Lun 25.05.2015
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TEATRO › ELENA ROGER Y DIEGO MARIANI PROTAGONIZAN UNA NUEVA VERSIóN DE ¡AY, CARMELA!

“Interpretando esta obra hacemos política”

El espectáculo montado en el Teatro Picadero marca la vuelta de la actriz a las tablas luego del éxito del musical Evita. “Es una obra para la memoria”, sostiene Roger, en tanto Mariani considera que “es un hecho artístico que nos hace mejores”.

› Por Candela Gomes Diez

En una España convulsionada por la Guerra Civil Española, Carmela y Paulino, una pareja de artistas de variedades atraviesan, por error, la línea que divide los dos bandos antagonistas. Son capturados por el ejército fascista liderado por el general Francisco Franco, que acaba de tomar la Villa de Belchite. Obligados a ofrecer un espectáculo de humor, que incluye una parodia a la bandera republicana, y la humillación de los milicianos de las brigadas internacionales derrotados, que serán luego fusilados, los actores cautivos se enfrentan al conflicto que surge entre la opción por sobrevivir y sus ideas políticas antifascistas. El amor y la dignidad como redención ante la muerte y la memoria como batalla contra el olvido se sintetizan en ¡Ay, Carmela!, esta historia clásica del teatro español, casi una leyenda por su temática universal, escrita en 1986 por la lúcida pluma del dramaturgo José Sanchis Sinisterra y estrenada un año más tarde en el Teatro Principal de Zaragoza, con la dirección de José Luis Gómez.

Con múltiples interpretaciones teatrales, y una versión cinematográfica en 1990, dirigida por Carlos Saura, y protagonizada por Carmen Maura y Andrés Pajares, la obra se exhibe en Buenos Aires con una nueva puesta que reúne por primera vez en escena a Elena Roger y Diego Mariani y marca la vuelta de la actriz a las tablas luego de su reconocida interpretación de Edith Piaf en Buenos Aires, en 2009, y de su último éxito internacional durante 2012 en Broadway, con Evita, el musical de Andrew Lloyd Webber. Por su parte, Mariani, coprotagonista del destacado musical El Cabaret de los Hombres Perdidos, que tuvo numerosas temporadas, vuelve a ponerse en la piel de Paulino, a quien interpretara en 2011, en el Teatro Gala, de Washington, junto con la actriz malagueña Mona Martínez, y dirigido por José Luis Arellano, director español a quien convocó para la representación porteña.

Refugiado en un teatro abandonado, Paulino recuerda a su compañera Carmela, muerta tras aquella trágica función, pero tan viva en su memoria que aparece para dialogar con él y rememorar sus tiempos de amor y de arte itinerante. En el texto, donde el humor convive con la tragedia, la huella poética del escritor granadino Federico García Lorca se hace constante, invocado por Carmela, también oriunda de Granada.

“Es una obra para la memoria”, asegura Roger, haciendo alusión al objetivo del autor. Su representación de Carmela significa su incursión en el teatro de texto, tras una rica trayectoria en el género de la comedia musical, aunque eso no le impide destacarse en la interpretación de los temas “Suspiros de España” y “Mi jaca” y animarse a la particular tonalidad andaluza y al sonido de las castañuelas. Mariani, quien la complementa con una actuación impecable, acompaña las palabras de su compañera: “Es una obra profunda, que tiene un juego dramático muy fuerte. A mí lo que más me mueve es la historia de amor de estos dos seres que se aman profundamente, enfrentados al poder. Me da mucha emoción hacer este espectáculo, por lo que narra; es un hecho artístico que nos hace mejores, porque lo que más se destaca es el amor, la humanidad, la dignidad y los valores. La obra dignifica a la muerte. El amor supera la guerra”.

–¿Cómo surgió la propuesta de interpretar esta obra?

Diego Mariani: –Me convocaron en 2011 para hacer esta obra en Estados Unidos, en una coproducción con España, y me enamoré de la obra y siempre la quise hacer acá en Buenos Aires. Como sentí que el personaje de Carmela no podía interpretarlo cualquier actriz, pensé que tenía que ser alguien como Elena, porque ella tiene todos los condimentos para hacerlo. Luego nos pusimos en contacto, se entusiasmó y le propuse también hacer la producción de la obra. Es un trabajo un poco cansador, pero es hermoso.

