Sáb 27.04.2013
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TEATRO › AY! CARMELA EN FUNCION GRATUITA EN EL HAROLDO CONTI

Memoria y dignidad sobre tablas

La obra del español José Sanchis Sinisterra acompañará a la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo en su 36º aniversario. El director Alejandro Giles, que fue invitado por Taty Almeida, asegura que “es hermoso apoyar una causa tan enorme y justa”.

› Por María Daniela Yaccar

El director y maestro de actores Alejandro Giles está emocionado. Hoy presentará su versión de Ay! Carmela, clásico español de José Sanchis Sinisterra, en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. El motivo es acompañar a la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo en su 36º aniversario. Lo invitó Taty Almeida. “Es hermoso apoyar con mi trabajo una causa tan enorme y justa. Lo tomo como una de esas cosas grandes que me da el teatro”, desliza el director en la charla con Página/12. Según el autor, ¡Ay, Carmela! es una historia sobre la memoria y la dignidad. Por ende es un espectáculo más que apropiado para la ocasión y para el espacio. La función es a las 20, en Avenida del Libertador 8151, con entrada gratuita.

Ay! Carmela, escrita en 1986 y estrenada en 1987, es una de las obras fundamentales del teatro español de los últimos años. Ha sido representada en más de veinticinco países y tuvo una versión cinematográfica de Carlos Saura, con Carmen Maura y Andrés Pajares en los roles protagónicos. En la obra de Giles actúan el andaluz Fernando Cueto y la argentina Verónica Faral. Carmela y Paulino, dos actores que recorren España en una tartana, atraviesan accidentalmente la línea que separa los dos bandos durante la última Guerra Civil Española. Las tropas nacionales acaban de tomar la Villa de Belchite, y ellos tendrán que improvisar una función teatral. “Estos dos actores se debaten constantemente su dignidad. Eso me atrajo mucho del material”, apunta Giles, quien dirigió El ángel iluminado y Sonsonetos.

El director es marplatense, vive en San Isidro y viaja seguido a España para dar seminarios. “Me encanta España, me llevo muy bien con el país. Me encantan los actores españoles y armar trabajos que hagan convivir a actores de diferentes lugares”, sostiene. Tiene sangre española. “Mis padres son argentinos, pero tengo familia que emigró en la época de Franco, así que la obra me toca muy de cerca. También la relaciono a la historia de nuestro país”, subraya. Ay! Carmela tendrá en el Conti una única función, aunque pronto llegará a la cartelera porteña. Desde su estreno, este verano, está de gira nacional. Y Giles proyecta mostrarla en España. Mañana se la podrá ver en San Isidro (a las 20.30 en el Auditorium, Avenida del Libertador 16.138).

–¿Cree que el lugar y la conmemoración resonarán en el espectáculo?

–Van a tener una resonancia enorme, porque justamente la obra trata sobre la memoria. Los personajes son obligados a hacer un espectáculo resignificado a favor del franquismo. Se debaten constantemente su dignidad. Eso me atrajo del material: trata de cómo una persona sostiene sus ideales a lo largo de la vida y del costo que paga, que es alto, pero vale la pena. De eso las Madres saben mucho. Ellas son las verdaderas dueñas de la democracia. Gracias a estas mujeres que han sostenido sus convicciones y se han forjado a sí mismas tenemos una democracia y la tendrán nuestros hijos y nietos. No podemos más que agradecerles y acompañarlas.

–¿Ensayaron en el Conti?

–Sí, hicimos la puesta de luces. Fue emocionante cómo se coló en la obra la energía del espacio. Es increíble que en un lugar donde sucedió el horror hoy podamos hacer teatro. Además, más allá de los hechos de la historia, es un espacio excelente desde el punto de vista teatral. Te contiene muy bien. Tanto los actores como el autor y yo estamos felices de poder hacer este trabajo ahí. El público verá un espectáculo con mucho humor. Sanchis ha logrado escribir un texto maravilloso, en el que confluyen la comedia y la tragedia. Es la obra más importante de los últimos treinta años del teatro español. En este momento, en España hay como cinco puestas de ¡Ay, Carmela!

–¿Cómo conecta esta obra con la deuda que tiene España con la memoria?

–Tengo mucho contacto con actores españoles y percibo que a veces quieren mirar para adelante sin saber de dónde vienen. Es una deuda grande la que el pueblo español tiene consigo mismo. Tiene que hacer un trabajo fuerte con la negación. Por supuesto que hay excepciones: en ¡Ay, Carmela! tenemos un actor andaluz que se hace cargo de su historia. Y hay un movimiento artístico enorme en España en el que los artistas empiezan a conectar lo que están viviendo hoy con su pasado. De todos modos, hay una diferencia fuerte en el trabajo que hicimos los argentinos sobre nuestro pasado en comparación con la sociedad española.

–Hablando puntualmente de la puesta, ¿cómo encaró la dirección? ¿Dónde puso el énfasis?

–Había trabajado mucho con esta obra y en uno de mis viajes a España acordé hacerla con el autor. El eje de la dirección está en la relación de Carmela y Paulino. Puse ahí mi atención, mi corazón y mi trabajo. Es una obra en la que tanto los actores como el director tenemos que estar con el corazón abierto para contarla e interpretarla. La relación entre ellos es fundamental: se aman, se adoran y se desean. Adoran el teatro y la vida.

–¿Tomaron como referencia la película de Saura?

–Por supuesto que la vi muchas veces, pero no trabajamos en base a ella. La película no toma la línea de acción de la obra de teatro. Saura la hizo en tiempo real. En cambio, la obra es un flashback de él con el fantasma de ella. Va para atrás, entonces el público ve todo lo que ha pasado. Uno se nutre de todo el material que existe, pero los actores han hecho su trabajo, una composición maravillosa.

–Sanchis Sinisterra señaló que la obra materializa la lucha entre la brutalidad de la guerra y la fragilidad del arte. ¿Esa mirada también signó la dirección?

–Sí, ésa es una frase maravillosa. Sanchis la escribió para el programa de nuestro espectáculo. Sintetiza muy bien el pensamiento de la obra. En una de nuestras charlas, el autor me comentó que siempre había pensado que la obra hablaba sobre el franquismo, pero que después de tantos años y de tantas representaciones descubrió que trata sobre la dignidad humana. Una frase con la cual yo defino al espectáculo es “la vida de los muertos es la memoria de los vivos”.

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