TEATRO › COMO ES EL TRABAJO DE LOS NUEVOS INVESTIGADORES TEATRALES
Jimena Trombetta, Ezequiel Obregón y Ricardo Dubatti son exponentes de un cambio de paradigma en la tarea de analizar la escena. Los nuevos investigadores prestan más atención a los fenómenos contemporáneos.
› Por Paula Sabatés
Entre risas comienza la charla. La coincidencia generacional entre cronista y entrevistados se nota de entrada y el tema pautado, la investigación joven, pronto deviene en otros que atañen diversos aspectos del universo de los “sub 35”. Del encuentro surge una rápida conclusión: es imposible ya pensar en el investigador de antaño, solitario, excesivamente académico, reservado únicamente a la teoría. Jimena Trombetta, Ezequiel Obregón y Ricardo Dubatti, integrantes del Area de Investigación en Ciencias del Arte (AICA) del Centro Cultural de la Cooperación, son claros ejemplos de cómo ha cambiado la tarea de investigar, la figura de quien lo hace y su concepción sobre ese trabajo. Mientras a mediados del siglo pasado los estudiosos se enfocaban en los acontecimientos de las primeras décadas, o incluso anteriores, los nuevos investigadores teatrales prestan más atención a los fenómenos contemporáneos (que son muchos), en un intento por registrar lo más posible y no cederle material al olvido. Además, hoy muchos son ellos mismos artistas, haciendo converger teoría y práctica para un mayor crecimiento del trabajo teatral.
“La tarea del investigador no tiene que estar pensada como algo de autoría propia”, comienza Trombetta, que es licenciada en Artes por la Universidad de Buenos Aires y becaria del Conicet. Para ella, la investigación “se hace para dejar un registro histórico”, para generar un sistema de memoria. “Si la pensás como una cuestión de gratificación personal te equivocás, porque ese no es el cometido. A nadie le interesa que vos te realices, lo que interesa es que dejes un registro válido de lo que se fue generando en la cultura en los diferentes momentos históricos”, opina. En los últimos años, en el marco de una beca que le fue renovada recientemente, se ha dedicado a investigar las múltiples representaciones de Eva Perón en el cine y el teatro desde 1983 hasta el 2010 (dice que el recorte devino necesario debido a la cantidad de obras que tomaban a la líder política como figura). “Hacerte un nombre y lustrar trofeos no viene mal, pero es secundario. Lo que importa son los resultados”, completa.
Obregón la escucha y luego agrega: “Por eso persisten pocos. Son más los que se rinden que los que quedan. Hoy no es tan sencillo investigar”. Próximo a graduarse de la carrera de Letras (UBA), y en los momentos en los que no ejerce la docencia en escuelas secundarias, el investigador se define como “el mal necesario”. “Mi tema de investigación se enfoca en el estudio del teatro comercial, lo que nadie se toma en serio, la porquería que nadie quiere tocar”, dice bromeando pero no. Para él, uno de los mayores desafíos de su tarea es definir qué es el llamado teatro comercial y qué no, ya que encuentra al término muy amplio. “Hay que prestar atención a los espacios liminales. Yo trato de ver todo sin prejuicios, desde un teatro más de calidad, si se quiere, como el de Javier Daulte, Daniel Veronese y ahora Alejandro Tantanian, hasta las obras de Ricardo Fort, que en paz descanse.” Además, Obregón es dramaturgo y director. En 2013 puso en escena su obra Te pedí que no me dejaras.
También dramaturgo (su obra Azulejos amarillos se vio hasta hace un mes en el Camarín de las Musas), Dubatti dedica su tiempo de investigación a dos grandes temas. Por un lado, estudia el teatro de Daulte en todas sus etapas. Por otro, un mundo que le es conocido: el de la nueva dramaturgia, aquella surgida de los nacidos entre 1981 y 1990 (también para él fue necesario el recorte). Estudiante avanzado de artes, también por la UBA, y de familia de estudiosos del teatro, opina que “hoy el investigador tiene que ser lo más generoso y abierto posible, es decir, abrir su conocimiento y compartirlo con otros para que siga creciendo el teatro”. El joven lamenta que no en todas las esferas esto sea así, pero confía en que el recelo a la información cada vez va a ser menor debido a la imposibilidad de un investigador de abarcar todos los temas él solo.
–El año pasado hubo más de 2000 espectáculos en la Ciudad de Buenos Aires. ¿Cómo hacen para suplir la falta que les genera la imposibilidad de ver todas las obras que deberían para sus análisis?
