Sábado, 11 de junio de 2016 | Hoy
TEATRO › VILLANUEVA COSSE ESTRENA UN HOMBRE EQUIVOCADO, DE ROBERTO COSSA
Dos figuras emblemáticas de la escena local se unen en el estreno de esta noche en el Teatro Cervantes de una pieza que nació a partir de la película El arreglo, cuyo guión Tito Cossa escribió en su momento junto a Carlos Somigliana.
Por Paula Sabatés
Muy de vez en cuando un estreno teatral se convierte en acontecimiento por la confluencia de significados artísticos, históricos y políticos. Por eso, la puesta de Un hombre equivocado que hoy sube a escena en el Teatro Nacional Cervantes tiene tanta importancia en el calendario teatral. No sólo se trata de un texto de Roberto “Tito” Cossa, acaso el dramaturgo más emblemático de la Argentina, sino que además es una adaptación para las tablas de la película El arreglo, que escribió en 1983 con el gran Carlos Somigliana, y que estará dirigida por uno de los más importantes directores de la escena teatral: Villanueva Cosse. Pero además de todo eso, la puesta llega en un momento especial del Cervantes, a pocos meses de que finalice la gestión de Rubens Correa y Claudio Gallardou, director y vice, respectivamente, del teatro, al que rescataron del vaciamiento y llevaron a lo más alto de su historia. Y por si fuera poco, su estreno iba a ser el jueves, pero por decisión del personal de la institución afiliado a ATE de adherir a la movilización de ese día, tuvo que ser reprogramado para esta noche.
Sin embargo, según el director, la obra “no tiene un sólo texto político”, sino que su postura se plantea desde una determinada concepción de teatro y de acción. “Todo lo que dicen los personajes lo podría decir un grupo de vecinos o se podría hablar en una reunión familiar. La lucha de esta obra es contra la digestión, contra las ganas de ir a comer una pizza después del teatro. Lo que buscamos es que cuando el espectador salga de verla, lo que quiera sea hablar de lo que pasó”, afirma Cosse, que para la puesta cuenta con un elenco de lujo que conforman Alejandro Awada, Alejandra Darín, Sofía Bertolotto, Maia Francia, Gustavo Pardi, Manuel Vicente, Vando Villamil, Leandro Barceló, Facundo Godoy y Abel Zárate.
Con cambios respecto a la película que le sirvió de fuente, sobre todo en lo que tiene que ver con la temporalidad, Un hombre equivocado muestra el dilema de Luís, un pintor que debe decidir entre mantenerse firme en sus principios o recibir una coima por un tema burocrático que perdujicaría a la mitad de los vecinos de su barrio pero ayudaría a su familia a sobrepasar una dura realidad económica. “No se plantea un problema, se plantea un dilema. Ninguna solución va a satisfacer a todos, ni la de quien quiere ser un hombre honrado hasta las últimas consecuencias ni la de su familia, que piensa que un hombre no tiene derecho a sacrificar todo en aras de un ideal. Ahí es donde la obra tiene cierto tono de tragedia, porque la tragedia es así de sencilla”, sentencia el director.
–¿Qué significa para usted hacer esta obra?
–Es una emoción muy grande. Tito presentó el proyecto de la obra a Rubens y a Claudio y me propuso como el director que quisiera tener, sin decírmelo antes. Me llamaron del teatro, leí el texto y me encantó. Después de muchas reuniones con Tito creo que le dimos una tónica animada y de mucha vitalidad. Estamos muy satisfechos con lo que quedó y tengo la esperanza de que la gente sienta que estamos planteando cosas que todavía no sabemos bien cómo contestar, porque son conflictos tan esenciales que se vuelven difíciles de resolver. De todos modos, uno siempre piensa que la próxima obra será aquello con lo que se pueda llegar a un matrimonio con el público. Por suerte, nunca quedamos satisfechos, lo que hace que sigamos haciendo teatro.
–¿Tienen algo más que aprender hombres con su trayectoria o la de Tito Cossa?
–Nunca entiendo cuando a alguien le preguntan qué haría si volviera a nacer y dice que lo mismo que hizo. Me parece una contestación horrorosa, habiendo tantas cosas que uno dejó de lado. Yo quisiera ser arquitecto, músico o pintor. Pero si fuera a elegir de nuevo al teatro, lo haría sabiendo que recién empecé a aprender. Ese es el asunto. Cuanto más avanzás, más cuenta te das de que este arte no es conquistable. No podés abordarlo y decir “listo, ya está, ya cumplí”. Por eso hay que seguir haciendo teatro y aprendiendo hasta que uno se transforme en algo un poquito patético, algo que espero tener la capacidad de evitar. Yo siento que ahora estaría en condiciones de hacer todo lo que hice pero de forma mucho mejor.
–La tiranía del tiempo…
–Exacto. Cuando a uno le sobra el tiempo, lo malgasta; y cuando le está faltando, quiere aprovecharlo hasta las últimas consecuencias. Aunque eso también es malo, porque hay que saber darse algún reposo. Yo todos estos días que venía a ensayar pensaba qué lindo sería tener dos meses de descanso. Pero bueno, esto es así. Para nosotros el teatro es nuestra vida.
–¿Cree que la obra resuena especialmente ahora por el contexto político y social?
–Mire, en estos momentos y en todo el mundo, no solo en Argentina, asistimos a cosas muy tremendas, y eso hace que a cualquier obra que uno haga, aunque sea una comedieta, la gente la asocie con lo que está pasando a su alrededor. Siempre lo digo… toda obra está condenada a ser juzgada en comparación con lo que la gente esté viviendo. Por eso, aunque la obra no tenga un solo texto político, no podemos escaparnos de eso.
–¿De la situación del Teatro Cervantes, donde se inscribe la puesta, sí pueden escaparse?
–Lo que está pasando no incidió en nuestro proceso de trabajo. No fue algo buscado, porque el proyecto estaba pensado para hacerse antes. Pero así se dio. Sé que las cosas están poniéndose difíciles, que corremos el riesgo de quedarnos sin muchos teatros y teatritos. Yo vine de Montevideo, un lugar en el que no se podía vivir del teatro. Y cuando llegué, a los cuarenta, también llegó la dictadura y estuve prohibido por ocho años. No pude hacer teatro comercial ni oficial, tele ni cine. Tuve que abrir una escuela y mis alumnos me dieron de comer, me permitieron subsistir. Todo eso lo sufro más ahora que en ese momento, porque entonces era la vida y bueno, había que seguir. Pero en el medio de eso, y de esto también, la salvación es el arte y el deseo de decir cosas. Y en ese sentido sí, ahora que el trabajo está listo para estrenarse, creo que con esta obra le estamos dando a Rubens y a Claudio un pequeño apretón de manos.
* Un hombre equivocado hará funciones de jueves a sábado a las 21 y los domingo a las 20.30 en el Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815.
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