Domingo, 4 de octubre de 2015 | Hoy
TEATRO › ANDRES BAZZALO ACABA DE ESTRENAR UBU, VERSION DEL UBU REY DE ALFRED JARRY
La puesta, que puede verse los domingos en El Grito, “muestra la ambición de quienes están dispuestos a todo para llegar al poder”.
Por Cecilia Hopkins
Luego de haber puesto en escena Amarillo, de Carlos Somigliana, distinguida con el premio María Guerrero a la mejor dirección, Andrés Bazzalo acaba de estrenar Ubú, una versión de Ubú Rey, obra del dramaturgo y dibujante francés Alfred Jarry. Así, el director pasó de las intrigas que ocasionan la tragedia de Cayo Graco –enemigo acérrimo de la aristocracia– a la farsa que encumbra en el poder al ambicioso personaje creado por el iniciador del teatro contemporáneo. “Es que si no cambio, me aburro muchísimo”, le dice Bazzalo a Página/12. “Hago una obra por vez porque me gusta ir a cada función y acompañar al elenco”, afirma, sabiendo que va a contrapelo de la tendencia actual que siguen actores y directores que participan simultáneamente de varios proyectos.
Cuando se estrenó Ubú Rey en 1896, fue abucheada pero también aplaudida por los partidarios de las vanguardias emergentes. Parodia de Macbeth de Shakespeare, la pieza presenta a un capitán que, obedeciendo los consejos de su esposa, mata al rey y se queda con la corona. Primero populista, luego convertido en tirano, el inescrupuloso Ubú se ve obligado a defender el trono, iniciar una guerra y, luego de ser vencido, huir con el tesoro a Sudamérica. Luis Campos y Adriana Dicaprio interpretan los roles de Padre y Madre Ubú. A cargo de varios personajes cada uno, completan el elenco Mariano Falcón, Mariel Lewitan y Francisco Ramírez. Las funciones son los domingos a las 20 en El Grito (Costa Rica 5459).
–¿Cuándo leyó esta obra por primera vez?
–La leí la obra de adolescente, creo que estaba cursando la escuela integral del IFT. Fue el año pasado que me reencontré con el Ubú y sus secuelas: Ubú cornudo, Ubú encadenado y Ubú en la colina. Entonces pensé en hacer una adaptación.
–¿Cómo fue ese proceso?
–Ubú es la inauguración de las vanguardias en el teatro. Se hicieron versiones para títeres y para actores, y a mí mismo me costó encontrar el lenguaje adecuado. En esta puesta hay juegos de sombras, especialmente cuando se representan acciones cruentas. Y otras jugadas por detrás de paneles, de modo que los actores muestran solamente los torsos, las manos o sus cabezas.
–¿Cómo definiría la estética resultante de este juego?
–Usualmente esta obra se hace con elementos de desecho. En cambio, pensé en hacerla con sobriedad y belleza, aunque con coronas de cartón y espadas de madera, todo en rojo, dorado y negro.
–¿Alteró el texto original en su versión?
–Mantuve la trama aunque corté texto y reduje personajes. Elegí hacer una farsa naïve, con mucho de adolescente, de clown, pero sin dejar de lado la ferocidad y la violencia de los hechos graves que cuenta. Quise hacer de Ubú un Macbeth de pacotilla, un Shakespeare berreta. Y darle un sentido político.
–¿Hay alusiones a la actualidad?
–Sí, aunque no son explícitas. Es que la obra me remitió a la actual puja por el poder. Creo que mi versión habla de una forma de hacer política que hoy aparece con descaro. Con brutalidad, esta obra muestra la ambición de aquellos que están dispuestos a todo para llegar al poder. Como en las contiendas políticas actuales. Pero también me interesa el aspecto lúdico, hacer una obra que pueda divertir: el público se ríe pero sabe que lo que está viendo es terrorífico.
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