Mar 26.11.2013
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TEATRO › PRIMER FESTIVAL NACIONAL DE TEATRO SOBRE LA VIOLENCIA DE GéNERO

“El aporte del teatro es fundamentalmente transformador”

El encuentro, que se desarrollará entre el jueves y el domingo, mostrará veinticuatro obras en el auditorio Joaquín V. González. “El tema está cada vez más instalado, afortunadamente, en la sociedad como problemática que sufre la mujer”, afirman las organizadoras.

› Por Sebastián Ackerman

“Originalmente, el festival estuvo pensado para doce obras y terminamos haciéndolo de veinticuatro. ¡El doble!”, recuerdan la génesis de este Primer Festival Nacional de Teatro sobre la Violencia de Género las organizadoras, jurados y panelistas Emma Yorio, Sandra González y Marta Miguelez. En la presentación de esta primera edición en el Salón de la Mujer, se las nota ansiosas: fue todo un año de trabajo, aseguran, y se hace todo “a pulmón”. “Estamos en las mesas, vendemos las entradas, ubicamos a la gente...”, bromean, y analizan que desde hace unos años no sólo se habla más del tema: también aparece más sobre las tablas. “El teatro ofrece otra mirada, se puede generar otro tipo de debate porque es una disciplina artística. Tenés un efecto diferente si ves una obra o una performance: hemos visto gente llorando a mares, y tal vez si das una charla sobre violencia de género sucede otra cosa”, coinciden las tres sobre lo que podrá verse desde el jueves y hasta el domingo en el Joaquín V. González (Ayacucho 632).

La violencia de género no es sólo la física, como los golpes o el sometimiento sexual; es también simbólica: el maltrato, la discriminación laboral, el insulto, el menosprecio. Todo agravado, en muchos casos, por la culpa de sentir que lo merecen. “La violencia de género no es un problema privado sino que es un problema público y social, y en el fondo todos estamos involucrados”, define González para aclarar la postura de las organizadoras y el espíritu del festival. “El tema está cada vez más instalado, afortunadamente, en la sociedad como problemática que sufre la mujer.” En un país donde mueren más de 300 mujeres por año asesinadas por su pareja, el teatro es una herramienta más para visibilizar esta situación: “Sirve como una herramienta más viable para llegar a un público mucho más masivo, que quizá no vea el diario o los noticieros, o no sea especialista en la materia”, destaca.

–¿Cómo se aborda esta problemática tan compleja desde el festival?

Sandra González: –Desde diferentes frentes. Se eligieron obras que trataban la violencia conyugal, hay obras sobre la explotación sexual de las mujeres, trata de personas, otras trabajan la violencia en la pareja, la violencia institucional... Casi que hay una obra de teatro que enfoca cada una de las diferentes modalidades de violencia. También te pueden presentar la solidaridad entre mujeres, otras que trabajan con los diferentes espacios de opresión, desde la doméstica hasta la laboral. Más o menos están cubiertos todos los frentes. Por ejemplo, en Fragmentos de un pianista violento se trabaja cómo en la sociedad ponemos un velo para no hacernos cargo de lo que pasa al lado.

Marta Miguelez: –De adentro no siempre se trata de no verlo sino negarlo, y es tal vez peor: verlo y negarlo por la dependencia emocional, económica, psicológica. Eso es lo más grave en cuanto a lo que sucede con las mujeres. Hay otra obra, La leona, donde hay un retroceso de la otra, y después, cuando se da cuenta, se solidariza y participa. Esto también pasa. A mí me gustó la gran cantidad que se presentaron, tomando como violencia de género la situación de mujeres en prostitución. Eso ya se está viendo bastante, la diferencia entre el supuesto trabajo que algunas pretenden que sea, y la realidad que es de una violencia total sobre las mujeres. De las peores cosas que suceden.

–¿Y cuál podría ser el aporte del teatro a esta la lucha?

M. M.: –Fundamentalmente a la visualización del problema, a la imposibilidad de invisibilizarlo, a que eso surja y repercuta, a partir de la emoción que lleve a esa persona a una necesidad de autotransformación y transformación del entorno. Es toma de conciencia y acción, no hay otra forma. Eso es lo que puede aportar el teatro; después, lo que haga la persona con eso que está recibiendo, no lo sé... Espero que haga algo que le sirva. En ese sentido, el aporte del teatro es fundamentalmente transformador. Como arte por un lado, en este caso como arte político es mucho más.

Emma Yorio: –Como creadora, cuando estás en un proceso creativo que aborda la temática, se juegan un montón de cuestiones. Hay mucha gente implicada, y no sabés qué le pudo haber pasado a ese otro. Además, el arte también es una forma de sublimar, tanto los artistas como los espectadores. Esto me parece muy importante, porque si a una persona le podés despertar una inquietud sobre algo que le hace ruido y que se queda con algo de lo que vio, es un granito de arena que sumás y quizás esa persona después se anime a hablar en algún lugar sobre eso. Nunca sabés para dónde puede disparar. Eso me parece lo más interesante y productivo.

