TEATRO › VIRGINIA INNOCENTI DIRIGE LA OSCURIDAD DE LA RAZON EN EL C. C. DE LA COOPERACION
La actriz y cantante debuta como directora con una obra de Ricardo Monti que ella protagonizó en 1993. “Me conmueve profundamente y sentía que mi alma estaba en peligro si no se volvía a abrazar con su poesía”, confiesa.
› Por Paula Sabatés
Dice Virginia Innocenti que el actor es “un médium que utiliza su instrumento para construir una verdad que pueda conmover a los otros”. Y que “si bien es un juego, actuar no deja de ser un ritual muy profundo que, cuando se hace de verdad y con pasión, puede ser un tanto agotador”. Por eso, para su vuelta al teatro (esta noche a las 19.15 en el Centro Cultural de la Cooperación), la actriz y cantante eligió, por primera vez en su larga carrera –actúa hace casi treinta años–, ponerse del otro lado del ritual, del lado del director. Y, “como no podría ser de otra manera”, asegura a Página/12, lo hará con uno de los textos que más la marcaron: La oscuridad de la razón, de Ricardo Monti, obra que ella misma protagonizó, bajo dirección de Jaime Kogan, en 1993.
Concebida como una tragedia moderna, la pieza escrita por Monti (una de las menos representadas en la Argentina) es una reescritura del mito de Electra en una ambientación sudamericana. De estructura poética, y con nueve personajes bien delineados, hace una reflexión sobre el poder y quienes lo ejercen. También sobre el lugar de la mujer y “la importancia de una mirada femenina del mundo”, según Innocenti, que para esta nueva puesta de la obra convocó a un elenco formado por Ana Yovino, Luciano Suardi, Pablo Mariuzzi, Lorena Szekely, Maia Mónaco, Daniela Salerno y Juan Luppi, quien hace el personaje protagónico: un poeta que regresa a su tierra natal desde Francia luego de la muerte de su padre.
“Hace unos años que empezó a regresar a mí este texto con una frecuencia inquietante. Es una obra de música pura. El cuento se podría resumir en una carilla, pero lo maravilloso es la cantidad infinita de significados que se abren en cada coma, en cada renglón”, sostiene Innocenti sobre la elección del material. “No es que me propuse dirigir y luego pensé qué obra trabajar. Fue algo que se dio naturalmente. Para ser más clara, es una obra que me conmueve profundamente y sentía que mi alma estaba en peligro si no se volvía a abrazar con su poesía”, confiesa la actriz, que el año pasado encarnó, también en el Centro Cultural de la Cooperación, a la emblemática Anna Magnani en Noches romanas.
Además de ese, otro motivo la llevó a elegir La oscuridad...: una promesa que le hizo a Kogan en su lecho de muerte. “Le dije que iba a continuar con su obra. Me siento un poco hija de la dupla Monti-Kogan, porque con ellos hice en teatro los trabajos más importantes de mi camino artístico”, cuenta Innocenti, que también trabajó con los teatristas en la adaptación de Rayuela que recorrió el mundo, y en la que interpretó a La Maga. Ese memorable papel le valió la nominación al Premio ACE como Mejor Actriz Dramática, rubro en el que compitió por primera vez, justamente, cuando interpretó el papel de Alma en la obra que ahora dirige.
Sobre el nuevo rol que asume, Innocenti asegura: “Dicen que cuando una obra está bien dirigida, el director desaparece. Ojalá yo pueda desaparecer y mis compañeros sean los que brillen”. Marcada fuertemente por Kogan, pero también por Suardi y Leonardo Favio, quienes la dirigieron en Dijeron de mí y Gatica, El Mono, respectivamente, la actriz dice que no sabe cómo se aprende a dirigir, pero que intenta “trabajar con los actores en un buen clima, por sobre todo”. “Me propongo darles el trato que a mí me gusta que me den. Entiendo que estoy para acompañarlos en el proceso creativo, y también que la responsabilidad y la totalidad de la obra la tengo yo en mi cabeza. Les pido que confíen en que estoy ahí para cuidarlos y para intentar que surja de ellos lo mejor que tengan para dar.”
Para los detalles del espectáculo, la flamante directora confió en el escenógrafo y vestuarista Julio Suárez, la iluminadora Leandra Rodríguez y la música Maia Mónaco, y junto a ellos diseñó una puesta minimalista, en donde la palabra poética es la protagonista absoluta. La obra está ubicada temporalmente a principios de 1800, pero en esta versión se utilizan materiales modernos para el vestuario, y también para alguno de los elementos. “Quería romper la temporalidad, que lo esencial fuera la carnalidad y la pasión de los personajes”, cuenta, y agrega: “Es una obra que tiene un alto nivel de erotismo y de perversión. La que se ve en escena es una familia bastante endogámica”.
Con La oscuridad de la razón, Innocenti vuelve a apostar al teatro independiente, lugar al que siempre vuelve. Sus razones son varias: “En primer lugar, salvo en el teatro no hay mucho lugar para la poesía, algo que para mí es necesario para el alma. Además, me gusta la atracción a sangre. Me atrae el ritual, lo primitivo de estar con un grupo de personas respirando el mismo aire en un tiempo y espacio determinado”, sostiene. Y concluye: “Por sobre todo, el teatro me hace recuperar cierta felicidad de la infancia, del juego, que es lo que me salvó desde chiquita”.
* La oscuridad de la razón se verá los sábados y domingos a las 19.15 en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543.
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