TEATRO › MIKHAIL BARYSHNIKOV PROTAGONIZA THE OLD WOMAN JUNTO A WILLEM DAFOE, DIRIGIDOS POR ROBERT WILSON
El bailarín y el actor ya hicieron sesenta funciones de este espectáculo creado por el director, basado en el relato homónimo del ruso Daniil Kharms. “El deconstruyó el lenguaje y resulta un autor muy interesante para descubrir”, afirma Baryshnikov.
› Por Cecilia Hopkins
Obra en doce actos y un epílogo, plena de imágenes que remiten al cine de animación de Tim Burton y al expresionismo alemán, hablada en inglés y en ruso, The Old Woman (La vieja mujer) es el último espectáculo creado por el norteamericano Robert Wilson, el cual reúne a dos figuras de proyección internacional: Willem Dafoe (actor de Beyond: dos almas, entre muchísimos otros films) y el bailarín y actor Mikhail Baryshnikov. Estrenada el año pasado en el Festival Internacional de Manchester, Inglaterra, tras un año de gira, en junio hizo funciones en la Academia de Música de Brooklyn. La crítica del The New York Times decía: “Piensen en las parejas inmortales de la comedia: Laurel y Hardy, Hope y Crosby. Ahora agreguen a esa lista a Baryshnikov y Dafoe. Ellos interpretan a un extraordinario dúo en The Old Woman, dirigida con arrasadora exactitud por Robert Wilson”. Los espectadores porteños (al menos los que puedan costear entradas que oscilan entre 350 y 1400 pesos) podrán tener una apreciación personal del espectáculo desde esta noche y hasta el 31 de agosto, en el Teatro Opera.
The Old Woman está basada en el relato homónimo del ruso Daniil Kharms, adaptado por Darryl Pinckney. Escritor de cuentos y novela breve a medio camino entre el surrealismo y lo que luego se conoció como absurdismo, Kharms murió en 1942 en un hospital psiquiátrico de Leningrado, poco antes de que los nazis sitiaran la ciudad. El autor, que había sido acusado por oponerse al régimen de Stalin, estaba preso desde agosto del año anterior, si bien ya había padecido cárcel en otras oportunidades luego de prohibírsele vender sus cuentos infantiles, considerados “decadentes y burgueses” y, en suma, material de propaganda en contra. La inanición fue la causa de su deceso. Por esto mismo, Pinckney y Wilson decidieron abrir el espectáculo con un poema del mismo Kharms que Dafoe y Baryshnikov repiten una y otra vez: “Así es como comienza el hambre –dicen al unísono los intérpretes–, en la mañana, uno se despierta sintiéndose animado/ pero entonces comienza la debilidad y el aburrimiento/ luego viene la pérdida de la razón/ luego viene la calma/ Y entonces empieza el horror”.
De tono cinematográfico, muy al estilo de otras producciones de Wilson (en 1999, en la segunda edición del FIBA, los porteños pudieron conocer su sello personal al ver su obra Persephone), la puesta de The Old Woman fue elogiada por su impactante presentación visual, su original diseño de sonido y la sofisticación técnica empleada en el movimiento escenográfico. En cuanto al relato expuesto, señalan las crónicas que, fiel a su estilo, el montaje del director nacido en Texas en 1941 abunda en repeticiones de acciones, algunas de ellas efectuadas en cámara lenta, dos de las características de su teatro que hablan de la influencia más notoria que le dejó la experiencia de haber trabajado con el compositor minimalista Philip Glass en 1976, en la puesta de Einstein en la playa.
En cuanto a la abundancia de situaciones inexplicables, la crítica interpretó que se debe a que “Wilson estiliza y deconstruye la enigmática historia de Kharms”. Es por esto mismo que se dice que su versión es aún más fragmentaria e incoherente que la historia original, la cual relata en tono de pesadilla el encuentro de un hombre –un escritor de novelas– con el cadáver de la misma mujer anciana que había visto hace poco en la calle, a quien determina encerrar en una valija y emprender con ella un viaje en tren, por temor a ser culpado de su muerte. En la versión de Wilson, Baryshnikov y Dafoe –maquillados con las caras blancas y peinados del mismo modo– visten trajes iguales con la única diferencia de la corbata, indicando así representar dos aspectos del mismo personaje. La proyección sobre el fondo del escenario de una imagen del propio Kharms junto al número de su ficha policial refuerza la idea de que The Old Woman es un homenaje al autor ruso. Aunque, según dicen los que reseñaron el espectáculo, “en ningún momento nada de eso queda en claro”.
Una crítica europea subrayó: “Sorprendentemente, cada uno de los actores se las arregla para encontrar un carácter y una expresión diferente dentro del estricto formalismo de Wilson”. Y más previsiblemente, señaló que “Baryshnikov se mueve con toda la gracia poética que uno esperaría de una estrella del mundo del ballet”. El proceso de creación del espectáculo duró dos años. Los ensayos comenzaron con Baryshnikov, quien había declarado a la prensa haberse sentido desconcertado y molesto consigo mismo dado que no conseguía comprender lo que Wilson quería de él. Todo fue mucho más llevadero un año después, dijo el intérprete luego del estreno, con la incorporación de Dafoe, quien ya había trabajado a las órdenes de Wilson en La vida y la muerte de Marina Abramovic: “El me ayudó a entender que en el marco estrecho que da Bob hay tanta libertad como en la danza”, dijo a la prensa el bailarín. “Mucha gente piensa –decía Dafoe en una entrevista– que la dirección y el diseño de Bob son tan precisos que no dejan lugar a la creación del intérprete, pero están equivocados. Es todo lo contrario. Bob libera la energía y el impulso creativo del actor al punto que uno está haciendo algo que no le recuerda a otra cosa hecha anteriormente. Es emocionante”, subrayó. El resultado, según se lee en las críticas, tiene puntos de contacto con el vodevil en cuanto a la sincronización de los movimientos, el canto y la voz. Wilson había dicho a la prensa que no se había centrado en las habilidades físicas de Baryshnikov, aunque sí quiso que el actor y bailarín hablase en ruso, por el sonido particular de esta lengua: “Trabajar con el sonido de un texto es para mí como jugar al tenis manteniendo la pelota en el aire y trabajar sobre la atención del público”, explicó.