UNA MIRADA DE GENERO

En los últimos años, y teniendo como antecedentes a Teatro Abierto y Teatro x la Identidad, se organizaron (y en algunos casos consolidaron) diferentes festivales que recuperan, desde el hecho artístico, luchas por la ampliación o el reconocimiento de derechos o demandas populares. “El arte es algo social y político”, apunta González. “El teatro es un medio más para poner en evidencia lo que ocurre en la sociedad, por eso afortunadamente al estar instalado como problemática social el tema de la violencia de género, cada vez más dramaturgos, más actores, más actrices, más directores se preocupan por la problemática y la encaran desde el arte.” Miguelez cree que este cambio tiene que ver con que “hay más cantidad de mujeres dramaturgas y autoras que años atrás”. “Esto ha sido un crecimiento realmente cuantitativo, y creo que se está convirtiendo en cualitativo. Esto también sucede: no es solamente que hay más mujeres en el teatro, pero ayuda”, apuesta.

–En este sentido, ¿hay una mirada de género, o de la mujer, en el teatro?

E. Y.: –Tenemos una mesa específica sobre ese tema, con mujeres de distintas generaciones. Me parece que sí, que hay. También está el tema de la sensibilidad, que muchos directores y dramaturgos también tienen para abordar determinadas situaciones. Pero me parece que hay desde lo femenino una mirada específica sobre lo teatral, que es diferente. Como trabaja Mariela (Asensio), hay ciertas cosas cotidianas de lo femenino que las mujeres lo tenemos instalado y ella las muestra, las pone en evidencia. La mujer es más de mostrar sus vivencias, los conflictos con otras mujeres, las amigas, el tema de la pareja... Me pasó también viendo obras de Corina Fiorillo. Hay una mirada de los conflictos que, como el teatro es conflicto, aborda cosas que tienen que ver con la feminidad.

M. M.: –También hay un cuestionamiento a los valores establecidos y los modos de “ser mujer” en esta sociedad de acuerdo con el mandato cultural. Hay un intento de ruptura y de cambio, de mostrar otras posibilidades. Cuando digo esto, estoy pensando en algunas obras que se van a ver en el festival, como Mujer prohibida o Asfixia, como tantas otras que se van a dar. Obras y abordajes que no eran muy habituales antes, hace veinte años o más. La realidad era bastante diferente en líneas generales, no sólo en el teatro. Ha cambiado mucho, por suerte.

S. G.: –Hace quince o veinte años empezaron a verse los cambios, de la mano sobre todo del crecimiento de los movimientos feministas. En estos últimos años es cuando más derechos de las mujeres y políticas específicas hemos ido conquistando. Entonces eso también se traduce en el número de mujeres que entra a trabajar en el arte, a preocuparse por sus derechos y a poner en evidencia cuál es la estructura de diferencia de roles que estamos cumpliendo, y qué se espera de nosotras. No se ha visto antes porque recién ahora hay más posibilidades y mayor conciencia del movimiento de mujeres en poder hacer todas estas cosas.

DESDE ABAJO

Lo que suele suceder con estas obras es que el proceso de identificación con alguno de los personajes o con la problemática puede darse desde la propia vivencia, ya sea por ser objeto de violencia de género o por conocer algún caso. O simplemente para conocer las diversas formas en las que esta forma de violencia puede ejercerse. “Nosotras no pensamos en un espectador específico, el festival no está dirigido a un solo tipo de público”, aclara González. Es que la intención es llegar a la mayor cantidad de público posible, de “todas las edades y todas las clases sociales”, porque “la violencia de género es una problemática que atraviesa a toda la sociedad”. En este marco, el teatro permite al público, dice, “que genere un espacio de reflexión y de identificación, que pueda pasar al proceso de acción para transformar su situación. Si llegamos a concretarlo, es maravilloso. Y a eso es a lo que se apunta”.

–Al tratarse de una problemática social muy actual, ¿qué le aporta el teatro a la lucha contra la violencia de género?

E. Y.: –Si nos remontamos a los griegos, está el tema de la catarsis, en el que como espectador te identificás con esa heroína, en este caso, y si atravesaste una temática similar seguramente te conmueva, emocione o movilice. Pero si esa persona va a una charla, que es algo más racional o intelectual, es diferente. Hay gente que va al teatro sin saber de qué va la cosa y si la temática lo toca de cerca, se emociona. La emocionalidad es una vía libre para soltar y que salgan un montón de cosas que desde lo intelectual tal vez no suceda. Por eso me parece interesante: se puede generar otro tipo de debate y reflexión.

M. M.: –Hay técnicas teatrales en donde se borra el límite entre espectadores y actores. Puede pasar que, como dice Emma, la catarsis no suceda en el momento y quede una carga en las espectadoras que después la lleven a cambiar en su vida las cosas que están viendo y que sintieron directamente. Aparte creo que el solo hecho de estar viendo en escena y pudiendo después salir del teatro, comentar y hablar sobre el tema, es un paso para empezar a ver que ellas también pueden modificar algo. En unos espectáculos vas a tener la situación de violencia sin resolución, y en otros con resolución y ciertos caminos que se te abren a partir de eso. Hoy está más en la superficie, pero hasta hace algunos años el tema de la violencia todavía era vergonzante y oculto. Hoy, en la medida en que se denuncia, y que las mujeres salen a hacerlo y se ve que no es un problema individual, que no es un acto de amor que la golpee o le pida perdón, en esa medida también puede servir para empezar a actuar de otro modo: sentir que hay un contexto social que expresa, de algún modo, lo que te está pasando.

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