Dom 27.07.2014
espectaculos

TEATRO › MECANICAS, DE CELINA ROZENWURCEL, DIRIGIDA POR FEDERICO BUSO

Relaciones descompuestas en el taller

Aunque presenta a cuatro mujeres en el atípico trabajo de la reparación de autos, la obra prefiere no quedarse en las cuestiones de género: Mecánicas se interna en las reacciones humanas frente a situaciones que se van acercando al límite del estallido.

› Por Paula Sabatés

Cada domingo, en un taller mecánico de Palermo Soho a cuya dirección se accede sólo a través de un pedido por mail, cuatro mujeres guiadas por el director Federico Buso desafían la lógica del espacio y hacen allí otra cosa: teatro. Con una estética muy realista –y no sólo porque se trata de un taller real, con autos, olor a nafta, calendarios gigantes y paquetes de bizcochitos de grasa–, Mecánicas se mete de lleno en ese mundo y cuestiona la premisa de que está reservado exclusivamente para hombres. Con una historia profunda, la obra escrita por la joven Celina Rozenwurcel demuestra que para el trabajo, el esfuerzo y los problemas no hay distinción de género posible.

Con actuaciones impecables, Laila Duschatzky, Marcela Peidro y Mariana Cavilli encarnan respectivamente a Perla, Iris y Susana, responsables del funcionamiento del taller de autos que la primera –la jefa– heredó de su padre. Los primeros momentos de la obra dejan ver la situación desfavorable por la que pasa el negocio, que está por fundirse y pareciera no tener salvación. Pero luego ocurre un hecho que cambiará todo: Perla se cruza accidentalmente en la vida de un conocido empresario sospechado de tener negocios ilegales, y su hija (interpretada por la misma Rozenwurcel), fascinada con la vida que llevan esas mujeres, pide ser pasante del taller, lo que hace que a cambio su padre tenga ciertas atenciones para con el local.

Uno de los grandes aciertos de la obra (tanto del texto como de la puesta en escena) es el manejo de los distintos climas. La llegada de Rola –cheta, inútil y sin noción de lo que quiere para su vida– desconcierta a Iris y a Susana, que le advierten a Perla que puede no ser una buena idea. Desde entonces, la tensión se convierte en otro personaje de la obra. Las tres mecánicas originarias hacen malabares para que la nueva no escuche sus conversaciones y no se dé cuenta de sus dudas y ésta hace de todo para que ellas no registren que viene de otro mundo (pese a que viste ropa de diseño y anda para todos lados con su fiel mascota, un loro en jaulita al que le dice “mi vida”). El espectador, destinatario último y real de esos esfuerzos, será entonces el encargado de reconstruir la estresante situación que se vive dentro del taller.

El otro gran logro es el tratamiento de la cuestión de género. Básicamente, porque lejos de caer en estereotipos y lugares comunes –algo posible y hasta esperable tratándose de una obra que llama la atención, en primera instancia, por escenificar chicas que arreglan autos–, Buso procura no darle más importancia de la que tiene al hecho de que sean mujeres mecánicas. Las actrices no son “machonas”, salvo quizá por sus vestuarios, que en definitiva están justificados por el tipo de trabajo que hacen, para no ensuciarse. Si bien ninguna es estrictamente femenina (salvo Rola, claro), tampoco presentan corporalidades exageradamente masculinas. Y tampoco desde el texto se da esa diferencia. Si en algún momento se deja entrever que hay un proveedor que siempre las deja para lo último por ser mujeres, no hay mayores referencias a otras reacciones negativas ni positivas por parte de los clientes sobre ese aspecto.

Y es que Mecánicas no se detiene en esa cuestión porque quiere llegar a otra. A una más profunda, que tiene que ver con cómo reaccionan (o no) las personas frente a determinadas situaciones y cómo todo lo que eso genera se va acumulando hasta explotar, hasta que ya no haya vuelta atrás. Habla de los vínculos, de las distintas personalidades. Y entonces no importa que las protagonistas sean mujeres ni que estén en un taller mecánico, sino solamente que sean sujetos que se relacionan, y en cuyos sentimientos puedan verse reflejados los espectadores. Espectadores que disfrutarán de la función acompañados por un té caliente y galletitas que el propio director les ofrece cuando entran a la sala, antes de que empiece la función.

* Para reservas e información, escribir a [email protected]

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