Nacido en 1948 en Riga, capital de Letonia (entonces parte de la Rusia soviética y hoy república independiente), Baryshnikov desertó de la URSS cuando le fue concedido el asilo político en Toronto, en 1974, durante una gira en Canadá. Quince años después, ya era ciudadano norteamericano naturalizado. Hoy dirige en Nueva York un Centro de Artes que lleva su nombre. Misha, como se lo conoce en la intimidad, llegó a la Argentina con varios días de anticipación porque quería conocer Mendoza: “Viene a visitar bodegas y a tener experiencia in situ del mundo del vino”, explicó en estos días al diario Los Andes la ministra de Cultura Marizul Ibáñez. La experiencia fue, según resumió el mismo Baryshnikov ante Página/12, muy satisfactoria: “Degusté el merlot y otros vinos muy buenos, me mostraron todo el proceso de elaboración, disfruté de la montaña, de sus colores, del clima cálido. Después tuve un encuentro con jóvenes actores y bailarines (fue en el teatro Independencia, ante 500 personas), allí me hicieron regalos muy lindos, como una camiseta de la Selección Argentina, con el número 10 pero con mi nombre impreso”, enumeró sonriente. Y agregó: “Me gusta mucho el fútbol, crecí viendo partidos, sabiendo que el mejor fútbol se juega acá y en Brasil”. De su estadía en Buenos Aires, el coreógrafo y bailarín destacó su visita a una milonga: “Aunque me gusta mucho, no bailo tango, porque hacerlo bien lleva años y a mí no me gusta hacer las cosas por la mitad, así que solamente soy un voyeur de la milonga, saco muchas fotos. En cambio, Willem (por Dafoe) sí baila, incluso viene a Buenos Aires a tomar clases. Ese es su secreto”, reveló entre risas.
–¿Es conocido Daniil Kharms en Rusia? ¿Usted lo leía cuando vivía allá?
–Sí, yo lo leí. No es famoso como Dostoievski, pero sí, se leen su poesía y sus cuentos, especialmente los que escribió para niños. En Europa y Estados Unidos se volvió muy conocido desde los años ’60 y ’70. Hay muchas ediciones de sus obras y también trabajos críticos sobre él. Como autor de vanguardia, Kharms deconstruyó el lenguaje y resulta un autor muy interesante para descubrir.
–La crítica compara la dupla que componen en The Old Woman con otras de afamados actores cómicos. ¿Usted diría que esta es una comedia?
–No, no diría eso, aunque la obra sí tiene elementos de comedia. Lo que ocurre es que las producciones de Wilson son muy difíciles de encasillar, no entran en ninguna categoría. Alguna gente cree que es un vodevil; otra, que es una farsa trágica; otros dicen que es circo teatral... Es maravilloso que la gente tenga tantos pensamientos diferentes acerca de una misma cosa.
–Además del primer texto, el poema sobre el hambre con el que abre el espectáculo, ¿hay otros textos que se suman al del cuento de base?
–Sí, Wilson incluyó otros escritos de Kharms que aparecen como inyectados en el espectáculo. Son anotaciones de su diario personal y observaciones que él escribía en los márgenes de los libros. Parece difícil de entender, pero todo estará con traducción y el espectador no podrá perderse.
–¿Le resultó complejo el proceso de creación?
–Sí, fue muy exigente. Wilson da una visión de lo que quiere, traza un marco, y dentro de ese contexto uno ya adquiere libertad. Pero, a la vez, cada segundo está medido. Así que las funciones también son muy exigentes. El maquillaje, por ejemplo, es muy denso y a eso hay que acostumbrarse, porque hay mucha gesticulación. Esto tiene que ver con una figura como Buster Keaton, pero también con algo del expresionismo alemán y con el teatro asiático, como el Noh. A Wilson no le atrae el teatro psicologista, sino aquel teatro que tiene rasgos de mucha formalidad y estilización. Wilson juega mucho con la repetición de textos y acciones.
–¿Qué pasa si uno de ustedes se pierde?
–(Risas.) Sí, puede ocurrir y eso puede ser un desastre. No digo que no nos pasó nunca, pero ¡pudimos arreglarlo bien! Ya hicimos sesenta funciones, así que sabemos que tenemos que estar muy concentrados, muy fríos, para no confundirnos. El espectáculo tiene muchísimas partes: algunas son relajadas, otras suben en tensión. A Wilson le gusta mucho trabajar con opuestos. También cambiamos de idioma, de personajes, hasta de género. Estoy muy feliz haciendo esta obra: Bob sacó de mí cosas que nunca imaginé que iba a mostrar. No es mi primer trabajo teatral, pero nunca antes había hecho uno tan complejo como este.
* The Old Woman, Teatro Opera (Corrientes 860). Funciones hoy, mañana, sábado 23 y domingo 24. Repite 27, 28, 29, 30 y 31 de agosto.
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