Sáb 09.09.2006
espectaculos

TEATRO › DALILA, LOS COMETABRAS Y EL “CLUB EL TANGAZO”

El universo en una milonga

Dalila y Leandro Rosati, directores de Club El Tangazo, hablan del teatro musical, de las tradiciones de Buenos Aires y del tango como forma poética, mirado desde una perspectiva teatral.

› Por Cecilia Hopkins

“Siempre estuve cerca del tango: cuando era chica mi viejo me los cantaba a capella, frente a un grabador Geloso”, recuerda Dalila, actriz de varieté que encabeza desde fines de los ‘80, junto a Leandro Rosati, el grupo Dalila y los Cometabras, y que con él integra el Club El Tangazo, milonga y cabaret, junto a Marcela Lasarte, José María Leal y Teresa López. Conocidos masivamente desde las escenas musicales de la película El lado oscuro del corazón, de Subiela, los Cometabras marcaron una época en el llamado teatro under desde su reducto Mediomundo Varieté, espacio que hoy subsiste en Hipólito Yrigoyen 2148, donde los sábados a las 21.30 ofrecen el nuevo espectáculo.

Fieles a sus búsquedas en torno del teatro musical, sus integrantes continúan mixturando lenguajes. En esta oportunidad, su visión del tango oficia de hilo conductor para unificar una serie de escenas ligadas al radioteatro y el melodrama, que se interrumpe con una clase y una práctica de tango en la que participan todos los espectadores que aceptan el reto. Hace años, en cambio, eran las escenas teatrales las que copaban la pista de baile: “En los comienzos del grupo –recuerda Rosati en la entrevista con Página/12– interrumpíamos un ‘dancing’ roquero con escenas teatrales, musicales y de humor. Nos fue muy bien y durante casi tres años tuvimos la posibilidad de investigar combinando distinto tipo de géneros musicales y teatrales. Ahora volvemos a hacerlo en un ámbito tanguero, pero con el mismo espíritu de fiesta”, afirma.

–En los últimos tiempos, desde muchos ámbitos se promociona al tango como fenómeno cultural. ¿Qué particularidades presenta el espectáculo de ustedes en relación con la concepción de esta forma de expresión?

Dalila: –No somos músicos ni bailarines de tango; nuestra mirada parte desde nuestro hacer como actores de teatro musical. Tenemos una historia, una búsqueda como grupo en función de crear nuestras propias obras. En Club El Tangazo mi rol es el de la cantante y en otra escena soy la madama de un burdel de la época en la que el tango hizo sus primeros pasos, o una mujer actual que reflexiona sobre el cambalache del siglo XXI y canta el tango “Desencuentro”.

Leandro Rosati: –Club El Tangazo implica una mirada desde lo teatral. El tango tomado no sólo como una danza de alto contenido dramático o una música maravillosa y emblemática, sino como una forma poética que ha dado autores excepcionales, que habla de nuestro modo de ser, de relacionarnos, de nuestro humor y también de nuestra manera de encontrarnos y es por eso que todo sucede en una milonga, una pista de baile que se convierte en escenario para permitir el encuentro entre actores y público.

–¿Por qué pensaron en la radio y el melodrama?

D.: –En la obra transitamos distintos estilos de actuación, según los ámbitos y las épocas en que nos situamos. Así, en el primer cuadro hay escenas de cabaret y de revista, en el segundo las escenas son más intimistas y en el tercer cuadro apelamos al melodrama, en el ámbito de un estudio de radio que evoca aquella época de oro, en la que era usual que el público concurriera y participara de los programas.

L. R.: –Allá por los años ’40, el medio de comunicación más importante era la radio; allí confluían grandes orquestas, cantantes, actores y actrices que interpretaban personajes en los muy populares y melodramáticos radioteatros. Ese momento quedó grabado en el imaginario porteño como una época dorada, con sus revistas y su calle Corrientes, la que nunca duerme.

–¿Creen que realizan un aporte respecto del tema?

D.: –En Buenos Aires siempre existieron milongas, salones de baile donde algunos porteños siguieron manteniendo los ritos de este baile. Por distintas razones, mi generación se distanció del tango; otras músicas, otras formas de expresión nos conmovieron. De todas maneras, en Club El Tangazo, nos metemos también con la danza y lo hacemos desde la propuesta de estar en una milonga.

–Para lo cual el espectáculo apela a la participación del público.

L. R.: –Tomamos la milonga como una de las expresiones más genuinas de la fiesta en esta ciudad. A pesar de la famosa melancolía de los porteños, en las milongas la gente la pasa muy bien, es un ámbito festivo cargado de sensualidad, de cuerpos que se tocan, miradas, cabeceos y las mejores pilchas. Con la participación del público quisimos reproducir este clima y una particularidad que se da en estos salones de baile: los participantes por momentos son espectadores y cuando salen a bailar se convierten en oficiantes de este ritual ciudadano.

D.: –Uno de mis personajes entra a escena cantando: “Siglo veinte, cambalache problemático y febril...”. Luego se pregunta de qué hablaría hoy Discepolín y sacando sus propias conclusiones dice: “Vivimos en un mundo catástrofe, ¡parece que hubiéramos comprado un abono para un continuado de terror y andamos corriendo espantados!”. En este contexto, Los Cometabras elegimos la propuesta de Club El Tangazo porque apostamos a la fiesta, al encuentro, a confiar en el abrazo que propone el tango.

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