Elena Roger: –Yo no tenía intenciones de hacer teatro este año, porque después de haber hecho Evita y Piaf durante tanto tiempo me agotó la situación de estar muchos meses haciendo una obra. Me gusta hacer muchos proyectos a la vez y Diego me convenció, porque hacía mucho tiempo que quería incursionar en obras de texto. Además me interesó que José Luis Arellano, el director, fuera español, porque sentía que podía transmitir la cultura española.

–Usted viene de interpretar a mujeres relevantes de la historia como Evita, Piaf y Mina. ¿Qué la atrae del mundo femenino?

E. R.: –Yo tardé en reconocer lo que me sucedía sentimentalmente y cuál era mi sensibilidad respecto del drama y la comedia. Fui recorriendo distintos caminos y dándome cuenta de qué personalidades podía sacar de mí, y me descubrí en esas mujeres al encontrar que tenía cosas en común con todas. Me identifiqué mucho con el rol de Piaf porque era una mujer de barrio, muy pobre, y yo también venía de un lugar muy humilde, y Carmela me llegó de la mano de Diego, y cuando leí el texto sentí que podía hacerlo. Ahora que puse en mi piel este personaje, me siento súper identificada porque es una mujer con chispa, graciosa, que no para de hablar. Soy muy Carmela. Las mujeres que interpreté son fuertes, toman decisiones, salen de lo común y abren caminos. Son iconos, como también lo es la Carmela, porque ¿cuántas mujeres como ella habrán muerto? Es una heroína.

–En la obra, la muerte es una figura permanente, pero desdramatizada. ¿Cómo piensan a la muerte?

E. R.: –Cuando era chica, sufrí mucho con la muerte de personas queridas, pero hoy entiendo que la muerte es eso que pasa en la obra, no es algo dramático ni grave. La vida es un juego y hay que vivirla con alegría. Nosotros siempre recordamos a nuestros muertos, como Paulino hace con Carmela, porque necesita recordarla. La muerte no es algo negativo, sino algo que sucede. Hay culturas, como la mexicana, que toman a la muerte de otra manera. Y digo, ¿por qué no? Morir es como ir a otro lugar.

D. M.: –La muerte es parte de la vida y creo que existen energías y que hay algo más allá. Es como lo que le pasa a Paulino, que tiene la necesidad de saber que Carmela está bien después de la muerte y en un lugar bonito. La obra muestra una realidad, pero no da golpes bajos y tiene mucha poesía para narrar. En ella, el autor dignifica a la muerte.

–La política ocupa un lugar central en la puesta. ¿Cuáles son sus vínculos con la política?

E. R.: –Siento que soy una persona bastante política. Me interesan muchísimo la ecología y el cuidado del medio ambiente, y en eso tomo partido, pero lo que no me gusta mucho es la política partidaria. Soy muy humanista y creo que interpretando esta obra hacemos política. El arte, a veces, es político y a veces no dice nada, pero está para hacer sentir y hacer pensar, y puede ser un arma muy poderosa, por eso a Carmela la matan.

D. M.: –En este sentido, soy “muy Carmela”, porque soy bastante rebelde y suelo enfrentarme con los poderes. Mi generación es apolítica porque vivimos en una etapa en la que no se pensaba sobre política. En los noventa, la política nos daba igual, y ahí comencé a entender lo que logran los procesos, y que las consecuencias las pagan luego las sociedades, como ocurrió en España con la dictadura de Franco. Nosotros también estamos pagando, porque son herencias que van quedando y, por eso, en un momento, la política no me interesaba, pero hace cinco o seis años me empecé a involucrar mucho y a tomar partido, también como artista. La obra habla de que no debemos hacernos daño, y que podemos vivir en armonía y probablemente eso sea la política.

* ¡Ay, Carmela! se presenta en el Teatro Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857), con funciones los lunes y martes, a las 21 (el lunes 1º de junio no habrá función). Funciones de gira: viernes 29 de mayo (Teatro El Fuerte, Tandil); sábado 30 (Teatro Roxy, Mar del Plata); viernes 12 de junio (Teatro Helios, El Palomar); sábado 13 (Teatro Coliseo Podestá, La Plata); viernes 19 (Teatro Trinidad Guevara, Luján); sábado 20 (Teatro Niní Marshall, Tigre); viernes 26 (Teatro Cervantes, Quilmes).

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