TEATRO › CICLO PROYECTO MANUAL, EN EL CENTRO CULTURAL ROJAS
Las obras de este encuentro son obtenidas a partir del diálogo con distintos manuales de instrucciones. Se presentan espectáculos del colectivo Rosa Chancho, de la coreógrafa Luciana Acuña y el cineasta Alejo Moguillansky y del actor y director Alberto Ajaka.
› Por Facundo Gari
Un punto de partida. Uno no convencional. Más exactamente, uno de variables no dramáticas. Por ese carril avanza el ciclo teatral Proyecto Manual, que se encuentra en su tercera edición en el Centro Cultural Rojas (Av. Corrientes 2038). Curado y coordinado por Matías Umpiérrez, responsable del Area de Teatro, cuenta con espectáculos del colectivo de artes plásticas Rosa Chancho, la coreógrafa Luciana Acuña y el cineasta Alejo Moguillansky y el actor y director Alberto Ajaka. Son piezas obtenidas a partir del diálogo con sendos manuales de instrucciones, en cada caso de manera particular.
Rosa Chancho, grupo conformado por Julieta García Vázquez, Javier Villa, Mumi y Osías Yanov, tomó el Manual de reconstrucción interactiva de cerámica arqueológica para idear Desencuentro, cuyas funciones son los viernes a las 21 en la Sala Batato Barea. El texto, de sólo 18 páginas, aporta indicaciones para rehacer virtualmente una vasija de cerámica a partir de un fragmento procedente de un yacimiento arqueológico. La elección del colectivo está en línea con un trabajo de hace años sobre “procesos de reconstrucción”. “En un grupo, esos procesos se dan por unión de partes: cada individuo trabaja fragmentariamente y luego, en conjunto, se desarrolla una totalidad. El manual contempla esa situación. Nos pareció certero para este nuevo proceso teatral, ya que trabajaba sobre el usuario que desarrolla la reconstrucción y no tanto sobre el objeto en sí. Nos interesa experimentar el lugar del público, que es bastante distinto al de las artes visuales”, explica García Vázquez.
El objetivo en Desencuentro es, entonces, reconstruir el objeto, pero con el sujeto por eje, a través de “diez maquinarias metodológicas” –creadas por diez directores ajenos a la práctica teatral, al contrario de los más de treinta actores– que propician la expansión de la sala. “En el capítulo cinco, ‘Extracción del perfil’, se toma una decisión fundamental: elegir el fragmento que el software tomará de base para reconstruir la vasija. Esa decisión claramente la toma el usuario y puede dar diversos resultados, dependiendo del eje que se haya elegido. El público está en una posición similar. Hay una obra entera que ya no existe y que sólo se puede recuperar parcialmente al seleccionar fragmentos. Pero es imposible seleccionarlos y absorberlos todos. Es necesario decidir”, completa Mumi. En el proceso de creación, Rosa Chancho no utilizó el contenido del manual para transformarlo en variable dramática sino con el fin de “componer la estructura general de la obra”, un “encuentro multidisciplinario” entre el teatro, las artes visuales y las ciencias sociales.
Para Luciana Acuña, directora e intérprete de Por el dinero, “el manual es un puntapié, apenas una excusa para las obras resultantes de este ciclo”. La que compuso junto a Alejo Moguillansky en base a Manual de danzas nativas, de Pedro Berruti, puede verse los viernes a las 22.30 en la Sala Biblioteca. “La idea de adaptación de un manual a un texto escénico es compleja. Después de haber hecho el ejercicio, una y otra vez se cae en una mirada irónica sobre el formato manual. Sacado de contexto, de su objeto principal que es enseñar o ilustrar algo, un manual resulta gracioso o irrisorio. Por ende es muy difícil evitar la mirada irónica. De allí nace la manera en que prácticamente todas las obras de este ciclo esquivan la idea de manual como ente estructurador y lo ubican en un lugar lateral, en uno en el que se cruza con otra idea”, avanza la codirectora del Grupo Krapp.
En Por el dinero el tema es la economía, relatada a través de las vidas de un cineasta, dos bailarines y un músico. “A partir de pequeñas economías, que son las que más tenemos a mano, la obra trata de pensar la relación que se tiene con el dinero y las finanzas.” El “viejo manual folklórico” tomado de la biblioteca familiar de Acuña es “una suerte de pasado o de infancia para la obra, un espacio pre-económico, impoluto, en el que los problemas fiscales son felizmente reemplazados por un mundo de galantería y sencillez”. En esa dirección, dice, el manual ocupa un lugar mejor al del presente de alienación que la obra suscita. “Lo más ‘jugoso’ que tiene es el muestreo directo de gastos, ingresos y la manera de ganarnos la vida, de la manera inescrupulosa en que pasamos de esclavos serviles a artistas aburguesados, siendo incluso las dos cosas al mismo tiempo”, cierra.
Alberto Ajaka, dramaturgo, director y uno de los trece intérpretes de El director, la obra, los actores y el amor (los sábados a las 21 en la Sala Batato Barea), dice que el único criterio que tuvo para elegir Manual del director, de Leónidas Barletta, fue la necesidad. “No hubo algo que me llamara la atención del libro; de hecho, lo tenía estaqueado en la biblioteca. Jamás antes lo había pispiado”, admite. Para confeccionar su pieza, sobre una obra teatral en construcción, tomó “poco y nada” del manual. Más bien lo sedujo su autor. “Me interesan todos aquellos que hacen o hicieron lo mismo que yo; todos, los vivos y los muertos, que lo intentamos”, señala el referente de la compañía teatral Colectivo Escalada. Así, en su caso, el manual es sólo una excusa. “El teatro no necesita nada para ser. No hay nada que pueda ser teatro porque lo único que es teatro es el teatro. Los conceptos, las ideas que se presentan como punto de partida, un manual en este caso, no son más que eso: un inicio”, concluye.
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