Miércoles, 16 de octubre de 2013 | Hoy
TEATRO › FIBA ENTREVISTA A ROMEO CASTELLUCCI, DIRECTOR DE SOBRE EL CONCEPTO DE ROSTRO EN EL HIJO DE DIOS
El polémico teatrista italiano estrena mañana en el festival porteño un espectáculo que ha sido acusado de “indigno y blasfemo”. Castellucci reivindica el lenguaje simbólico que se pone en escena y contrasta “la belleza de la humanidad” con “la pérdida de dignidad”.
Por Paula Sabatés
“Este espectáculo puede herir la sensibilidad de algunos espectadores”, advierte la página del FIBA respecto de Sobre el concepto de rostro en el hijo de Dios (Sul concetto di volto nel figlio di Dio), que se estrena mañana y tendrá funciones hasta el domingo en el marco del festival. En la pieza del polémico italiano Romeo Castellucci, flamante ganador del León de Oro en la última Bienal de Venecia y co-creador de Socìetas Raffaello Sanzio, una de las compañías europeas más importantes de los últimos años, confluyen dos realidades: por un lado, hay una gigantografía del rostro de Cristo realizada por el pintor cuatrocentista Antonello da Messina, que según el director representa “la belleza de la humanidad”; por otro, una escena viva en la que un hombre limpia los dese-chos de su anciano padre que ha perdido el control de esfínteres, cuadro al que Castellucci conecta con la “pérdida de dignidad”. “Quise mostrar que esos dos elementos que generan contraste tienen en realidad un mismo destino común. No hay una historia ni una narración, tampoco una provocación, lo que se muestra es algo mucho más simple, es la historia de la condición humana”, aseguró el director durante una rueda de prensa previa a su presentación en los escenarios porteños.
Lo mismo había argumentado, hace poco más de un año, cuando a su espectáculo se lo trató de “indigno y blasfemo”, y se lo calificó de “gravemente ofensivo hacia el Divino Salvador Jesucristo”. Aquella polémica se desató luego de la presentación de la pieza en el Vaticano, a principios de 2012, a poco de haber sido estrenada en Francia con gran aceptación. “Ninguna de las personas que creó la polémica vio el espectáculo. Fueron grupos de extrema derecha, asociaciones fascistas y antisemitas que crearon una caricatura que nada tiene que ver con la obra”, asegura Castellucci, que dice no sentirse tocado por las críticas, aunque tengan que ver con él. “El espectáculo es mucho más complejo que todo lo que esas personas dijeron, con lo cual esas polémicas son peligrosas porque deforman la lectura verdadera de la obra”, lamenta el director, que cuenta que su trabajo tampoco es muy aceptado por la institución artística italiana.
Por todas esas críticas, el director tuvo que presentar durante un tiempo una “versión recortada” de su obra. En la original, que es la que presentará durante el FIBA, en un momento ingresa un grupo de niños (aquí serán pequeños actores argentinos) que arrojan granadas contra la enorme cara de Jesús. La imagen que sirvió de inspiración para esta secuencia fue la famosa fotografía Niño con una granada, de la norteamericana Diana Arbus, en la que se ve a un chiquito casi raquítico con una granada de juguete en la mano. “Se trata de una imagen de mucha potencia sobre la impotencia del hambre, de la fragilidad de la vida. Y fue una gran inspiración para mí, un disparador que me permitió crear esa escena simbólica que representa una llamada de atención de las criaturas”, dijo Castellucci a Página/12 durante el encuentro con los periodistas.
Toda su obra está teñida por ese simbolismo que señala y la palabra dicha es uno de los elementos que más condensa la metáfora en escena. Para el director se trata de un elemento muy importante, con un peso específico muy particular. “Creo mucho en las palabras, por eso utilizo muy pocas”, sostiene, aunque admite que cada espectáculo requiere de un tratamiento particular de la palabra, ya que “algunas comunican y otras crean distancia.” En Sobre el concepto..., los personajes hablan, pero no hay una intención real de que el espectador entienda la conversación. “En este caso la palabra es como un ruidito, lo único que importa es que el público entienda que los personajes están hablando”, cuenta Castellucci, que no quiso que la obra tenga subtítulos, como ocurre con la mayoría de las internacionales que se presentan durante el festival, “para no darles importancia a las palabras y que tengan un carácter universal”.
De su discurso se desprende rápidamente la profunda devoción que tiene por el espectador. “Todo es para él. El espectador es el verdadero personaje, todo lo que sucede se da en su cuerpo y en su corazón”, señala. A él dedica la intención de esta pieza, que empezó a idear mientras hojeaba un libro de Historia del arte y se topó con la imagen sagrada que le da vida a esta representación. “Me sentí observado por ese retrato. Me emocionó y quise que al espectador le pasara lo mismo que a mí”, confesó a Página/12, ante la pregunta sobre la importancia de la mirada en escena. “La gigantografía mira directamente a los ojos de cada espectador, es una técnica muy utilizada en el Renacimiento. Es una mirada desconcertante, cargada de emociones y es fundamental, porque devuelve un rol al observador. Te da la sensación de que el retrato cambia constantemente, incluso hay espectadores que me preguntaron si se trataba de un video”, agrega el director.
“El teatro es la expresión más fuerte de todas porque es un arte carnal que se asemeja a la vida más que ninguna otra forma de arte”, deslizó el artista antes de finalizar la rueda de prensa. Esa afirmación llevó a una pregunta obligada, que tiene que ver con el lugar (totalmente secundario) que ocupa el texto dramático en sus espectáculos, en los que sí tienen primacía las imágenes, las luces, los sonidos y otros significantes escénicos más plásticos (en Sobre el concepto..., como se dijo, casi ni se habla, y la religión no se muestra como una manifestación mística o teológica sino como parte de ese repertorio de imágenes y prácticas primarias en el que se inspira el teatro de Castellucci). “Nunca consideré al teatro como algo que transmite un mensaje o una poesía. Tampoco como una rama secundaria de la literatura. El teatro no es literatura ni nunca lo fue, ésa es una deformación nuestra. Shakespeare no escribía obras, hacía puestas en escena y su relectura no tiene que ver con la relectura literaria únicamente. El texto es un problema en el teatro, de hecho, porque si hay texto significa que hay ilustración. No sé tampoco si luego puede surgir un texto postescénico de mis obras. Básicamente porque no sé qué puede suceder con mi teatro, ni me lo pregunté. Probablemente no quede nada porque este arte es un incendio, quema pero no deja nada, ningún producto, solamente la memoria”, aseguró el director a este diario.
* Sobre el concepto de rostro en el hijo de Dios se presentará mañana, el viernes y el sábado a las 20 y el domingo a las 17.30 en el Teatro 25 de Mayo, Av. Triunvirato 4444. Luego de la función de mañana, el público podrá dialogar con Romeo Castellucci y otros representantes de la compañía, en un diálogo moderado por el director argentino Marcelo Savignone.
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