Vie 13.12.2013
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TEATRO › DIEGO PERETTI PRESENTA WAKOLDA Y LA RECONSTRUCCION EN EL FESTIVAL DE LA HABANA

La inmensa pasión del público cubano

Por primera vez en la isla, el actor de En terapia se sorprende no sólo por la dinámica tan particular del festival (“Es todo muy sui generis”, dice), sino también por el entusiasmo de los espectadores: “Acá al cine se lo siente muy vivo”.

› Por Oscar Ranzani

Desde La Habana

En su primera visita a Cuba, Diego Peretti se muestra contento porque “se vive el cine de manera muy pasional, muy especial”. El actor fue invitado por los organizadores del 35º Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano a presentar dos películas en las que es protagonista y que ya fueron estrenadas este año en Buenos Aires: La reconstrucción, de Juan Taratuto, y Wakolda, de Lucía Puenzo. Ambos films participan en la Competencia de Largometrajes de Ficción. Y se muestra sorprendido por la manera en que está organizado el funcionamiento de la muestra habanera. “Es una organización muy particular”, señala a Página/12. “Si no accionás, no ves películas, no presentás películas, no hay nadie que venga y te informe: ‘Tenés que presentar tal película’. Es todo muy sui generis. No diría que es desorganizado, porque veo que la gente está completamente organizada, pero como es mi primera vez y estoy acostumbrado a otro tipo de festivales, siento que hay que estar informándose”, agrega. Y enseguida reconoce que “el sujeto acciona de acuerdo con su interés”. Pero Peretti también participó de las proyecciones de ambos largometrajes y se mostró muy contento: “Lo que veo en el cine es que hay una pasión enorme por las películas. Las presentaciones de Wakolda y La reconstrucción fueron a sala llena, la gente vivía las películas comprometiéndose. Me parece muy agradable”.

–¿Cómo vivió usted las proyecciones en salas para 1500 espectadores promedio?

–Sí, son salas enormes. Fui al Yara a ver Wakolda y me pareció una barbaridad. Me encantó. Tiene vida la película, el cine tiene vida con ese tipo de salas. También fui a ver La reconstrucción al Infanta, que es un cine más chiquito. Son cines antiguos, pero desde el aspecto tecnológico las películas se ven muy bien, tienen muy buen sonido y muy buena proyección. Se ve que ponen mucho la atención en eso. Y me encanta, me parece maravilloso.

–La pérdida y la reparación de los afectos es el tema de La reconstrucción. ¿Cree que esto genera empatía en cualquier lugar del mundo?

–Sí. La reconstrucción es una película que en todos los festivales que estuvo produjo mucha admiración. Es una película potente desde lo emocional y me encantó hacerla. Y es un tema universal: trata de la pérdida de un ser querido. Cada cultura procesa esta pérdida de diferentes maneras, pero es indudable que no deja de ser una pérdida y, como tal, provoca dolor. El dolor y cómo esa herida se reconstituye es el tema de la película.

–El tema del nazismo siempre despierta interés en el público. En este caso, Wakolda también es una historia universal, porque el nazismo es una tragedia universal.

–Wakolda es una de las pocas películas que trata la estadía de los nazis en la Argentina. Y está contada de una manera muy original porque se focaliza en un personaje tan siniestro como Mengele, que sabemos que estuvo en Brasil, no sabemos si estuvo en Uruguay, pero sí en la Argentina de forma clandestina como otros jerarcas nazis. Y también en Paraguay. Y es muy interesante cómo la historia mezcla o hace encontrar a este personaje mundialmente nefasto con una familia de clase media argentina que va a abrir un hotel en la Patagonia en la década del ’60, cuando todavía estaba viva la memoria reciente. Entonces, que se produzca ese contraste es muy interesante. Además, es una película micropolítica, porque si agrandás esa relación se puede comprender cómo fue la seducción y la atracción de la gran masa del pueblo alemán con respecto a una ideología tan claramente nefasta e injusta.

–¿Cómo recuerda la construcción de ambos personajes? Si bien son historias muy distintas, ¿hay algo que los pueda vincular?

–No, porque Enzo, el personaje que interpreto en Wakolda, sería muy cercano a mí. Es un padre de familia que ve que un personaje extraño, aunque muy amable y seductor, le pide ayuda y después se acerca con mucha plata. Ayuda a la familia a abrir la hostería, ayuda a mi personaje a fabricar unas muñecas que Enzo hacía artesanalmente. Habla en alemán con la mujer de Enzo. Mi personaje sabe que después de la Segunda Guerra Mundial hubo un montón de jerarcas nazis que vinieron a la Argentina. Entonces, sospecha con el mismo pulso que yo sospecharía. Y mi reacción al enterarme sería más o menos la misma: la de arriesgar un poco la vida para que el Mossad pueda atraparlo. Cuando hice el personaje no había nada que no se filtrara a través de mi moral. En el caso de La reconstrucción es un personaje mucho más corrido. Yo nunca podría ser así. Por más que viva el fallecimiento de la mujer que amo, nunca me retraería de esa forma. Y, entonces, en ese caso tuve que hacer un trabajo más de imaginación. Es un personaje completamente diferente y más extremo.

–De distintas maneras, en ambas películas está presente el tema de la muerte: en Wakolda, a través del criminal nazi y, en La reconstrucción, en la pérdida de un ser querido. ¿Cómo observa el abordaje del significado de la muerte en cada una de éstas?

–La reconstrucción aborda el tema de la muerte en forma muy específica, particular e individual y cómo esa pérdida puede producir un desorden familiar del que se recuperarán seguramente. Pero, en este caso, al personaje la vida le ofrece una oportunidad de poner el cuerpo en reconstituir una pérdida. Es una segunda oportunidad vital, pero desde la muerte, tratando de entender la muerte. En el caso de Wakolda la muerte es un tema que tiene que ver más con lo social, lo político. Los crímenes no son muertes naturales ni muertes que la circunstancia de la vida provoca. Son muertes provocadas por crímenes llevados por una ideología fascista, nazi, autoritaria, enferma. Entonces, la injusticia de esas muertes es mucho mayor y provoca mucho más indignación. Y no provoca la elevación humana que provoca aquélla, sino que aquí da ganas de venganza, de atrapar, poco espacio para el perdón. Provoca también la no comprensión. En La reconstrucción se comprende la pérdida. Aquí no se logra comprender para una persona normal el fenómeno de estos criminales. Entonces, se trata de muerte, pero el tema de la muerte se ve en diferentes ángulos.

–¿Cómo vive la previa del Oscar por Wakolda y cuál es su visión sobre este premio?

–No sé cómo será eso. Hay como setenta u ochenta películas y de ésas quedan cinco. No sé qué posibilidades tiene porque no conozco la dinámica. Me parece que depende de muchas cosas, no sólo de la calidad de la película. Como todos los premios, es difícil de entender.

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