Lunes, 8 de septiembre de 2014 | Hoy
TEATRO › PAULA RANSENBERG REESTRENO SU ESPECTACULO PARA MI SOS HERMOSA
En su notable unipersonal, la actriz interpreta a un universo de mujeres que sueñan con volver a encontrar a un mago desaparecido durante un truco. “Lo que más me gusta de estos personajes es la mezcla entre lo cómico y lo trágico, lo terrible”, señala.
Por Paula Sabatés
Hay magia en Para mí sos hermosa, unipersonal que Paula Ransenberg reestrenó en una de las salas de Timbre 4. Literalmente, porque la obra gira en torno de un mago desaparecido durante un truco, y también en sentido figurado, porque la actriz –multipremiada por este trabajo–recrea con exquisitez todo un universo de mujeres que lo lloran, con la ilusión que sólo el teatro hace posible. También, porque esa ilusión –a la que la teatrista reconoce como el eje de la obra– es lo que nunca pierden la viuda, la amante, la nieta, la aprendiz y las siamesas que lo asistían en sus shows a Harry Vansky (todas en la piel de Ransenberg), que hasta el final mantienen la esperanza de que salga con vida del baúl en el que se encerró para un truco de escapismo, y del que nunca más salió. Es 1940, y en la feria de variedades húngara que propone el espectáculo dirigido por Marcelo Nacci, las preguntas de estas mujeres son muchas. ¿Se escapó? ¿Se murió? ¿Las abandonó?
Con algo de experiencia en eso de estar sola en escena (ya había actuado en Sólo lo frágil, unipersonal que coescribió junto con la directora Luciana Dulitzky), Ransenberg se luce en cada rol que desarrolla sobre el escenario. Sobre todo con el de las siamesas, un par dispar que la actriz construye de forma precisa y desopilante, y que ella misma admite que es tan potente que “podría tener un espectáculo propio”. Tanto a ellas como a las demás mujeres –despechadas, tristes, desconcertadas–, la también dramaturga de la obra las hace recordar. Y esa memoria, que es en cada caso distinta y en todas parece estar algo distorsionada, es la que permitirá al espectador crearse una imagen propia de Vansky, ese gran hombre ausente que nadie nunca verá ni oirá.
“El mago es una construcción. Una de las mujeres le cuenta al público que él le decía que era hermosa. Y no, no se lo decía, pero ella necesita pensar que sí. Los retazos del mago que cada una recuerda crean al actual, que no está, pero el público se imagina. Es confuso, hasta a mí me confunde un poco. Durante los ensayos le preguntaba al director si para él Vansky era un hijo de puta. Y se ve que él también estaba confundido, porque su respuesta variaba según el personaje que estuviéramos ensayando”, cuenta Ransenberg, que tiene una particular habilidad para el registro de humor.
–¿Cómo trabajó el tema de la ilusión? Porque en la obra aparece en forma doble: por el lado de la magia y en lo que se genera en las mujeres cuando piensan en volver a ver a Harry.
–Eso estuvo muy pensado, porque para mí la ilusión era el centro de la obra. Cada uno tiene un cuento que le marca la ida y en mi caso ese cuento es “El mago de Oz”. En él, todos están ilusionados con ver al mago para que les de algo que les falta, aunque al final ese mago era una mentira. Y a mí siempre me gustó esa historia porque me identifico, siento que hay algo que me falta, y por eso me muevo y hago teatro y todas esas cosas. Y “creo que lo que estoy buscando siempre es el amor, ese amor que convierta la vida en una maravilla, y eso me llevó a pensar en estas mujeres y en su ilusión. En la ilusión como algo bueno que las impulsa a hacer cosas y la ilusión que se crean para vivir en su burbuja y no moverse de ahí.
–Los personajes de la obra tienen una estética particular, que recuerda por momentos a la obra de David Lynch, Federico Fellini o Tim Burton. ¿Reconoce influencia de alguno de ellos?
–No consciente, aunque es verdad que si lo pienso, en el que más me reconozco es Fellini. Me encanta su trabajo y lo que más me atrae de los personajes de Para mí sos hermosa es algo que justamente encuentro en su obra, y es esta mezcla entre lo cómico y lo trágico, lo terrible. Son personajes medio fenómenos, medio patéticos, que por momentos causan gracia y por otros una gran tristeza. Son grotescos, pero cuando te metés en la piel de ellos decís “uy, qué vida”. Ese borde me atrae mucho.
–Lo que les pasa a los personajes es algo muy propio de la mujer. ¿Cree que tiene que ver con que usted los haya escrito?
–Yo no soy dramaturga, no escribo para otros. Lo poco que escribí fue para montajes especiales con alumnos, o alguna circunstancia así. Pero cuando escribo lo hago para mí, porque me imagino actuándolo. De hecho, la mayoría de las veces lo actúo antes de escribirlo. Así que naturalmente sí, esta historia es parte de mí y tiene una mirada femenina, porque yo soy mujer. No la hubiera podido escribir para hombres ni me hubieran salido personajes masculinos. Quizá en algún momento pueda hacerlo, pero por ahora no.
–La obra incluye a un muerto del que no se tiene el cuerpo. Es algo inevitable no pensar en la historia argentina...
–¿Sabés que quedamos para Teatro X la Identidad? Desde la organización estaban queriendo algo de humor y a mí al principio no me parecía, pero después pensé que sí, que por qué no, si la obra habla de un tipo que desapareció. No fue algo que se me vino cuando escribía, pero uno lo tiene adentro. Cuando yo digo en escena “nunca vimos el cuerpo”, o mismo la palabra “desapareció”, inmediatamente remite a eso. No son palabras o frases inocentes, y cada vez que las digo en escena me doy cuenta de eso.
–Por este espectáculo ganó varios premios, entre ellos uno curioso: el de actriz revelación. ¿Cómo toma este reconocimiento, siendo que hace muchos años que actúa?
–Es raro, pero creo que no hay que pelearse con eso. Yo hago teatro desde los 18, pero es verdad que muchísima gente no me conoce. Para los críticos recién ahora empiezo y entonces está bien, para ellos soy revelación. Obviamente para mí no lo soy, y para mi círculo más cercano tampoco. Qué se yo, con Claudio Tolcachir nos conocemos desde que somos chicos y empezamos a actuar. A él le va a parecer raro que yo sea revelación, como a mí me pasa con otros actores que conozco y también ganan ese premio. Pero bueno, así es el medio y hay que aceptarlo.
–¿Y en qué etapa de su carrera cree que está?
–En un buen momento, en uno de visibilidad hacia afuera, en uno en que estoy empezando a tener la posibilidad de trabajar con gente que admiro. Es un momento de crecimiento. Me encantaría hacer cine y tele, medios que hice, pero poco, y que me gustaría explorar mucho más. Con el teatro estoy re bien y re cómoda y quiero seguir así.
* Para mí sos hermosa se puede ver los domingos, a las 17, en Teatro Timbre 4, México 3554.
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