Lun 14.09.2015
espectaculos

TEATRO › YOSKA LáZARO Y SU OBRA UN GRITO SOBRE UNA PIEZA MENOR

“Hago teatro con lo que me inquieta”

La pieza del director español indaga en las dificultades del oficio del actor, refiriéndose al mismo tiempo a toda situación frustrante.

› Por Cecilia Hopkins

Nacido en Madrid, criado en Alicante, Yoska Lázaro está en Buenos Aires desde 2003. Si bien ya tenía en su país alguna experiencia, fue aquí donde terminó su formación en actuación, dramaturgia y dirección, para quedarse con los últimos dos roles a la hora de concretar un espectáculo: “No puedo actuar y a la vez dirigir, sin controlar el ritmo de la obra”, comenta en la entrevista con Página/12 el director, quien asegura ser uno de los pocos especialistas en Latinoamérica de la Técnica Sanford Meisner, “una forma de trabajo poco difundida pero muy eficaz”, según afirma.

Desde 2007, Lázaro dirige el grupo Teatro a tres velas con el que estrenó obras inspiradas en motivos argentinos: en referencia a la última dictadura dio a conocer Los errores de Noé, en relación con la vida en el conurbano bonaerense estrenó Vago, y acerca de la desaparición forzosa de personas, El ingenio de los Orvantes. “Creo que el teatro puede lograr un cambio”, asegura el autor y director, “al menos pequeñas transformaciones que pueden ser el comienzo de algo”, precisa. Recientemente subió a escena en el teatro El Opalo de Junín al 300 Un grito sobre una pieza menor, obra en la que Lázaro habla sobre las dificultades del oficio del actor, refiriéndose al mismo tiempo a toda situación frustrante. “Un grito... habla acerca de la certeza del peor de los temores de un actor”, define Lázaro, “que es descubrir que no tiene talento para hacer lo que hace”. Actúan Pablo Barletta, Federico Minervini y Marcelo Saltal.

–¿Por qué decidió quedarse a vivir en Buenos Aires?

–En la primera obra que vi en mi vida fue determinante descubrir que alguien tenía la capacidad de contar en público. Pero en España hay mucha solemnidad en el teatro, demasiado respeto al escenario. Aquí es diferente. No me imagino no viviendo en Buenos Aires, una ciudad en la que ya transcurrió un tercio de mi vida. Aquí todo el mundo tiene una veta artística. En cambio, en España un plomero es solamente plomero. Aquí veo que la realización personal muchas veces pasa por lo artístico.

–¿Cómo definiría su sentido de la teatralidad?

–Mi teatralidad se fue configurando con el hacer. Ver el teatro que se hace en Buenos Aires me hace replantear mi propio teatro. Busco no caer en lugares comunes y que el actor no esté por delante de su personaje. Trato de ser honesto, crudo y políticamente poco correcto. No soy muy popular, no porque me haga el raro, sino porque los temas que me interesan son algo específicos. Mi teatro tiene que ver con lo que me inquieta, con preguntas que no me sé responder.

–¿En qué medida el teatro transforma?

–Muchas personas que conozco cambiaron su forma de vivir porque gracias al teatro se ordenaron. Pudieron pensarse socialmente funcionales y pudieron pensar en el arte. El teatro tiene muchas aristas, todas positivas. A mí también me dio un horizonte. Tengo alumnos que, si no fuera por el teatro, hoy estarían etilizados. El teatro es un lugar donde cualquiera que tiene algo que decir puede hacerlo si tiene ganas. Yo hago el teatro que hago porque aquí en Buenos Aires se puede ver muy buen teatro. Uno puede descubrir sus necesidades de expresión.

–¿Por qué una obra sobre la problemática del actor podría interesar a espectadores no involucrados con el oficio teatral?

–La obra se refiere a los propios sueños: el que la vea podrá identificarse con los personajes como si fueran sus propias fantasías, con sus sensaciones de dolor e incertidumbre.

* Un grito sobre una pieza menor, en El Opalo, Junín 380, viernes a las 21.

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