Sábado, 8 de marzo de 2014 | Hoy
TEATRO › EN EL DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER, DOS OBRAS NECESARIAS
Ambas puestas prefieren no concentrarse exclusivamente en la violencia que sufren las mujeres, aunque es siempre un tema presente. “Si no hacemos nada con lo que esas mujeres hicieron, decimos ‘qué tremendo’ y ya, solamente hablamos de violencia.”
Por Sebastián Ackerman
A Mariana Pineda le plantean una opción: “Yo te quiero mía o muerta”, le dice el hombre que puede decidir si ella sigue viva o va al cadalso. Y Mariana elige. Terrible decisión, la de optar entre dos infiernos. Pero lo hace, ejerciendo es una de las formas de la libertad. “Romper el silencio” se plantea Natalia, y de eso se trata: asumir la palabra, hacerla propia cuando hasta ese momento ese espacio era un vacío llenado por otro. Página/12 convocó a las españolas Zaida Rico y Susana Hornos (autoras y directoras de Pinedas tejen lirios) y a Jorge Acebo (autor y director de Wake up, woman) para charlar sobre las luchas de las mujeres y cómo esas batallas pueden ser llevadas a las tablas. Está claro: la conmemoración del Día Internacional de la Mujer es la excusa para desarrollar la mirada teatral que, año a año, va dedicándoles más espacio a las reivindicaciones que diferentes sectores de la sociedad llevan adelante. Aunque en la obra a veces parezca que no todo sale como debería salir.
Pinedas tejen lirios es la segunda de una trilogía sobre mujeres republicanas que incluye a Granos de uva en el paladar, que ya transita por su cuarta temporada en cartel (los jueves a las 21 también en El Extranjero). “Ya hablamos de la memoria y de la igualdad. Y una trilogía republicana en Argentina tiene que hablar también del exilio”, prometen Hornos y Rico para la tercera parte. En Pinedas... “fuimos a buscar a la Mariana Pineda histórica, que tiene una vida que Lorca no retrató: hacía pasaportes falsos, ayudaba a sacar a gente de la cárcel, fue madre después de viuda, amante de su primo... Fue libre. Decidió que no decidieran por ella”, remarca Rico. Esta “primera estampa” es la que organiza el recorrido por otras tres escenas: Argentina de los ’70, con una montonera; Juárez, en México en el 2000, con las madres que reclamaban la aparición de sus hijas secuestradas; y una pareja en “una ciudad cualquiera” en el presente. “A raíz del estudio histórico de la vida de Mariana Pineda, nos preguntamos: ¿quiénes son las Marianas Pinedas de hoy? Este fue nuestro hilo conductor”, explican las autoras.
Wake up, woman aborda la cuestión de género como lo hacen Solas no más y La felicidad según Mabel Riviere, también de Acebo. Su trabajo logró el apoyo de diversas instituciones, tanto nacionales como internacionales. “El tema de género me seduce teatralmente”, cuenta Acebo, y cuenta que para esta obra, en la que narra la cotidianidad de una pareja que comienza como una historia de amor, tuvo que “animarse” a hablar de la violencia de género: “No podía acercarme a algo tan fuerte hasta que en el trabajo de investigación pude tener claro el rol de la mujer, por qué procesos pasa”, dice, y señala que le resultó más complicado construir una historia “que me permita no juzgar al hombre, que no sea el malo todo el tiempo. Que teatralmente no conviene, independientemente de la posición que cada uno tenga en la vida”, aclara, y recuerda que pudo hacerlo cuando participó de grupos de autoayuda de golpeadores: “Ahí pude armar los personajes, llenos de contradicciones, y esas contradicciones son las que los hacen humanos” (ver recuadro).
–¿Por qué trabajan en sus obras con las temáticas de las luchas de las mujeres y la violencia de género?
Susana Hornos: –Zaida y yo le dábamos vueltas a la obra: ¿Qué queremos contar? Y nos dimos cuenta de que queríamos contar que son las Pinedas del pasado las que les dan esperanza a las del presente. En ese sentido rescato la fuerza de las viejas, en el sentido histórico: fueron esas mujeres las que nos construyeron. Eso es positivo, y es esperanza para seguir adelante. Si uno se queda sólo en todas las mujeres que han muerto, decimos “qué tremendo” y ya. Y no es así, todas esas mujeres han muerto para que tú hoy consigas cosas, para que hoy seas libre. Si no hacemos nada con lo que esas mujeres hicieron, solamente hablamos de violencia. Por eso también hablamos de lucha, porque si no, lo que ellas hicieron no sirvió para nada.
Jorge Acebo: –No creo que la historia en nuestra obra hable de la lucha de las mujeres; me parece que habla de la lucha de las personas. Voy a lo educativo: está la conciencia de que se educa a la mujer para no ser golpeada, que no lo permita, y también hay que educar al hombre en el respeto, en la paz y la no violencia. Eso también se previene.
–¿Qué papel juega el teatro en esta concientización?
J. A.: –No hay que pensar que el teatro es didáctico, porque si no estaríamos haciendo otro trabajo, pero hay un punto en el que el teatro tiene la responsabilidad de un mensaje. Es un lugar donde la gente va a entretenerse, pero el entretenimiento tiene que servir para que tu cabeza esté siempre pendiente, que sirva para la reflexión, para un crecimiento personal. Por suerte, el “off” también da esta posibilidad de elegir qué contar, de qué manera, y qué es lo que querés dejar. El teatro, al menos en nuestro caso, incide mucho en lo social y hay que aprovechar esta movida para poder trabajarlo. Uno cuenta historias, se mete con cosas y estas cosas hablan del mensaje que uno quiere dar.
