Sáb 12.03.2016
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TEATRO › JULIETA CANCELLI Y LA PUESTA DE LORCA, POETA DE TIERRA, EN EL TEATRO COLUMBIA

“Se le siguen encontrando sentidos”

“Lorca tiene un abanico abierto con todos los tipos de mujeres y sus dramas”, dice la actriz, bailaora y cantante, que repuso un espectáculo en el que revisa textos de Poemas del cante jondo, Romancero Gitano, Doña Rosita la soltera, Yerma y Mariana Pineda.

› Por Andrés Valenzuela

Federico García Lorca fue fusilado hace 80 años. Su obra, sin embargo, sobrevivió largamente a la de sus asesinos. Hoy es uno de los poetas españoles más leídos de habla hispana y sus obras suben a escena permanentemente en su país y en el resto del mundo. Esta temporada el teatro porteño le rendirá homenajes con distintas puestas. Una de ellas es la reposición de Lorca, poeta de tierra, de la actriz, bailaora y cantante Julieta Cancelli, que se presenta cada sábado a las 19 en el teatro Columbia (Av. Corrientes 1537). Allí Cancelli recorre textos de García Lorca: fragmentos de sus Poemas del cante jondo, del Romancero Gitano, de Doña Rosita la soltera, de Yerma y de Mariana Pineda.

“Partí de un arquetipo personal que dibujé”, recuerda Cancelli. “Estaba en Tigre dibujando un árbol, todo muy naturalista, y de pronto lo corté con un torso de bailarina flamenca y brazos que se vuelven ramas”, cuenta. Tras encontrarse con –como la define– esta “sirena de tierra” empezó a explorar la posibilidad de hacer un espectáculo sobre mujeres. Allí apareció Lorca. “Si me remito al teatro, las historias, los conflictos y el drama, él tiene un abanico abierto con todos los tipos de mujeres y sus dramas en sus obras”, explica. Y su poética, claro, es “tan fuerte como su teatro”.

“Poemas del cante jondo se lo dedica a distintos géneros dentro del flamenco: la seguidiya, la saeta, la soleá, todos bailes, así empecé a tirar del ovillo”, continúa la bailaora. El juego creativo, señala, pasaba por identificar a los personajes lorquianos con cada tipo de flamenco. Luego llegó la hora de explorar sus obras, de poner música a los textos y probarlos con el canto. “La obra es también una síntesis de todo lo que hago, de mi laburo como actriz, bailarina, bailaora, cantante, de comedia musical”.

La música la encontró en Maximiliano Bus, un guitarrista que no aparece en vivo esta temporada, pero cuyos guitarreos se escuchan cada sábado. “Maxi también es músico de jazz y de tango, entonces abrió muchísimo el panorama, porque no quedó instalada la música solo en el flamenco”, describe Cancelli. Aunque no rehuye del flamenco tradicional, Cancelli se siente mucho más encuadrada en los movimientos renovadores del género de las últimas décadas. “Prácticamente me formé en esa ola ‘nueva’, aunque ya hay otra nueva ola, pero yo me formé en ese primer corte de flamenco que generó Joaquín Cortés y otros como Belén Maya, con los cortes contemporáneos en el torso, maneras de girar, líneas rectas”. Es –entiende– también la estética que eligió, aunque en Lorca... no se priva de tomar elementos más tradicionales como el mantón o la bata de cola para subirse al escenario. “Entre mi tendencia y la apertura musical que me propone Maxi y con la que yo empatizo, empezamos a armar la parte musical”, señala. “La primera parte que remite más a la poesía es más tradicional y después varía: Doña Rosita puede bailar guajiras, que es un baile más alegre, más picaresco. Y Maxi la llevó a una guajira más cubana, no tan flamenca tampoco”.

–¿Cuál es su identificación con la obra de Lorca?

–Intuitivamente, me quedé mucho en el corazón del drama de algunas mujeres. Esta cosa muy típica y a la vez universal de sus personajes y su mundo. Es la típica Granada y la típica Andalucía, pero el conflicto y drama de sus mujeres trasciende el tiempo y el lugar. Doña Rosita que es quedarse pegada a una ilusión del pasado que ya se queda como añejo, como roto, pero querer seguir sosteniendo un amor que ya es una fantasía y quedó en el aire. Yerma, igual.

–¿Por qué le parece que sigue vigente?

–Porque uno le sigue encontrando lugares y sentidos. Cuando volví a hacer esta nueva etapa del espectáculo, me encontré con una Yerma que no había visto antes. No había visto ciertas capas profundas del personaje. Y lo había hecho, lo había leído, me había conmovido. Pero ahora siento que el conflicto de Yerma es violencia de género, una mujer acorralada que no tiene salida, no tiene manera de correrse de ese lugar. La sociedad la deja ahí y no se puede salir del no se dice, no puede, no se debe. Es muy fuerte. Que aparte el conflicto no es la maternidad, sino la sexualidad. Eso para mí juega muy fuerte. Y si bien la maternidad es sexualidad en algún aspecto, no es el conflicto de Yerma. El conflicto de Yerma es la sexualidad.

–¿Y con las otras obras que aborda en la puesta?

–Bueno, Mariana Pineda encima es una historia real. Está muy relacionado no tanto a la vida sino a la muerte de Lorca. Siento que él escribió sobre su propia muerte, una persona que trasciende después de muerta y que tras morir vive mucho más su legado. Mariana Pineda es esa persona que toma un ideal y a través del amor lo hace carne y lo lleva a lugares mucho más reales que el propio ideador, en este caso su amor Pedro, el líder de los rojos de ese momento. Y hay Marianas Pinedas. Muchísimas. Personas que si bien no se lo proponen, las cosas las hacen carne, las hacen vida. No tienen otra lógica. Cuando ella va comprendiendo que ella abraza el ideal de Pedro incluso más que Pedro y no se le ocurre pensar que no va a continuar por ahí. Sabe que la están dejando sola y que va a terminar muerta, pero comprendiendo en realidad el motivo y de ninguna manera va a dar un paso atrás. Ese valor, ese coraje... bueno, Eva Perón hizo eso concretamente, también. Personas nobles en lo que quieren. Para mí es maravilloso.

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