Mar 03.03.2015
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TEATRO › CéSAR BRIE ESTRENA EL UNIPERSONAL FUI EN EL MARCO DE SU FESTIVAL

Cuando las pequeñas historias iluminan

› Por Cecilia Hopkins

“¿Tenés algo que decir, que gritar? ¿Sabes hacerlo? Hacelo, decí lo tuyo”, dice el personaje de Fui, el último unipersonal de César Brie, que el jueves 5 se estrenará en Buenos Aires en el marco de la tercera edición del festival que lleva su nombre. Con esta nueva producción abre el Festival Brie, para luego continuar con la reposición de otros tres títulos a cargo del elenco de la Compañía Teatro Presente que Brie dirige en Italia: El viejo príncipe, La mansa y Karamasov. La muestra, que se extenderá hasta el 2 de mayo, en esta oportunidad contará con dos sedes, el Teatro Banfield Ensemble, de Lomas de Zamora, como siempre, y el Galpón de Guevara, en el barrio de Chacarita (ver programación aparte).

El teatrista argentino trabaja en Italia luego de separarse del conjunto boliviano Teatro de los Andes, el grupo que había formado y dirigía desde 1990, tras su experiencia en el Odin Teatret de Dinamarca. En esta visita al país viene a mostrar lo que el año pasado aún estaba en construcción. “Quiero contar a través de una aparente historia familiar lo que cada uno de nosotros vive”, decía entonces el creador a este diario. “No tomando los grandes temas como el amor, el exilio, el luto, el abandono o la familia, sino iluminándolos desde lo particular”, explicaba, para concluir detallando su objetivo: plasmar pequeñas historias protagonizadas por un niño y sus padres, abuelos, hermanos y amigos, a los efectos de extraer elementos que le sirvan al espectador para reconocerse a sí mismo pero sin llegar a la identificación.

Para Brie, detrás de los acontecimientos se esconde un teatro en potencia. Y basta observar estos sucesos e interrogarlos para comenzar el proceso de construcción que lleva a su traducción escénica. Siempre teniendo en cuenta la relación existente entre lo bello y lo verdadero, una de las obsesiones del artista. Es por esto que para Brie el teatro no es un espacio para decir textos escritos por otros. Acerca de Fui, en el material de prensa, explica: “Detrás de palabras como amor, muerte, ausencia, dolor o alegría se anidan historias personales, rostros, malestares, añoranzas, hechos aparentemente ínfimos que marcaron nuestra existencia. Estamos habitados por estos hechos, nos pertenecen. Cada uno tiene un elenco de rostros, gestos, dramas y caricias personales. Fui indaga sobre el niño escondido en el viejo, sobre el viejo que se deshace del niño”, detalla.

“Realicé talleres con actores sobre recuerdos personales”, recuerda Brie vía mail. “De esos recuerdos extraje las figuras que marcaron la vida de la mayoría de las personas involucradas, los eventos y cosas comunes a ellos. Luego traté de encontrar las figuras que encerraban esos paradigmas y los arquetipos que aparecen en casi todas las existencias. Y después cotejé esas vivencias con las mías.”

–¿Así fue armando su autobiografía?

–Es una falsa autobiografía que interroga, en realidad, las biografías de los presentes. Porque allí donde coincidía lo mío y lo vivido por los otros me referí a mis verdaderas experiencias; allí donde no coincidían, inventé hechos como si hubiesen sido vividos por mí. De modo que hablo de mí cuando toco lugares comunes a los demás.

–¿Cómo realizó el montaje?

–Con ese material, imágenes y objetos comencé a escribir el texto y a armar el montaje. Lo primero que ideé fueron las cuatro estaciones que unen las figuras presentes en la escena: otoño e invierno para la madre y el padre y primavera y verano para la abuela y el niño.

–En Fui también está presente el tema del oficio del teatro y las dificultades que encuentra el actor para sobrevivir de su arte. ¿Cuáles son las diferencias que sobre esta cuestión encuentra entre lo que ocurre en Italia y en la Argentina?

–El teatro en Italia sufre de un mal diferente al que aqueja el teatro argentino. En los años ’70 se decidió, contra el parecer de la inmensa mayoría de los actores llamados a expresar su opinión, crear los teatros estables de Búsqueda (Stabili della Ricerca). Esta decisión tomada por los tres partidos más grandes de Italia (demócrata cristianos, socialistas y comunistas) provocó el confluir del poco dinero destinado a la experimentación teatral a grandes estructuras dirigidas por artistas que terminaban por producir sus propias obras y poco más, dejando la experimentación nueva y a la juventud abandonada a sí misma y sin recursos.

–¿Y qué sucede en la actualidad?

–La crisis actual ha llevado a que estos grandes teatros intercambien sus obras sólo por razones económicas. Lo nuevo, si es bello, tiene apariciones fugaces en los grandes teatros. Y se sostiene en las periferias, donde es difícil sobrevivir porque el Estado exige a cualquier teatro por pequeño que sea tributaciones excesivas.

–¿Cuál es el rol de los asesores?

–Destruida la posibilidad de sostenerse con la venta de entradas como se hace en la Argentina, los artistas independientes deben esperar a que algún “asesor” los considere. Dinámica de la que son cómplices los artistas que una vez representaron “lo nuevo”. Este triste panorama ha sido apenas corregido con la nueva ley del teatro, que no cambia la sustancia del problema.

En cuanto a El viejo príncipe, se trata de una creación de Brie inspirada en El principito, de Antoine Saint-Exupéry. “Tengo 60 años, edad en que se empieza a desear que alguien cuide de nosotros”, dice el director y dramaturgo. “Imaginé entonces un viejo príncipe con la enfermedad de Alzheimer que pierde –o recupera– la memoria. Trabajé con los actores creando imágenes y metáforas sobre el tema del abandono, sobre el hecho de sentirnos indefensos y sobre la amistad”, describe. Interpretada por Manuela De Meo, Daniele Cavone Felicioni y Pietro Traldi, la obra muestra la relación entre el viejo principito encerrado en un asilo de ancianos y Antoine, el enfermero que cuando comprende que el viejo le está enseñando a vivir en forma diferente llega la hora de que su interlocutor regrese a su planeta.

Las otras dos obras que se presentan en el festival tienen que ver con la literatura de Fiodor Dostoievski. Interpretada por Clelia Cicero y Daniele Cavone Felicioni, La mansa es la versión teatral del cuento que lleva el mismo nombre, escrito por el autor ruso en 1876. En este texto, un prestamista y militar retirado que se había casado con una adolescente para rescatarla de la pobreza habla con el cadáver de su esposa, a seis horas de haber fallecido. En cuanto al armado de Karamasov, Brie cuenta: “Reduje la novela imponiéndome no enamorarme de las palabras. Más de mil páginas fueron reducidas a 65 páginas de guión. Enteros capítulos fueron sintetizados en aforismos, personajes secundarios eliminados, otros unidos en un solo personaje. Creo que el espíritu de la novela quedó vivo luego de esta destilación”, sostiene. Esta versión libre de la novela publicada en 1880 está interpretada –además del propio director y de los mencionados Cicero, Cavone Felicione, De Meo y Traldi– por Gabriele Ciavarra, Giacomo Ferrau, Federico Manfredi y Adalgisa Vavassori. “Los niños son los protagonistas ocultos”, explica Brie. “El desgarro del dolor infantil nos conduce al dolor de todas las guerras, a la soledad de los inermes, a la injusticia del dolor como medida de los hombres, cuya deuda es pagada por los inocentes.”

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