Miércoles, 19 de junio de 2013 | Hoy
TEATRO › ENTREVISTA A ENRIQUE DACAL, DIRECTOR DE DE SOBORNAR AL OLVIDO
La obra de Enrique Papatino desarrolla el devenir de los ideales de la Revolución de Mayo a través de un encuentro ficcional entre la esposa del general Las Heras y la viuda de Juan José Castelli, que reclama sueldos impagos a su marido, y su criada Aymará.
Por Cecilia Hopkins
Escrita por Enrique Papatino, De sobornar al olvido habla acerca del devenir de los ideales revolucionarios de Mayo a partir del encuentro de tres mujeres que representan lo quedó de la gesta patriótica, pasados apenas quince años. La obra, que está presentándose los viernes a las 21 en el Teatro Tadrón (Niceto Vega 4802) bajo la dirección de Enrique Dacal, obtuvo el primer premio de las coproducciones de la Comedia de la Provincia de Buenos Aires sobre teatro e historia. Con la actuación de Cecilia Cenci, Amancay Espíndola y Paula Mujica Láinez, la pieza desarrolla una situación ficcional, el encuentro entre María del Carmen Larraín, esposa del general Las Heras, por entonces director supremo de las Provincias Unidas, y María Rosa Lynch, viuda de Juan José Castelli, quien reclama los sueldos adeudados a su esposo, muerto años atrás. Presente en la entrevista, la india Aymará, criada de la dueña de casa, deja traslucir su admiración por el fogoso orador de la Revolución –quien también abogaba por el cese de la servidumbre indígena– y, a pesar de saberse maltratada por su ama, no desea apartarse de su lado por motivos de supervivencia.
“El espíritu de Mayo se ha transmutado en miras pequeñas, de horizonte municipal y egoísta”, comenta Papatino en el prólogo al texto, donde también se refiere al reclamo de la viuda como a un pedido extemporáneo, perteneciente a “una época de ideales rotos y acaso olvidados”. Paralelamente al interés histórico que la pieza despierta, el director teje una trama sensible que recorta la singularidad de las protagonistas. Compuestos por Pablo Dacal, con letras del mismo Papatino, un cielito, un huayno y una cueca cantados a cappella por las actrices arman el espacio sonoro, revés poético del duelo verbal que enfrenta a los personajes. “No hay efectos de escena, todo está basado en la calidez de las actrices”, le asegura el director a Página/12.
–¿Qué significa sobornar el olvido?
–Sobornar el olvido implicaría eliminarlo. En el caso del personaje de la mujer de Castelli, ella necesita cobrar antiguas asignaciones que le deben a su marido ya fallecido, para poder sobrevivir. Y obtiene ese resarcimiento económico, de algún modo, pasando por encima del olvido. Como si dijese “dame el dinero que pido y hablamos de otra cosa”.
–¿Cree que todo resarcimiento económico tiene el mismo efecto? Cabe pensar en el que recibieron los familiares de las víctimas de la dictadura.
–Por de pronto, ese tema dividió un movimiento, entre los familiares que aceptaron y los que no. El recibir dinero provoca, sin dudas, un quiebre de la memoria.
–¿Y en el caso de Larraín?
–Es otra variante de eliminar el olvido: Larraín odia como un modo de mantener vigente la presencia del otro. También el odio mantuvo viva la memoria de Eva Perón. Ese odio, incluso, ha realzado su figura hasta para quienes sintieron amor por ella, porque permitió analizar de dónde venía ese sentimiento.
–¿En qué consiste esa transmutación de los ideales revolucionarios en el “horizonte municipal” del que habla la obra?
–De sobornar... permite reflexionar acerca del fraccionamiento, del reparto en pequeños poderes que sucedió tras los primeros años de la Revolución de Mayo, y de lo difícil que es conseguir una situación de revolución permanente. Por otro lado, el tránsito intenso por el poder condiciona siempre. Y siempre hay un límite y un momento en el que se toma otro camino. Creo que las cuestiones se polarizan en función de los privilegios: las situaciones sociales se erizan desde los sectores que los ganan o los pierden.
–¿Cuál es la posición de Aymará y de la viuda de Castelli acerca de los ideales de Mayo?
–Aymará es la figura que representa al pueblo, que reconoce el peso que tuvo Juan José Castelli para sus ancestros aborígenes, dado que él vio en los representantes de los pueblos originarios a los más idóneos para llevar adelante la revolución. La viuda de Castelli, resentida por el hambre, ve la Revolución como a la gran ladrona de su felicidad personal: le dio hijos, le dio el marido y ahora se ve obligada a mendigar para sobrevivir.
–¿A qué conclusiones llega la obra?
–Podemos pensar que el poder siempre mastica a quienes ayudaron a constituirlo. Estos personajes son los representantes de la Argentina de ese tiempo, postergados por un movimiento social que los pasó por encima.
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