Jue 03.08.2006
espectaculos

TEATRO › EL ESTRENO DE “¡JETTATORE!” EN LA PROVINCIA DE LA RIOJA

“La obra motivó algún chiste”

El director Daniel Suárez Marzal y el actor César Torres hablan del clásico de Gregorio de Laferrère, que llegó a la provincia de Menem gracias al Programa Federal del Teatro Cervantes.

› Por Cecilia Hopkins
Desde La Rioja

Luego de los estrenos previstos en Formosa, Tucumán y Mendoza, la última de las propuestas del año del Programa Federal impulsado por el Teatro Cervantes acaba de subir a escena en la ciudad de La Rioja. Se trata de ¡Jettatore!, obra de Gregorio de Laferrère que, bajo la dirección de Daniel Suárez Marzal, interpretan los actores de la Comedia de la Provincia en el remozado Teatro Víctor María Cáceres. “Recibí muchas críticas por haber puesto tanto en la remodelación de esta sala”, confió a este diario el gobernador provincial Eduardo Maza, presente en la noche del debut. La familia teatral riojana, en cambio, está disfrutando de la posibilidad de ver teatro en un ámbito especialmente diseñado para ello. La pieza, un vodevil satírico, clásico del teatro argentino, cuenta con la escenografía de Horacio Pigozzi, una decena de cajas rodantes que mueven los mismos actores. En rigor, uno de los puntales de la agilidad que adquirió esta puesta que, según acotan sus responsables, busca instalar nuevas convenciones o, más bien, ir al rescate de las antiguas formas de actuación: “Tuve que hacer un doble acercamiento; encarnar a un capo cómico de los de antes que, a su vez, interpretaba al personaje de Don Lucas”, explica a Página/12 el actor César Torres, a cargo del maduro cortejante de la muchacha cuyo novio encuentra la solución para sacárselo de encima creándole fama de mufa, impidiendo así que continúe con sus visitas a la casa. “El tema de la superstición me pareció muy adecuado para la región donde íbamos a realizar el proyecto”, cuenta Suárez Marzal. “Además, la obra motivó de entrada algunos chistes, por el hecho de que al protagonista lo tildan de yeta y estrenaríamos en la provincia de Carlos Menem”, bromea el director.

Hijo de un hacendado de origen francés, Gregorio de Laferrère ocupaba una banca como diputado nacional por Buenos Aires cuando, en 1904, debutó como dramaturgo con esta obra, a cuyo estreno en el antiguo teatro Comedia (hoy Liceo) por la compañía de Jerónimo Podestá asistió el entonces presidente Julio A. Roca. “Que un pituco como Laferrère le diera su obra a los Podestá habla a favor de la valorización del teatro popular, algo que también nos debemos nosotros: la improvisación y el juego nos permiten mantener una frescura que, para obras como ésta, resulta esencial.” La puesta saldrá en gira por las localidades riojanas de Chamical, Famatina y Chilecito, entre otras, antes de su presentación en el teatro Cervantes, el próximo 13 de septiembre.

–¿Le fue asignado el texto junto a la provincia donde lo estrenaría?

Suárez Marzal: Julio Baccaro había diseñado este programa que, al asumir en marzo el nuevo director del teatro Cervantes, Alejandro Samek, se está llevando a cabo. Con Julio pensamos en muchos títulos y yo, finalmente, me decidí por ¡Jettatore!, pensando en la supervivencia de los mitos y supersticiones, muy propia de esta zona del país.

César Torres: Sí, el pensamiento mágico está muy metido en la gente. Aquí, sin distinciones de extracción social, todos respetan creencias muy antiguas, como la Salamanca o el Mikilo, duende travieso que sale a la hora de la siesta.

–¿Aquí en La Rioja también se creía que el ex presidente Menem era mufa?

C. T.: De él no se decía que era mufa, pero sí circulaba la leyenda que lo hacía alimentando a un “viborón”, animal representante del diablo que, a cambio de entregarle a sus seres queridos, le aseguraba fama, fortuna y poder...

S. M.: Todos los actores conocían a alguien que hubiese visto a alguno de los seres sobrenaturales que hay aquí. Creo que así la obra asume algo más que el candor que tiene, correspondiente a la comedia reidera de otra época. En su estilo, Laferrère fue una especie de Truman Capote, que se rió de la sociedad de su tiempo.

–¿Cómo decidió los cambios que concreta esta versión?

S. M.: Busqué referirme con los personajes a cierta clase media y sacar la acción de su época, para universalizar al clásico. Creo que insistir en una mirada historicista es un error, así que reemplacé las menciones a las carreras con el fútbol, cambié algunos términos y aliviané muchas escenas. Pensé en el tango pero porque ya es una expresión que está en todo el país.

C. T.: Sí, acá también aquí se lo baila y escucha. Y aunque la obra tenga un ambiente porteño, la impronta cultural del actor sale siempre. Cuando vayamos al Cervantes tampoco nos vamos a preocupar por nuestro propio modo de hablar; en todo momento trabajamos sin imposiciones.

–¿Cómo piensa que será la recepción de la obra en las ciudades del interior de la provincia?

C. T.: Nosotros solemos hacer funciones en lugares donde la gente baja de los cerros para vernos. Es un público virgen y, por eso, debemos elegir con cuidado las obras que llevamos. Con ésta, los actores recuperamos el gusto por jugar y romper algunas de las reglas que nos enseñaron. Y si el actor disfruta con lo que hace, el público sabe apreciarlo.

S. M.: Si en la puesta fuimos, de algún modo, infieles al autor, le fuimos fieles en la intención de hacer un teatro popular. Nuestra idea fue volver a los orígenes del teatro argentino.

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