Lunes, 10 de diciembre de 2012 | Hoy
TEATRO › ENTREVISTA AL DIRECTOR Y ACTOR ESPAñOL ETELVINO VáZQUEZ
El teatrista asturiano es una de las visitas centrales del Festival Experimenta, que seguirá hasta el jueves en Rosario. Vázquez dirige la compañía Teatro del Norte, que tiene como principal referente autoral a Federico García Lorca.
Por María Daniela Yaccar
Etelvino Vázquez es la visita internacional más destacada de la 13ª edición de Experimenta, el festival para grupos teatrales que organiza la compañía local El Rayo Misterioso y que se extiende hasta el jueves. Desde hace 27 años, Vázquez comanda una compañía teatral llamada Teatro del Norte, en Asturias, a la que el actor y director describe como “una región uniprovincial, con muy pocos recursos y envejecida”. Antes, Vázquez participó de los grupos Caterva y Margen. Este año, Experimenta le entregó la Orden del Guerrero Teatral, un reconocimiento que se han llevado en otras oportunidades Roberto “Tito” Cossa, Rubens Correa, Paco Jiménez, Renzo Casali, Idilia Solari y Mario Delgado.
“Este nombramiento nos llena de alegría y estímulo para seguir andando por el camino del teatro que, en estos tiempos y en España, resulta mucho más escarpado que nunca”, sostuvo Vázquez el viernes, tras recibir el reconocimiento. Estaba hablando, claro, del momento crítico que atraviesa el país, tópico sobre el cual amplió en la charla con Página/12. “El nombramiento también es para nosotros la constatación de que en el Teatro del Norte, a veces, en alguna representación, somos capaces de abrir agujeros en el manto gris que nos cubre y podemos ver el cielo azul junto con los espectadores”, leyó. Vázquez llegó a Rosario acompañado por los jóvenes actores Cristina Lorenzo y David González y el técnico Rubén Alvarez, actuales integrantes de Teatro del Norte. “Toda la gente que hace teatro en Asturias pasa por mi lado”, expresa Vázquez.
A 400 kilómetros de Madrid, ensayan en una vieja panadería, donde vive Vázquez. El principal referente del grupo es Federico García Lorca. Ayer presentaron en Rosario Muerte de un poeta, un espectáculo que remite a los últimos días del dramaturgo. El miércoles, Vázquez se subirá solo al escenario para su unipersonal Pasajero de las sombras, en la cual un actor se topa con los personajes que encarnó a lo largo de su vida. Será a las 19 en Teatro del Rayo (Salta 2991). “No soy creador de palabras. Las robo. Creo la estructura. No tengo vocación de autor”, admite. Su compañía también ha llevado a escena obras del otro dramaturgo fundamental de la España del siglo XX, Valle-Inclán. “Hemos hecho bastante teatro griego, también. Son obras que permiten la manipulación y eso me gusta mucho”, dice el hombre, de 62 años.
La entrevista con Vázquez ocurre en el hall del Hotel Garden, a cuadras del Teatro del Rayo, donde está parando con sus compañeros de equipo y los críticos que se acercaron a la ciudad santafesina. “Aquí lo más interesante son los desayunos”, revela Vázquez, pícaro y siempre sonriente. “No tengo mujer ni marido, así que puedo hacer estas cosas”, añade. En la puerta del hotel, antes de la entrevista, conversa con otros asistentes al encuentro sobre la última película de Pablo Trapero, Elefante blanco. Dice que le gustó la actuación de Ricardo Darín, “que por fin se salió del lugar de galán”. Después protesta por el rumbo que tomó el cine de Almodóvar. “Me gustaba más el esperpento español”, se explica. En una misma frase dice “coger” y “Antonio Banderas” y genera algunas carcajadas. Cuando se prende el grabador, se pone serio.
–¿Cómo es el panorama teatral de Asturias? ¿Hay muchos grupos trabajando a la par del suyo?
–Habrá unos treinta a nivel profesional. El gobierno de Asturias nos da muy poco dinero, 49 mil euros por año para crear. Aquí viajamos con ayuda del gobierno central, que nos da dinero para giras. Pero quien te tiene que dar dinero para crear es tu autonomía, tu gobierno. Las tres cosas que trajimos a Rosario corresponden a tres vertientes del grupo: la pedagógica, una obra de cosas personales (Pasajero...) y otra para todo el mundo (Muerte de un poeta). La han visto muchos chavales del secundario, porque es sobre la muerte de Lorca.
