TEATRO › EL ESPAÑOL PACO ZARZOSO, DIRECTOR DE LA COMPANYA HONGARESA DE TEATRE
Presentará Serenata para un país sin serenos, que utiliza el mundo del fútbol para abordar las relaciones afectivas.
› Por Cecilia Hopkins
Hace exactamente 20 años, en Valencia, España, la Companya Hongaresa de Teatre nacía de la reunión de tres dramaturgos: Paco Zarzoso, Lola López (también actores y directores) y Lluisa Cunillé. Desde entonces, el grupo ha estrenado 24 obras en formatos completamente diferentes. Escrita por Zarzoso y Cunillé, Serenata para un país sin serenos, la última producción de la compañía, ofrecerá solamente tres funciones en el Teatro Regio (Córdoba 6056) hoy y mañana a las 21, y el domingo a las 20.30. La próxima semana, la pieza se presentará en un espacio al aire libre en la localidad cordobesa de Unquillo.
“Pensamos que hacer teatro era una forma de profundizar nuestra amistad– explica Zarzoso en la entrevista con Página/12–, y comprobamos que tres imaginarios diferentes aportan retos dramatúrgicos también muy distintos si no se repiten fórmulas: hemos escrito comedias tristes, vodeviles políticos, tragedias, obras con trucos de magia....” enumera el director. En esta oportunidad, Serenata... se adentra en el mundo del fútbol para hablar, entre otras cuestiones, de la complejidad de las relaciones afectivas: ¿Cuántas personas hay –parece preguntarse la pieza– que podrían afirmar que sienten por otros el amor incondicional que despierta un equipo de fútbol?
La pieza comienza en el velatorio del presidente de un importante club de fútbol, muerto en una golpiza callejera. En el mismo estadio, en una sala próxima adonde está expuesto el cuerpo, conversan el hijo y la segunda esposa del muerto. Ninguno de los dos está demasiado seguro de haberlo conocido cabalmente. Lo que sí saben es que ambos tienen una vocación humanista y ética que los aleja de la apetencia de dinero y poder que signó la vida de aquel. Aunque de diverso modo hayan aceptado venderse.
–¿Cómo es escribir de a dos?
–Tenemos con Lluisa siete obras escritas de ese modo. Es una aventura. Pactamos algunas reglas –una situación, unos personajes, un mínimo de estructura dramatúrgica– y cada vez el juego se ha vuelto más complejo. La partitura textual sale de lo narrativo para acercarse al ritmo, a lo musical y así abrimos las puertas a lo poético.
–¿Qué valor tiene la música en el montaje?
–La música introduce el sentimiento de lo inefable. Creemos que la música puede llegar más allá que la palabra. El registro del violonchelo se parece al del ser humano. Como este instrumento, podemos pasar del tono más grave y oscuro al agudo luminoso y metafísico. En la pieza, la música no tiene una función ilustrativa sino que asume varios personajes. Por eso necesitamos espectadores sensibles que puedan interpretar esta propuesta.
–¿Por qué eligieron hablar sobre el mundo del fútbol?
–El teatro es el gran territorio de las tensiones. Y el fútbol también. Las grandes obras teatrales pueden compararse con este deporte porque el público tiene la impresión de que todo puede cambiar hasta último momento. Nosotros queríamos hablar acerca de lo íntimo y lo privado en las relaciones amorosas. Por eso nos pareció interesante contrastar este tema con un espectáculo masivo. Así, en la tensión de estos personajes sensibles se da la paradoja de que no pueden sentir el amor incondicional que sí tiene la afición por su equipo.
–Hay varios puntos de contacto con Hamlet...
–Sí. El presidente del equipo tiene un poder comparable al que tiene un rey. Y en ese reino suyo hay también algo que huele a podrido. El espectro del padre aparece también y así el espectador, junto con el hijo, conocerá los mundos oscuros de este personaje, cercano a las finanzas y el poder, dado que la obra también habla sobre la corrupción del fútbol.
–Hay un lazo equívoco entre el hijo y la segunda esposa del muerto...
–La relación entre ellos es compleja. Hay algo del mito de Fedra allí, porque se puede suponer que hay también una relación de amantes. Pero coinciden en un impulso humanista y ético. Como director, el hijo cree en un teatro esencial alejado de la mentira. Y ella, como arquitecta, tiene la voluntad de proveer felicidad, darle al ser humano lo que ella llama “un cobijo para la intemperie”.
–¿A qué alude el título de la obra?
–En Serenata para un país sin serenos hay un juego de palabras. Serenata, por tratarse de música nocturna, relacionada con lo amoroso. En cuanto a la figura del sereno, puedo decir que durante el franquismo, eran ellos quienes tenían las llaves de las casas. Eran seres nocturnos y, muchas veces, chivatos del poder. Por otra parte, la serenidad es uno de los anhelos de todos los que compartimos esta sociedad angustiada que convive con fantasmas individuales y colectivos.
* Serenata para un país sin serenos. Teatro Regio (Córdoba 6056) hoy y mañana a las 21., y el domingo 24, a las 20.30.
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