TEATRO › INDISCRIMINADAMENTE DISCRIMINADOS, CREACION DE LA COMPAÑIA OVEJA NEGRA
La obra de la compañía de teatro integrado, de la que participan actores con capacidades diferentes, desarrolla tres historias de maltrato, desigualdad y opresión.
› Por Candela Gomes Diez
La dramaturgia como juego colectivo. La apuesta por lo diverso desde un arte entendido como expresión política concreta. Una teatralidad en su máxima expresión. Tres escenas representadas y el eje de la discriminación como problemática que sobrevuela la puesta, llama a la reflexión y arranca risas. Todo eso es Indiscriminadamente discriminados, creación de la Compañía Teatral Oveja Negra, que lleva casi un año girando por festivales, encuentros de diversidad, sociedades de fomento, escuelas y universidades.
La obra de la compañía de teatro integrado, de la que participan actores con capacidades diferentes, transcurre en tres escenarios –una parada de colectivo, una escuela y una fábrica–, en los que se desarrollan historias de maltrato, desigualdad y opresión. Los prejuicios de clase, la xenofobia y el abuso de poder son algunas de las temáticas que se repiten y generan en el público un doble proceso de identificación y crítica. “Hablamos de un tema del que todos somos responsables”, sostiene su directora Gisela Amarillo, quien además es profesora nacional especializada en Discapacitados Mentales y Sociales, psicodramatista y actriz.
Según revela, la formación de Oveja Negra, compañía que dirige, “comenzó por una inquietud”, motivada por sus veinte años como docente en la Escuela de Recuperación y Educación Especial Portal del Sol. “Le propuse a la directora de la escuela la idea de hacer un taller de teatro y aceptó. Como profesora de educación especial, siempre me había orientado a trabajar en distintos talleres vinculados con el arte, y veía que en esos espacios los pibes daban respuestas que no podía lograr siendo maestra pedagógica. A través de ese abordaje, entonces, vi que había otra conexión, y lo que vino de ahí en más fue muy interesante. Como el taller comenzó a dar resultados, y los chicos comenzaron a tomarlo como un espacio propio, armamos en la escuela el Grupo Teatral El Reju. En un segundo momento, quisimos profesionalizar este trabajo, y cuando los chicos egresaron, como tenían mucha vocación y querían ser artistas, armamos esta nueva compañía”, cuenta.
Desde el 2013, el colectivo se reúne todos los domingos a la tarde en un club vecinal de Villa Madero (La Matanza), y en esos encuentros tomó forma Indiscriminadamente discriminados. “Trabajamos sobre las problemáticas sociales y nuestra dramaturgia surge de los relatos, crónicas e historias de las personas de nuestro entorno. Primero seleccionamos los relatos más productivos, dramáticos y lúdicos, y luego armamos la escena y el texto”, explica Amarillo, quien confiesa haber creado su propia metodología de pedagogía teatral a la que define, entre risas, como el “método Amarillo”, que implica construir lazos de solidaridad entre los actores. “Creo en una red vincular, de afecto, reconocimiento y admiración hacia el compañero, como punto de partida, porque tiene que haber un buen ambiente. El teatro es un lugar donde uno se expone, se equivoca y pone el cuerpo, entonces es necesario estar sostenido y contenido”, agrega la responsable de la puesta que involucra al espectador y le hace ver que todos podemos discriminar y al mismo tiempo ser discriminados.
–¿Cómo es la experiencia de hacer teatro integrado?
–Es un trabajo costoso como el de toda compañía teatral. La experiencia de hacer teatro integrado es un trabajo de ensayo y error. Antes de que empiece cada función, les digo a los actores que tienen que jugar, salvar al compañero frente a un error, divertirse y estar conectados. Con eso ya salvamos una obra, porque haciendo todo eso lo demás viene solo. Si un actor se olvida el texto, no me importa, porque lo importante es estar conectados y que en ese juego grupal pase algo. Lo mismo ocurre en el teatro convencional.
–La puesta es producto de una creación colectiva. ¿Cómo surge el texto?
–Continuamos con la misma línea de la dramaturgia colectiva. Elegimos como tema la discriminación, y entre los actores y los docentes de la escuela investigamos situaciones de la vida cotidiana. La idea era hablar de la discriminación no desde el lugar del discapacitado, porque eso era caer en un lugar común, sino desde las historias que nos pasan a todos. Que un chico con Síndrome de Down le diga a otro: “Volvete a tu país”, tiene un impacto. Esta es una sociedad que exige demasiado lo homogéneo, entonces cuando alguien rompe con el modelo que se pide, se queda afuera. Nadie escapa de los decires de la discriminación. Todo el mundo celebra la diversidad y la integración, pero en algunos casos es un discurso, porque el prejuicio hacia el teatro integrado existe. Nosotros hacemos un hecho artístico, pero sin embargo tenemos que lograr que se instale como una obra de teatro más allá de la discapacidad. Tomamos este tema porque buscamos que el espectador se identifique. Desde mi visión como directora, creo que cuando vas al teatro algo te tiene que suceder, y tenés que salir modificado. Y no estamos haciendo de eso un golpe bajo. El público se moviliza, y eso está buenísimo.
* Indiscriminadamente discriminados puede verse en Teatro Pan y Arte (Boedo 876), los viernes de abril, a las 20.30.
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