–¿Le interesa llegar a ese tipo de público?
–No es por llegar a cierto público que hacemos esto. Vivimos en una región que lo que más gastó en teatro son 135 mil euros. Y en 2010, los socialistas lo cortaron a la mitad. Siempre tuvimos muy poco dinero: tenemos que hacer algo que apetezca y que podamos vender. En la Argentina veo gente que hace teatro pero que no vive de eso, entonces no tiene tanta preocupación por vender y puede pensar hasta en espacios no tradicionales. En cambio, en España pensamos en espectáculos que nos interesen, pero que puedan ser vistos por todo el mundo.
–¿Siempre pudo vivir del teatro?
–Malvivir. Damos clases, llevamos espectáculos a la universidad y damos cursos en el municipio. Pero es una rueda que se va parando. Como artistas vivimos en la marginalidad. La derecha gobierna la televisión española. Los medios no dan al público la opción de encontrarse con el teatro. El ministro de Cultura dijo que el teatro es entretenimiento. Entonces, sería como comer una hamburguesa. Al gobierno el teatro le importaba tres pepinos. Con la crisis le importa menos. Acá se habla de “teatro independiente”. Ese término se utilizó en España antes de la muerte de Franco. El teatro independiente español empieza en 1968, con los Goliardos. Pasaban muchas cosas en el mundo. Tras la muerte de Franco ese término desapareció. Habría que hablar de un teatro de arte y de uno comercial. El de arte ensaya mucho y actúa poco, el comercial ensaya poco y actúa mucho. Soy hijo del teatro independiente, porque hacía teatro en Oviedo en 1968, cuando estudiaba en la universidad (N. de R.: es filólogo). En 1981 conocí a Eugenio Barba y eso me abrió perspectivas que conservo.
–¿Qué lo mueve a hacer teatro?
–Lo que más me gusta es actuar. Me da envidia cuando dirijo y no actúo. Cuando hago las dos cosas controlo más lo de los demás, y lo mío hasta la décima función no está acabado, porque hay un proceso de ensayo que sigo en las funciones. La historia de los directores se divide en dos: los de pie y los sentados. Los de pie son los que actúan, como Stanislavski. Grotowski en su vida actuó. Pero tan bueno es uno como el otro.
–El referente de Teatro del Norte es Lorca. ¿Por qué cree que sigue estando vigente este autor?
–Es el autor del cual hemos hecho más obras. En 2013 vamos a hacer Mariana Pineda. Para un español García Lorca es importante. Además, más o menos se vende, porque el público lo reclama. Valle-Inclán es más problemático porque requiere grandísimos repartos, no se puede hacer entre tres. Lorca es actual porque siempre habló de sí mismo. Y nos habla mucho de la esperanza y de la libertad. A los españoles nos toca mucho porque hoy día España es un país desesperanzado. A la crisis la camuflan como una cuestión económica, pero en el fondo es un ataque a las libertades en la educación y la sanidad del individuo. Luego está la belleza de los textos de Lorca. Un espectáculo sobre su muerte da rabia. Murió con 39 años, mire todo lo que podría haber hecho. Es una barbarie que no debería repetirse.
–¿Ha visto teatro argentino? ¿Qué opina?
–¡Aquí tenéis servicio teatral obligatorio! El encuentro con los sudamericanos siempre es gratificante: vemos mucho voluntarismo y ganas de hacer teatro. No se ve esto en España. Allá hay una generación de gente joven que siempre cobró por actuar, es imposible que piensen al teatro de otro modo. De lo que he visto, unas cosas me gustan más y otras menos. Lo que llega a España es un teatro excesivamente realista, de ese que hablan todos a la vez, y son muy porteños en el hablar. Lo que nos llevan allá es lo de Claudio Tolcachir y de Veronese. De Tolcachir vi Tercer cuerpo, que me hizo mucha gracia, luego me hizo menos gracia El viento en un violín. No vi la de la familia Coleman. Me dijeron que era la mejor.
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