Devoto, que vivía en una especie de casa comunitaria y trabajaba en el Zubizarreta. Siempre andaba corriendo porque tenía urgencia para ir al hospital: era su vida. Y la médica en la que me inspiré es una de mi mamá, que es de PAMI. No es una persona mala, pero es distante, masculina, medio deforme”, se ríe la actriz.

Toda vez que Hilario aparece, con distintas pelucas coloradas de acuerdo con el personaje que le toca, la escena se modifica notablemente: Diana está más dolorida que nunca y se encienden luces blancas fluorescentes, típicas de los sitios donde están los enfermos. “Los momentos en los que llegan la médica y la enfermera son de otro orden de lo que le pasa a Diana”, apunta Hilario. En la obra se materializan, entonces, dos lenguajes: el frío, el de la ciencia, para el que Diana es solamente un cuerpo a ser analizado; y el del corazón, el de la subjetividad, los monólogos hacia el público. Dice Pitrola: “Estaba bueno trabajar con la imposibilidad que implica el desarrollo de un diario íntimo en el teatro, que se caracteriza por ser un espacio de encuentro, de ritual”.

La naturaleza de los recuerdos es uno de los ejes de la obra. “Es siempre una distorsión. De eso hablan las imágenes que se proyectan en la pared, que son radiografías más grandes que las normales”, sostiene la directora. Pero Diario de incertidumbre versa también sobre “los fines de ciclo”. Eso está muy claro: hay un conflicto generacional y también específicamente femenino. Diana ronda los 40, está separada y le surge la pregunta de si quiere o no tener un hijo, a partir de sus intercambios con la enfermera. “Está en una etapa de la vida en la que deja de ser un proyecto, una promesa o una potencialidad, para ser una realidad”, describe Pitrola. Hilario agrega que no quiso ser pesimista al respecto, que la obra es “esperanzadora”. “Como dicen los orientales, los fines de ciclo son nuevas posibilidades. Siempre hay algo nuevo, una proyección hacia otros lugares. Respecto de la maternidad, a Diana se le abren opciones. No hay una sola”, concluye.

“Estoy muy cerca de muchas mujeres con la problemática de Diana. Esa edad parece un tiempo en el que no hay mucha opción. Pero sí hay algunas y esto es lo interesante: la adopción, por ejemplo”, explica la actriz. En ese sentido, Diario de incertidumbre puede ser pensada como una invitación a reflexionar sobre uno mismo –sobre lo que uno quiere y lo que no, lo que hace y lo que no–, tan difícil en tiempos en los que todo va a la velocidad de la luz. Es una situación que pocas veces ocurre de modo espontáneo: sólo al caerse de una escalera y al estar obligada al reposo, Diana se permite la introspección. “El cuerpo tiene que parar. El no hacer es lo que da espacio a la reflexión. El otro día vi cómo le bajaba la presión a un chiquito en el colectivo. ¡Los pibes también están estresados! Es un horror”, manifiesta Hilario.

La obra presenta guiños a Los días felices, de Beckett. El primero y más evidente es la inmovilidad del personaje central. Diana no sale de la cama. “Ante la propuesta de Silvia busqué obras en las que hubiera mujeres solas hablando en el escenario y volví al clásico de Beckett. La releí y encontré cosas que me resonaban a lo que estaba trabajando. Tomé algunas frases y las trasladé al texto de Diana, como ‘ni mejor ni peor, ningún cambio’. Winnie y Diana son mujeres inmóviles, pero mientras Winnie tiene una especie de felicidad antestesiada, Diana tiene una híper conciencia de todo lo que le pasa, al escribirlo en un diario”, compara Pitrola. “Siempre pensé que el personaje iba a ser una coreógrafa: me gustaba la paradoja de que una persona que trabaja con el cuerpo no pueda moverlo”, cierra. Hilario sonríe por las casualidades (o causalidades) de la obra. Porque ella es coreógrafa, se hizo actriz, y cayó de la escalera justo cuando su hija le daba muestras concretas de que estaba creciendo.

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Diario... se presenta los domingos en NoAvestruz.
Imagen: Arnaldo Pampillón
 
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