Miércoles, 15 de julio de 2015 | Hoy
TEATRO › JORGE PACCINI PRESENTA SU PUESTA DE SUCEDE LO QUE PASA
El director asegura que la pieza de Griselda Gambaro, estrenada casi tres décadas, es de una “actualidad atrapante” y que lo decidió a recuperarla “la mirada filosa con la cual logra una potente síntesis de los efectos del abuso y la exclusión en las sociedades”.
Por Paula Sabatés
Para Jorge Paccini, la dramaturgia de Griselda Gambaro –una de las autoras argentinas más prolíficas y además una de las pocas mujeres que se ha ganado el título de clásica– es de una “actualidad atrapante”. Por eso, cuando buscaba material para un nuevo trabajo y se topó con Sucede lo que pasa, no dudó en ponerla en escena. “Su vigencia es lo que me sedujo”, asegura sin más el director sobre la pieza que actualmente tiene en cartel los domingos a las 20.30 en El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034) y que según él es “una radiografía del sistema y las conductas humanas que están sometidas a él”.
“Me interesó la mirada filosa y exacta con la cual, en pocas escenas, logra una potente síntesis de los efectos del autoritarismo, el abuso y la exclusión en las sociedades”, dice a Página/12 el director, que vio por primera vez esta pieza en 1976, año en que se estrenó en la Argentina. Protagonizada por Jorge Lifschitz, Andrés Portaluppi, Hilario Quinteros, Ana Clara Schauffele, Julia Tapia, Néstor Villa, su puesta se caracteriza por el minimalismo: la escenografía, con colaboración de la iluminación, presenta un espacio lúgubre y despojado, que sin embargo va en consonancia con el sentir de los personajes, quienes sofocados en sus propias existencias interactúan mostrando sus carencias, sus dolores, sus alegrías y sus miserias.
“Creo que se siguen eligiendo obras de Griselda Gambaro para poner en cartel porque su literatura dramática tiene un estilo propio y una poética particular que las convierte en clásicos de una densidad poco común”, asegura Pa- ccini sobre la autora de esta historia “de vidas comunes pero complejas, casi marginales y contradictorias”, que en lo que va del año fue versionada por una docena de directores en todo el país.
–En general, Gambaro prefiere que no se hagan adaptaciones ni modificaciones de sus textos originales cuando son tomados por otro director. ¿Le implicó alguna dificultad eso?
–No, porque en este caso no hubo necesidad de hacer ninguna adaptación, ya que la pieza es de una clara vigencia y tiene una excelente construcción en su temática y propuesta. Sí se apeló, como es habitual, a revisar modismos, formas de lenguaje cotidiano y algunas modificaciones pequeñas, salvando algunas reiteraciones, para agilizar el relato escénico y poner la duración del espectáculo a tono con la modalidad de hoy.
–¿Por qué su puesta es minimalista?
–Para mí fue natural transitar una puesta lo más despojada posible, sólo apelando a los elementos mínimos e indispensables para contar la historia, porque mi intención siempre fue priorizar las acciones dramáticas y las interpretaciones. Me parecía que únicamente en el cruce del texto y la actuación se podía resaltar la poética cruda y singular de esta gran autora.
–¿Qué piensa del singular título de la obra? ¿Qué reflexión le deja a usted?
–El título aparece expresado en el comienzo del texto, cuando la autora entrecomilla un párrafo de un texto del controvertido poeta portugués Fernando Pessoa, en el que en el renglón final se lee: “Nada es premio, sucede lo que pasa”. Y a mi criterio, después de conocer la obra, creo que es un título acertado, justo, preciso, ya que la misma puede inscribirse en la “picaresca del fracaso”, donde el éxito de los fuertes es mísero y la derrota de los débiles es iluminada por el dolor y la bondad de los que la sufren.
–Suele trabajar mucho con obras de autores nacionales. ¿Por qué?
–Porque mis raíces, mi extracción teatral y mis convicciones ideológicas me acercan a las formas de contar la realidad como lo hacen los dramaturgos argentinos, sobre todo los clásicos, que suelen hacer una radiografía de los sistemas de cada uno.
–¿En qué momento cree que está de su “vida teatral”?
–Siempre pienso que estoy empezando, que todo es nuevo, que hay que aprender. Es la mejor manera de transmitir emociones y disfrutar el placer de hacer teatro. Nunca viví este oficio como una carrera, ya que no tuve que correr con nadie o contra ninguno. Sólo transité como un obrero, o como un artesano, esta maravillosa oportunidad que me dio la vida de expresarse a través del teatro. En lo particular, esta puesta ha sido muy especial para mí, más allá de las valoraciones y los resultados, porque significó un desafío distinto por las características del material y su temática tan potente. Además, el trabajo con el elenco fue inolvidable por la intensidad y la entrega de todos los actores.
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