TEATRO › FELIPE RUBIO MORALES Y LA EXPERIENCIA DE 01 - EPICENTRO (OPERA PRIMA)
La obra, de la que el chileno es director y coautor, sucede en un dispositivo teatral conocido como “gabinete”, que consta de una pequeña estructura que permite ingresar a un solo espectador. El espectáculo dura cinco minutos y 45 segundos, y puede verse en Timbre 4.
› Por Paula Sabatés
El chileno Felipe Rubio Morales lee en voz alta, antes de que comience el espectáculo, un fragmento del Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos, de Manuel Antonio Carreño Muñoz, que dice que “son actos descorteses y groseros el conversar o hacer cualquier otro ruido en medio del espectáculo, llamar la atención de las personas inmediatas para pedirles explicaciones relativas al acto que presencian, reír a carcajadas en los pasajes chistosos de una pieza dramática, interrumpir en exclamaciones bulliciosas en medio del silencio general y romper en aplausos inoportunos.” Lee y es irónico, porque la función a la que da pie tiene la curiosa particularidad de ser para un solo espectador. Y es que 01 – Epicentro (Opera Prima), obra de la que es director y coautor, sucede en un dispositivo teatral conocido como “gabinete”, que consta de una estructura de 2,70 metros de largo por 1,57 de alto y uno de ancho que sólo permite que se entre de forma individual.
Surgido en Chile a comienzos de 2010 por la falta de salas teatrales donde los realizadores pudieran mostrar toda su producción, el formato gabinete ha dado a luz a más de cuarenta obras hasta el momento. A mediados de marzo, incluso, se creó la Red de Gabinetes (www.reddegabinetes.cl), que nuclea a todos los teatreros que trabajan con ellos. Leonardo Medel, su creador, la define como “una caja negra inspirada en los juegos de arcade de los años ’80, en donde ya no existe la protección ni uniformidad de reacción de la masa, lo que convierte la experiencia teatral en un suceso único y personalizado”.
Rubio es el primer director en estrenar el formato fuera de su país. Primero lo hizo con la obra Traduzione-Traducción, que se vio en Roma durante el Festival della Creatività, y ahora lo hace con 01 - Epicentro..., que dura cinco minutos y 45 segundos, es a voluntad, y se puede ver todos los jueves y viernes de 19 a 20.30 en el teatro Timbre 4 (México 3554). La pieza está protagonizada por Julio Rosemberg y Luz Moreira (también coautores, junto con Rubio y Gonzalo Velozo, quien diseñó el gabinete) y representa un instante en la vida de un artista. “Es la pugna de un creador con su propio ego”, define Rubio, quien para este espectáculo trabajó en dos etapas junto con sus actores. “Primero planifiqué por fuera del gabinete explorando al máximo las posibilidades de creación. Cuando los intérpretes ya estaban cómodos, ya había afirmado el texto y sabíamos qué era lo que queríamos que sucediera allí adentro, terminamos de ensayar dentro del dispositivo.”
Para él se puede hacer “cualquier obra” dentro de un gabinete. “Si está dentro de tus capacidades como creador te vas a dar cuenta de que se trata de un espacio mucho más experimental y onírico, que va muy directo hacia posibilidades más surrealistas. Ya no es necesario ser tan concreto y darle mucha explicación a una obra, como sí sucede en una sala tradicional”, afirma el director, que confiesa sus ganas de hacer Medea, de Eurípides, en este novedoso formato y en cinco minutos. “Planear cómo hacer un resumen de una obra completa, decidir qué elegir de ella para contarla en un espacio así, es uno de los mayores desafíos que te propone el gabinete. Ya el hecho de tener que contar una historia en cinco minutos te abre la cabeza para ser mucho más creativo”, asegura.
El equipo de 01 – Epicentro... hace alrededor de doce funciones por día, dependiendo del tiempo que tarde cada espectador en entrar al gabinete. Para Rubio, la repetición constante es un ejercicio de actuación intenso para el actor. “Es increíble ver cómo podés decir la misma palabra de doce formas diferentes en un mismo día. Lo interesante es cuando empieza a tener vida propia y se transforma en otra cosa, como cuando de chiquito decís muchas veces `monja’ y después de un rato te das cuenta de que estás diciendo ‘jamón’.”
Pero el cambio más radical de esta experiencia, más que para el actor, se da sin dudas en la instancia de expectación. Como dice Medel, “no es que se achica la sala sino que se agranda la ontología individual del espectador”. Así, la institución “público” pasa a convertirse en un único sujeto que se encuentra sólo con su visión y percepción, y que por ende es interpelado de forma directa por la obra, lo que modifica su forma de ver. La comunión entre éste y los actores se vuelve mucho más estrecha (¡en 01 – Epicentro... incluso se siente el aliento del intérprete central!) y se profundiza su conciencia de espectador. “En las salas tradicionales no hay instancias de pequeña soledad como aquí y creo que ése es el gran enganche”, sostiene Rubio, quien se confiesa a favor de que las obras tengan varios lugares de indeterminación, cosa que sucede en este espectáculo, “para que el sujeto piense más y complete la experiencia”.
“El gabinete, pese sus dimensiones, es un espacio mucho más abierto que el de una sala tradicional”, concluye Rubio, que planea para su estadía en Buenos Aires el desarrollo de un “gabinete musical” con la actriz y cantante Liza Casullo y prepara la versión argentina de su obra Siameses para el “teatro tradicional”. “Es un formato que te da capacidades y opciones múltiples para experimentar pero a la vez te exige mucho más. En fin, un espacio más que ganarse.”
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