Zaida Rico: –Todo lugar de exposición requiere de una responsabilidad, al menos personal. Yo no hago teatro con Susana para decir una verdad; para mí no tiene que ver con la verdad, que es otra cuestión. La clave está en esta idea de las preguntas: el escenario es un lugar de preguntas, no sé si tanto de respuestas. Las respuestas se las va articulando el público, el teatro es una plataforma para irradiar interrogantes. Cuando un dramaturgo o un director ponen algo en escena, es porque hay cosas que le están quemando la cabeza, el corazón, la piel, y necesita replanteárselas. Pero es importante para mí rescatar que no es un lugar de verdad, porque cuando voy al teatro y veo obras que hacen eso, siento ese didactismo del que habla Jorge y me molesta.
Para contar estas historias, crearon puestas en escena con pocos elementos a la vista, privilegiando los climas creados por los actores (“y todo el equipo de trabajo”, rescatan los tres). “Hay que trabajar con la potencia del actor, y en esta obra hemos decidido que todo lo que sale, sale de escena, incluso la música. Una tela amarilla nos alcanza para abrir mundos, y los que los abren son los actores, sus cuerpos presentes y en búsqueda”, señala Rico, y Hornos afirma que “el público termina de cerrar la obra, y lo mismo pasa con los lugares. Es el que, cuando escucha el texto, la voz, se imagina esa casa, esa calle en México. Darle esa libertad también es una apuesta, y yo disfruto de ella mucho como espectadora. Será por eso que como directora la busco...”, plantea. Acebo reivindica al teatro como “juego, y en ese juego se va construyendo una estética de la obra”, en la que “para lo que queríamos contar, no necesitábamos más. No es el teatro convencional, que necesita una reproducción fiel para hacer sentir la realidad al espectador”.
Hay un cambio en la posición de enunciación que la continuidad de conmemoraciones como el Día de la Mujer y obras como éstas permiten en las luchas por la reivindicación de derechos y la conquista de otros: ya no es pedir que no les quiten, sino que reclaman por más. “Nosotras siempre decíamos que estas obras hablan de la violencia contra las mujeres, y hace un tiempo nos dimos cuenta de que en realidad, de lo que hablan es de la lucha de las mujeres por ser libres”, dijo Hornos en el estreno de Pinedas.... Ahora Rico detalla: “Viendo el hilo conductor de nuestra obra, las primeras Marianas mueren, pero si te fijás en la puesta, el acento está en el renacimiento más que en la muerte. Es obvio que mueren, es obvio que a la mayoría se las conoce por su muerte, pero también es cierto que el deseo está puesto en rescatar su vida y su lucha. Poniendo el foco ahí se evita una muerte más. La muerte de estas Pinedas no sirve a otras, sí su lucha”.
–Una obra está compuesta de cuatro actos que se relacionan, la otra trabaja con la cotidianidad de una pareja común. ¿Cómo fue la decisión de estructurar sus obras como lo hicieron?
S. H.: –Al principio teníamos la idea de sólo dos Marianas, la del pasado y la del presente. Pero nos empezamos a preguntar cuántas Marianas Pinedas han hecho falta para que yo pueda votar, estudiar, escribir, tener un compañero y no un marido. Empezamos a pensar historias y evidentemente una dramaturgia es una toma de decisión, y decidimos qué Pinedas queríamos rescatar: para nosotras era muy importante hablarle a Argentina porque somos españolas, pero creo que también somos argentinas ya; a México lo llevamos en el alma, por muchos motivos, y lo que ha significado para nosotras Juárez especialmente; y en el presente teníamos que estar, por eso decimos que es en cualquier ciudad de hoy. La violencia no pertenece a ningún lugar en especial. Ese es el cordón umbilical que nos guió. Optamos por lo que nuestro corazón y nuestra historia tiene; no tendríamos horas para hablar de todas las Pinedas que hay en el mundo.
Z. R.: –Vamos de la heroína a cualquiera de nosotras. Este camino lo entendemos de esta forma porque tenemos ese pasado; y a esa heroína no la subimos a un altar ni la adoramos, sino que nos replanteamos preguntas con ella, miradas desde el hoy. Pero son sus preguntas las que nos sirven de pasamanos para ir apoyándonos en este Pinedas tejen lirios, que al principio era un río caudaloso, que te arrastraba, y a través de Mariana Pineda comenzamos a poner unas piedritas para poder atravesar ese río.
J. A.: –En Wake up, woman hay dos líneas de acción que llevan adelante la obra. Una es la utópica, la literaria tipo Corín Tellado, que habla de un príncipe azul, de encontrar a alguien a quien amar en la vida, es la historia que se deconstruye; y la otra línea es cómo se construye esta historia que comienza siendo de amor en función de lo que sucede. Bajar de la utopía y enfrentarte a una relación en la que el sometimiento y la violencia hacen que se quiebre esa historia de amor, y cómo a partir de esos quiebres se puede seguir construyendo. Las dos líneas están todo el tiempo, este juego de la deconstrucción de la utopía y la construcción de la realidad me resultan muy interesantes. Frente a una historia de amor, hay que preguntarse qué pasa cuando algo se quiebra. ¿Hasta dónde llegamos?
* Wake up, woman se presenta los sábados a las 21 en Puentes Amarillos Club de Arte (Libertad 1230) y Pinedas tejen lirios los domingos a las 19 en El Extranjero (Valentín Gómez 3378).
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