Jimena Trombetta: –Lo bueno es que la investigación no sólo se hace a partir del acontecimiento, aunque poder verlo es lo más indicado, sino que también hay otra serie de materiales residuales que te ayudan a la hora del análisis, tales como fotos, críticas o entrevistas propias o de otros, o los textos dramáticos. Si yo no tengo nada de eso y sólo vi el espectáculo me siento tan en el aire como si tengo todo eso y no vi la obra. Porque ahí entramos en un tema complejo como es el de la memoria. El teatro es efímero y si vos no tenés material sobre el cual apoyarte se vuelve muy complejo poder reconstruir una obra que viste una sola vez.
–De todos modos, hoy muchos investigadores estudian fenómenos presentes y no del pasado. ¿Consideran que hacen un trabajo cada vez más parecido al del periodista y que se alejan del rol del historiador?
Ricardo Dubatti: –Sí, es que hoy están pasando muchas cosas que está bueno tratarlas con la inmediatez del periodismo. No tiene sentido estudiar dentro de veinte años lo que está pasando hoy y además eso sería contraproducente porque muchas cosas se perderían, los protagonistas no recordarían todas las cosas y sería un problema que el futuro se prive de estas cosas. Como investigadores tenemos que tratar de registrar todo lo que podamos en el momento en que sucede, si bien sabemos que nunca vamos a poder lograr abarcar la totalidad.
J. T.: –De todos modos, creo que igual todavía tenemos cierta metodología del historiador porque lo que vamos armando es un material que se convierte en documento. Y además porque no plasmamos nuestra experiencia personal en torno de los acontecimientos que estudiamos, sino que tratamos de probar una tesis a partir de otras voces autorizadas y objetivas. Por otro lado, al estar inmersos en la época actual, que muchas veces es el objeto de estudio, no sé si podemos arriesgarnos a decir cómo son las cosas. En ese sentido quizá necesitamos algo más de distancia.
–Muchos de los jóvenes investigadores hoy son también actores, directores, técnicos o dramaturgos. ¿Cómo convive lo artístico propio con la investigación sobre el arte que cada uno lleva a cabo?
Ezequiel Obregón: –Yo además soy dramaturgo y me sorprende que siempre hay mucha gente que me dice que no puedo hacer las dos cosas. No coincido, para mí no es una lucha entre una cosa y la otra, yo puedo hacer tranquilamente ambas y hasta enriquecerme con eso. Mi última obra, por ejemplo, tenía mucho que ver con lo que investigué. Por otro lado, mi forma de hacer teatro ayudó a reformular mi mirada sobre el hecho teatral de los demás. Creo que mientras se trate de fortalecer el hecho teatral todo es bienvenido, porque escribir teatro también es un proceso de investigación.
R. D.: –Como dramaturgo tuve la oportunidad de ver cómo se arma y cómo se pone una escena y eso me ayudó para entender muchos elementos a los que como investigador no les estaba prestando atención. Un ejemplo es la iluminación. Rara vez me había detenido en ella como investigador, simplemente porque no había tenido una práctica que la involucrara. Luego de montar mi primera obra, prestarles atención a las luces pasó a ser un ejercicio casi obligado para mi trabajo analítico. Y así con todo. Empecé a entender otras cosas, otros detalles. De todos modos, yo creo que la investigación también es una práctica, no poética como la creación artística, pero una práctica al fin. Y ambas se enriquecen mucho.
–Suele decirse que un investigador se convierte en tal cuando produce un material. ¿Están de acuerdo?
J. T.: –Sí. El trabajo de escritura tiene que ser simultáneo al de la búsqueda de conceptos para aplicar a tu tesis y al armado de entrevistas, porque si no, se acumula toda la información y después es imposible sistematizarla. Además tenés que ir escribiendo para ver cómo te equivocás una y otra vez, hasta encontrar el camino correcto. Si no escribís no generás hipótesis y entonces no dejás nada concreto.
E. O.: –Lo complicado viene por eso. Por lo general la investigación no tiene que ver con un plazo a cumplir, salvo cuando hay una fecha de publicación. Lo más común es que uno vaya organizando su calendario, que se delinea en base a lo que uno puede, quiere, y lo que le pagan. Y el problema es que si no tenés una beca el trabajo es ad honorem o muy mal pago, entonces tenés que dedicarle mucho tiempo a otra cosa para poder vivir y te queda poco tiempo para ponerte a investigar.
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