TEATRO › LUIS AGUSTONI DIRIGE Y PROTAGONIZA CITA A CIEGAS EN EL TINGLADO
Aunque prefiere no actuar en las mismas puestas que dirige, esta vez aceptó porque el rol central de la obra de Mario Diament es Jorge Luis Borges, aunque nunca se lo mencione. “La palabra es el elemento clave para asomarse al mundo interior de los personajes”, explica.
› Por Cecilia Hopkins
El actor, autor y director Luis Agustoni vuelve a estar de estreno. El año pasado, luego de dar a conocer dos obras de su autoría –Claveles Rojos, bajo su dirección, y Tiempo de partir, en la que actuó conducido por Sebastián Bauzá–, comenzó los ensayos de Cita a ciegas, uno de los textos más conocidos de Mario Diament. Y aunque prefiere no actuar en las mismas puestas que dirige, esta vez aceptó el rol protagónico sin pensarlo demasiado: “Tardé un minuto y medio en decir que sí”, sonríe durante la entrevista con Página/12. Es que el rol central de Cita... es nada menos que Jorge Luis Borges, aunque en ningún momento se lo mencione. Pero, ¿quién otro puede ser este escritor argentino y ciego que habla del destino, el azar y las simetrías de la vida? El elenco se completa con Noemí Frenkel, Aldo Pastur, Inés Palombo y Adriana Salonia. Las funciones tendrán lugar en El Tinglado, Mario Bravo 948, los viernes a las 20.30 y los sábados a las 22.30.
La mayor parte de la obra de Diament transcurre en la Plaza San Martín, alrededor del banco donde el escritor se sienta diariamente. Por allí desfilan varios personajes que conversan con el ciego y entran en confianza con él hasta hacerle confidencias. A lo largo de la pieza, esas historias fragmentadas irán imbricándose unas con otras hasta incluir al mismo escritor. “Cita... es un thriller psicológico”, opina Agustoni. “Es una obra que depara al público fuertes emociones. Para comprender estos destinos cruzados surcados de encuentros y desencuentros, primero analicé lo que ocurría en esta historia, por qué sus personajes actúan del modo en que lo hacen y qué pasiones los mueven”, detalla. Intriga y misterio recorren lo que él considera las dos líneas conductoras de la acción: la obsesión de un hombre de mediana edad por una mujer joven y la historia de un amor platónico a partir de un encuentro casual, el cual tiene una resolución años después. “No es fácil explicar esta obra, parece una telaraña de historias, pero al verla se vuelve cristalina y profunda, de una sencillez digna de los autores clásicos”, describe.
“Estos personajes –afirma Agustoni–, que por alguna razón se ‘bajan’ de la vida, interrumpen su desarrollo emotivo, entran en crisis y toman rumbos contrarios a la construcción del amor y el trabajo, las dos ‘columnas’ que son la base de un mundo personal, como pensaba Freud. Así, echan por tierra lo que hasta el momento consiguieron”, analiza. Más allá de la situación anímica de los personajes, durante el montaje el director puso el foco en otro aspecto de la pieza, el cual hace alusión a la existencia de realidades paralelas. “Ante una opción que alguien toma en la vida, se puede pensar que, tal vez, en otra existencia paralela la misma persona pudo haberse inclinado por realizar otra elección”, afirma. Al considerar estas posibilidades, el director cuenta haber pensado en su propia biografía: “De los momentos críticos que viví, el fundamental fue la decisión de abandonar la carrera de Derecho, en la que me faltaban unas pocas materias para recibirme, y elegir el teatro, lo cual significó abandonar las claves culturales de mi propia familia, los modos en que ellos suponían que debía vivir”, relata. Pero estas decisiones que muchos podrían vivir como repentinas y hasta inexplicables, según el director, “van gestándose y madurando lentamente en uno mismo a lo largo de muchos años, ya que en el propio corazón va creciendo lo que uno será en un futuro”, explica.
En Cita..., la existencia de mundos paralelos plantea el tema del destino, “la trama de causas y efectos que llamamos azar y que los griegos llaman destino”, según dice Agustoni citando al propio Borges. “Armé una trama sobre estos hechos que parecen casualidades, con la esperanza de suscitar asombro y consternación en el espectador sensible.” Y aunque descree de los mensajes explícitos, el director sí se siente atraído por el teatro organizado alrededor de un texto potente: “La palabra es el elemento clave para asomarse al mundo interior de los personajes, por eso la palabra es el elemento sustancial para el teatro”. Defensor a ultranza de la subjetividad, Agustoni asume que su propio universo se nutre de un pensamiento paradójico, abonado por un virtual depósito de palabras e imágenes provenientes del campo de las artes y la literatura: “Es que el terreno de lo artístico está lleno de muchísimas probabilidades y contiene, en cambio, muy pocas certezas”, afirma.
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