TEATRO › LUCIANO CAZAUX Y GABRIEL MOLINELLI PRESENTAN LA LLUVIA Y NOSOTROS TRES
La obra plantea este interrogante: ¿es posible que se arme un trío amoroso consensuado? Una mujer está en el medio de dos escritores que son amigos. El desgaste que produce la vida urbana es otro de los temas de esta pieza que tiene más preguntas que respuestas.
› Por María Daniela Yaccar
Hay un tema que desvela tanto a Luciano Cazaux como a Gabriel Molinelli: las mujeres. “Me gusta más escribir sobre el mundo femenino que sobre el masculino. Ellas están conectadas con todo a la vez. Eso genera un quilombo lindo en el cual bucear”, explica Cazaux, quien tiene un rostro conocido por varias participaciones en televisión y cine, y que también se dedica al solitario oficio de escribir. En su última obra, que dirige Molinelli, una mujer está en el medio de dos escritores que son amigos. Nina, que es pareja de Benjamín, tiene un romance con Tomás cuando aquél viaja a Europa por motivos laborales. ¿Es posible que se arme un trío amoroso consensuado? Alrededor de este interrogante gira La lluvia y nosotros tres (viernes a las 23 en El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960).
Esta obra reedita una vieja problemática que aparece en clásicos como La insoportable levedad del ser. ¿Tiene una forma el amor? ¿Cuáles son los límites hacia adentro de una pareja, de modo que nadie resulte herido? ¿Cuánto tienen que ver las convenciones sociales con los deseos personales? Preguntas pesadas y pocas respuestas. La historia ocurre en el jardín de la casa de Benjamín (Marcelo Vacas) y Nina (Martina Perret) a meses de que él llegue de Europa. Durante su ausencia, Nina y Tomás (Cazaux) concretaron una historia de amor. Tomás quiere quedarse con ella y Nina sufre por la posibilidad de que Benjamín se entere de lo que pasó. Pero Benjamín parece que lo sabe todo y les complica la noche.
“Lo que me gustó de esta obra es que no tiene fuga, porque no podés estar ciento por ciento en dos lugares a la vez. Podés estar al 70 por ciento con tu mujer y al 30 con tu amante. Si estás al cien con ambas explota todo. Acá no hay posibilidad de salida sin lesiones para todos”, reflexiona Molinelli, acostumbrado a dirigir textos de “autores muertos” (el último fue La señorita Julia, de August Strindberg). Cazaux sostiene: “No me gustan las obras en las que los personajes hablan a calzón quitado de todo. En la vida es mucho más importante lo que no se dice que lo que sí. Con la puesta, Gabriel nos obligó a ocultar”.
Cazaux, que en la vida es pareja de la actriz de la obra, no estrenaba un texto propio desde 1998. Venía mostrando adaptaciones, como El anatomista, Eva y Victoria y El día que Nietzsche lloró. “Hacía rato que queríamos hacer algo con Marcelo (el otro actor de la obra) y Martina. Los tres vivimos en Ituzaingó. Y también soy muy amigo de Gabriel. Habíamos empezado a ensayar una obra y no habíamos podido llevarla a cabo. Un día se me ocurrió La lluvia.. A todos les gustó la idea, y me vi obligado a terminarla rápido. Me cuesta tener disciplina para escribir. Pero escribo mucho: el año pasado escribí tres obras”, cuenta el autor, que participó de Infancia clandestina y que está filmando una película de la que es protagonista, Los pájaros negros, con dirección de Fernando Castellani.
El desgaste que produce la vida urbana es otro de los temas de la obra. El personaje de Benjamín ansía salirse de la comodidad burguesa y tiene ganas de emprender un viaje. Las similitudes con la realidad no son coincidencia. “Estoy buscando un lugar lejos de la Capital donde radicarme. Es insoportable vivir acá. Si pudiera vivir de lo mío en una ciudad del interior, me iría”, dice Cazaux. Molinelli es cordobés. “En esta historia lo central es ver cómo hacen tres almas para definir algo que los vuelve locos. En la vida estamos llenos de contradicciones. Toda la vida me quise venir a Capital Federal porque quería estar en un lugar lleno de arte. Pero hoy me encantaría vivir en un pueblo. ¿Cómo hago? ¿Para hacer teatro hay que vivir en una gran ciudad?, expresa el director.
–El tercer gran tema de la obra es el mundo de los escritores. Cazaux, ¿por qué le interesó meterse con él?
Luciano Cazaux: –¿Cuántos hombres se casaron con la mujer del escritor amigo? Es común en el mundo de los artistas: se me viene a la mente el caso de Paul Eluard y Dalí con Gala. Por otro lado, cuando era chico quería ser escritor de novelas y cuentos. A los veintipico me di cuenta de que era un queso. Lo viví con frustración hasta que entendí que sabía escribir de otra manera, que lo mío era la literatura dramática. Si la escritura fuese una pelea de boxeo, en una novela ganás por puntos. Y en un cuento, por nocaut. Ninguna de las dos cosas me sale del todo bien. Me quedó esa cosa de decir “qué bueno que sería ser escritor”. Por eso lo plasmé. En ese caso sería más como el personaje que me toca, Tomás, y no como Benjamín, que es el escritor exitoso, mimado por la prensa. Tomás es menos exitoso, tiene otro mundo. Como en la vida, en la obra es menos relevante, porque la historia la lleva Benjamín.
–Los dos son bastante insoportables. Pareciera que viven la vida para contarla...
L. C.: –Son re densos... Nina piensa que son dos tarados. Cuando estoy en familia yo hablo de fútbol. Me aburre muchísimo el mundo de los actores.
Gabriel Molinelli: –Lo que pasa es que son unos apasionados de su profesión, que también es su hobby. Eso se potencia porque están compitiendo todo el tiempo por la mujer y por la profesión.
–Molinelli, teniendo en cuenta que habitualmente dirige obras de autores clásicos, ¿cómo fue la experiencia de encarar el texto de un amigo?
G. M.: –Hay autores que te llaman para dirigir y después quieren hacerlo ellos. No fue el caso. Conversamos algunos cambios. Por ejemplo, hice que la obra transcurriera en un jardín. Me parecía que tenía más que ver con lo romántico, no sólo en el sentido de lo amoroso, sino también en relación con la muerte. En Córdoba, durante muchos veranos me iba de vacaciones a Cabalango y el cielo era una cosa fundamental, tanto como las guitarreadas o conocer una piba...
L. C.: –(A Molinelli) ¿Por qué usas la palabra “piba”? Queda mal (risas).
G. M.: –Es que soy bastante tanguero. Después, en el proceso de dirección no hubo problemas, porque ya los conocía. Todos habíamos trabajado en Sueño de una noche de verano, dirigidos por Luciano. Con Strindberg me llevo mejor que con él, pero no hubo rollos porque lo que él quería cambiar sobre la marcha me parecía bien.
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