Dom 04.09.2005
espectaculos

TEATRO › PATRICIA ZANGARO, PARTICIPANTE DE LA FERIA DEL LIBRO TEATRAL

“La sociedad aniquila a los jóvenes”

La dramaturga presentó su libro Teatro para jóvenes, donde se da cuenta de dos proyectos de investigación con jóvenes, en la feria que finaliza hoy en el Teatro Nacional Cervantes.

› Por Hilda Cabrera

Escribir para jóvenes practicando el ida y vuelta en escena es una de las tareas de la premiada Patricia Zangaro, autora de Hoy debuta la finada, Pascua rea, Auto de fe entre bambalinas, entre otras obras, dramaturga de A propósito de la duda, espectáculo pionero de los ciclos de Teatro por la Identidad, impulsado por Abuelas de Plaza de Mayo, y piezas experimentales como Las razones del bosque, sobre la figura y los textos del ruso Anton Chéjov. Recreadora de clásicos argentinos (Don Chicho, de Alberto Novión) y universales (Las visiones de Simone Machard, de Bertolt Brecht; Shylock. El mercader de Venecia y La tempestad, las dos de William Shakespeare), es mimada por las editoriales especializadas en arte escénico, locales y extranjeras. Aguarda sin demasiada ansiedad –según dice– el estreno de una pieza inspirada en el bíblico El libro de Job y se alegra de la reposición de Tiempo de aguas, en la Universidad de Morón. Esta pieza, publicada en 2002, fue montada tiempo atrás por la compañía El Yunque, de Paraná. Sus obras han sido traducidas al inglés, francés y portugués. Entre las de mayor difusión se hallan Por un reino y A propósito de la duda, que figura en el Index on Censorship, de Londres (2001).
Su Teatro para jóvenes (Inteatro), presentado en la Feria del Libro Teatral que se viene realizando en el Teatro Cervantes (Libertad 815) y finaliza hoy, revela un aspecto esencial de su tarea. Integran ese libro Hic et nunc (aquí y ahora) y Fogata y luna, donde los procedimientos de investigación no difieren de los utilizados con intérpretes de trayectoria. “La diferencia se halla solamente en el marco pedagógico, que en el caso de estas dos obras es la escuela para adolescentes de Raúl Serrano, que dirige Helena Nesis”, apunta en diálogo con Página/12. Con esa salvedad, Zangaro se permite comparar esas propuestas con otros montajes para adultos, como Las razones del bosque, en 2002, en el Teatro Payró. Aquella elaboración sobre Chéjov fue dirigida por Diego Kogan. Con este director e iluminador, prepara actualmente un nuevo trabajo de “escritura escénica”. Se trata de Una comedia bareback sobre el sida. “El término proviene de las prácticas sexuales”, aclara. “Significa sin montura, sin preservativo. Una actitud a contracorriente de las campañas oficialistas que ponen el acento sobre la necesidad del uso del preservativo. Diego toma ese término a la manera de un desafío estético: sin montura en la vida y el arte. En carne viva.”
–¿Como actitud ante los miedos?
–Y ante los mitos y las “verdades oficializadas” de los discursos.
–¿Cuál es su lugar en este tipo de escritura escénica?
–Como autora, me integro al grupo de actores y al director, y escribo a partir del lenguaje que se genera en escena. Lo interesante en estos trabajos es que se va perdiendo “ajenidad”. Colaboran todos, y si bien se experimenta, en el transcurso de los ensayos cada uno de los que participan se aproximan al montaje.
–¿Dónde reside la diferencia entre un teatro pensado para adolescentes y otro para adultos?
–Las singularidades parten del mundo de cada actor y actriz. Las respuestas que recibo de los más jóvenes son fundamentales. En Hit et nunc, el grupo (siete chicas y un varón que rondaban los 18 años) se interesó muchísimo por el tema de la colimba. La obra se estrenó en 1996, cuando todavía estaban muy presentes los fantasmas del servicio militar y las imágenes de “los niños de la guerra”, los jóvenes enviados a combatir en Malvinas. Fogata... fue escrita en 1997. Surgió de improvisaciones sobre el travestismo, un tema muy de adolescentes que buscan su identidad (allí participaron chicos entre 15 y 17 años). Recordé entonces una obra de Shakespeare, Como gustéis (As You Like It), elegí una escena central y trabajamos sobre ella con gran libertad. Fue una tarea premonitoria, porque después me convocó el director georgiano Robert Sturua para que me encargara de la versión de Shylock... Luego hice La Tempestad, dirigida por el catalán Lluìs Pasqual, y ahora estoy preparando la de Rey Lear, una puesta de Jorge Lavelli.
–Aunque diferentes, en las dos piezas para jóvenes aparecen elementos mágicos. ¿Será por un deseo de modificar situaciones dolorosas?
–Puede ser. Comparada con Hic..., Fogata... es muy ingenua pero tiene todos los matices de la pasión amorosa.
–¿Cuáles serían hoy los temas adolescentes?
–No me siento autorizada a nombrarlos, porque si bien no pasó tanto tiempo de la realización de estos montajes, desde entonces sucedieron muchas cosas. Los problemas de los adolescentes son hoy más complejos. Quizá, la que tiene más contacto con el presente, y a nivel social, es Hic..., porque se relaciona con el filicidio. Nuestra sociedad aniquila a sus jóvenes. La tragedia de Cromañón lo puso de manifiesto. Fue el forúnculo que reventó. El filicidio es el costado más dramático y se relaciona con el desamparo.
–Situación de la que no escapan los adultos...
–Cuando desde distintos sectores de la población se coincide en que a los funcionarios y políticos no les importa cumplir las tareas para las que fueron elegidos, es porque hay conciencia de la irresponsabilidad de esa gente y el desamparo en que se vive. Lo increíble es que, a pesar de estos abandonos, golpes y frustraciones, cuando se recibe un algún apoyo explota la creatividad.
–¿De qué manera accede a los originales de Shakespeare?
–No trabajo en mis versiones como podría hacerlo una traductora, sino como dramaturga. Busco, fundamentalmente, que la versión tenga un lenguaje contemporáneo, fluido, y sea fiel al original. Cuando uno habla del verso en Shakespeare se está refiriendo al verso blanco, que no es solamente métrica, sino también ritmo: una sílaba débil y otra fuerte, una frase breve y otra larga. En su versión de Romeo y Julieta, el poeta Pablo Neruda vertió el ritmo del pentámetro yámbico al endecasílabo español. Una versión que admiro pero que no es equivalente. El idioma español es pura digresión. Entonces trato de que mi versión sea la “más cercana” a nuestros oídos. Me gusta investigar en los distintos niveles del lenguaje, porque no es lo mismo el discurso de un noble que el de un plebeyo. Eso sí, en Rey Lear rescato el lenguaje del bufón con sus largos y reveladores parlamentos en verso rimado.

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