TEATRO › LINIERS Y ALBERTO MONTT PRESENTAN SU ESPECTACULO DE STAND UP
En Los ilustres Liniers & Montt, el dibujante argentino se sube al escenario con su colega y amigo chileno y se divierten juntos. “Es muy diferente a todo lo que hacemos. No es Macanudo Stand Up. Es otra cosa, un estilo más incorrecto”, sostienen.
› Por Andrés Valenzuela
“En México dimos una charla, de esas presentaciones que cada vez son más extrañas y divertidas, y los editores de Sexto Piso nos dijeron de hacer un show, nosotros tiramos ‘bueno, tenemos la idea de un stand up ilustrado’ y nos dijeron que sí, que ‘el año que viene’ lo hacíamos”, cuenta el humorista gráfico Ricardo Siri, más conocido como Liniers. De ese “el año que viene” surgió Los ilustres Liniers & Montt, en el que el argentino se sube al escenario con su colega y amigo chileno Alberto Montt para mezclar su talento con el dibujo con su verborragia en el escenario. Una dupla que funciona bien, como atestiguan quienes asistieron a alguna de sus charlas o presentaciones y los mexicanos que se acercaron a la prueba piloto del proyecto en Guadalajara. “Yo había hecho algún experimento de hacer stand up, me habían invitado, pero pasar por todo el circuito, no sé... estoy malacostumbrado a estar con un amigo arriba del escenario y la soledad del standupero me daba cosa”, confiesa Liniers. Al final, como la cosa funcionó, decidieron traer la experiencia a Argentina, con un breve paso por Santiago de Chile. En Buenos Aires se presentarán hoy a las 21.30 en La Trastienda (Balcarce 460) antes de seguir rumbo por Bahía Blanca, Córdoba y otras ciudades.
El argentino ya tenía cierta experiencia arriba de los escenarios gracias a su participación en los recitales de Kevin Johansen. El chileno, casi nada, así que reconoce que su versión del origen del show es “la misma, pero con más miedo”. Pese al miedo, Montt probó y le gustó. “Al comienzo fue terrorífico, pero después ya no me quería bajar, ¡tuvieron que arrastrarme! Fue realmente enviciante”, admite.
–¿Cómo se prepararon?
A. M.: –Preparamos una estructura base, porque desde el principio nos planteamos un stand up en que tuviera algún sentido que haya dos ilustradores, porque no somos standauperos y esa no es nuestra tecla. La tecla es que los dos tenemos ideas, historias a través de la gráfica. Entonces había que jugar con eso. Pensamos una estructura que nos permitiera probar las posibilidades con uno parado, el otro sentado, todos parados, y decidimos hacer algo en base a eso. Funcionó. Tiene distintos momentos y cada momento invita a una cosa diferente. Del mismo modo que no es lo mismo hacer un afiche que una carátula de disco, cada momento, cada espacio del escenario invita a un tipo de interacción. Eso fue dando pie en esos dos shows, que como salieron muy bien, nos dieron la seguridad de decir “bueno, hay que pulir aquí y allá, pero esto es”. Nos divertimos nosotros. Obviamente notamos que se divirtió el resto, no es que esto es un ejercicio de ego absoluto.
L.: –¡Es un ego relativo! También es cierto que por eso arrancamos en México y no en Buenos Aires o Santiago. Arrancamos en un terreno donde de última hacíamos la del ninja, tirábamos la bomba de humo y desaparecíamos, nunca más volvíamos.
A. M.: –Cuando dijimos “ok, funciona”, le planteamos al manager de Kevin Johansen a ver qué opinaba. El empezó a moverlo y de repente “ya, chicos, tenemos doce fechas”. Y de pronto fue “Ay, ¿de verdad hacemos esto?” Hasta hoy ha habido una cadena de mails de estudios que no fue tanto “qué es el stand up” sino más bien “qué es el fracaso y cómo soportarlo”. Es gracioso porque cuando ves las historias de quienes suben a un escenario, las primeras veces siempre son historias de cosas que salieron mal y a nosotros nos salió desde la primera vez.
L.: –¡Algo está saliendo mal!
–¿Los ayuda el ya ser conocidos?
L.: –Ayuda que la gente ya viene más predispuesta, no es como en el club de stand up que se sube un desconocido y tiene que salir de cero y el código no está desarrollado. Acá mal que bien nos conocen de los eventos, de alguna charla, presentación de libros, los shows de Kevin. Aunque sea algo distinto, porque para mí lo que tiene de interesante es que el registro es muy diferente a todo lo que hacemos. No es “Macanudo Stand Up”. Es otra cosa, un estilo más incorrecto.
–¿Más Bonjour, la tira que hacía en el suplemento NO de Página/12?
L.: –¡Más Bonjour! Para todos los que me rompen las bolas preguntando cuándo vuelvo a hacer Bonjour. Que vengan al show y se dejen de hinchar.
A. M.: –¿Sabés qué pasa? Que la gente es súper reacia al cambio. Cuando se acostumbran a lo que tu haces y les gusta, no se cansan. Es como un niño repitiendo la canción. De repente cambias la tecla y no, no, haz Bonjour de nuevo. Y para uno es indispensable tener espacios donde sales de tu zona de confort. Por lo menos a mí y sé que claramente a Ricardo también. Estos espacios donde puedes pensar otra parte de tu espectro personal. Es lo que te mantiene vivo. La ganancia ya está en el simple hecho de decir “ok, me subo”, y estoy seguro que hay un grupo de gente que lo aprecia. Gente que ni siquiera sabe muy bien a qué está yendo, pero está bancando la idea y estoy seguro de que la va a pasar muy bien. Pero la necesidad de salir de la zona de confort para nosotros es vital.
L.: –Para que el arte sea interesante tiene que romper alguna regla. Si vos pintás por números te va a quedar lo mismo que en la tapa, pero si rompés y hacés algo que no se suponía que tenías que hacer, empieza a ser interesante. Y esto lo mismo. En algún momento armaste algo, pero al mismo tiempo se queda. Si te quedás ahí toda la vida, es que rompiste la regla una vez, armaste tu Macanudo, pero después esa regla que rompiste es una nueva regla. Entonces te metés en los otros lugares para portarte mal ahí.
A. M.: –Más del rollo de no hacer Bonjour, es el estar jugado ahí a merced del resto, a diferencia de lo que hacemos habitualmente que es estar con la pared. Publicas tu dibujo y se fue, chau. Pero aquí estás hablando de tu vida, de tus rollos, de una manera mucho más terapéutica quizás y al mismo tiempo más frágil en relación al público. La reacción de estar del otro lado es inmediata. Y si no fue, no fue.
L.: –El fracaso es parte de este género. Es más. Si la respuesta algo que te parecía graciosísimo es escuchar silencio, es terrible. Y se puede transformar una bola de nieve que te va achicando, “uh, esto era malo, uy no, ¡esto también es horrible!” Pero una cosa de escuchar entrevistas a estos tipos es que es así, todos los públicos son muy diferentes y no lo podés saber. La diferencia entre el público de Bahía Blanca y Córdoba no la conocés. Capaz pegaste todas en Córdoba, te creés que la rompés y vas a Bahía Blanca y vas por el mismo camino y no funciona. A mí eso me intriga, me divierte. Tenés que estar en el momento a ver si zafás.
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