TEATRO › OPINION
› Por Silvio Lang *
La atenta escucha de una escritora como Griselda Gambaro ha podido traficar en Querido Ibsen: soy Nora la pasión arquitectónica de la dramaturgia ibseniana. Hay en el “drama burgués” de Ibsen una fachada de edificio racionalista, pero una vez adentro encontramos una riqueza de formas y significaciones previamente desconocidas.
Las oscuridades de la arquitectura de la mente que allí se desencadenan y que el lenguaje de Gambaro supo reanimar es la clave espacial de esta realización escénica que ahora estrenamos. La sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín aparecerá en su desnudez arquitectónica, en sus paredes y columnas de mármol –hasta el momento tapadas por todas las anteriores escenografías–, su piso, sus salidas y vestíbulos. El diseño de espacio asumirá la potencia material de la sala. Los espectadores tendrán así orientada su mirada hacia el interior del Teatro San Martín. Producir una mirada hacia el interior del teatro de la ciudad de Buenos Aires es producir una mirada a la arquitectura de las representaciones –significados e imágenes– que nos hacemos los capitalinos.
Más que un living naturalista, un hall, una antecámara contigua a la cámara del poder real como lugar de tránsito y espera es ringside o agón de persuasión donde se disputan y trafican las decisiones de los destinos y discursos de los personajes de Casa de muñecas. La arquitectura teatral como escenario de las fuerzas de la Ciudad en litigio.
* Director de teatro.
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