TEATRO › LA OBRA EL COLOR DE LA SUDESTADA ABORDA LA VIDA DEL POETA
Walter Laborde encarna al autor de “Malena” y Roxana Fontán, a sus mujeres. El eje está puesto en el costado militante de Manzi. “El conflicto social en el 45 es el mismo de hoy”, plantea Leonardo Napoli.
› Por Andrés Valenzuela
“Homero Manzi es una de las figuras silenciadas en su aspecto político”, advierte el dramaturgo y director Leonardo Napoli. Pocos poetas marcaron tanto la cultura popular como Manzi, reconocido por sus letras de tango y su paso por el cine. Justamente por eso a Napoli abordó su lado militante en El color de la Sudestada. En el escenario de Caras y Caretas 2037 (en ese número de la calle Sarmiento), cada domingo hasta el 9 de octubre, a las 20, el cantor Walter “Chino” Laborde asume el rol protagónico y Roxana Fontán encarna a las mujeres –tan reales como míticas– de Manzi: Juana la rubia, Casiana, Malena. Los acompaña Claudio Garcés y suenan algunas composiciones y arreglos de José Luis Castiñeira de Dios y otras más recientes.
–¿Por qué el interés en retomar la figura de Manzi?
L.N.: –Homero Manzi es un personaje del que si bien conocíamos de manera genérica sus poemas, su participación en el cine y la gestión cultural, desconocíamos absolutamente su faceta de político. Un hombre que dedicó a la par su actividad política y artística. Pero se levantó su figura en el tango y no la del hombre de la política. Silenciado porque al haberse alejado de la Unión Cívica Radical y adscribir al peronismo, pero nunca definitivamente, hizo que los radicales lo negaran y los peronistas también.
–¿Por qué les parece que sigue vigente?
L.N.: –Sigue vigente porque el conflicto social que él vislumbra en el 45 es el mismo que se da hoy. Y a eso él lo llevan sus reflexiones sociales y políticas.
W.L.: –Creo que en él lo artístico está en pos de una búsqueda de la verdad y ha trascendido porque se la jugó mucho.
–Laborde, ¿cómo fue componer el personaje?
W.L.: –En un primer momento me sentí muy lejano de la posibilidad de llevarlo adelante en el teatro. Primero por semejante personaje. Después por otras cosas básicas, como no parecerme al tipo. No me sentía emparentado, si bien lógicamente por venir del tango uno se siente esa poética, esos tangazos, esos tipos que son como héroes dentro de la cultura. Le encontré una forma de sentirlo en el cuerpo a partir del candado (la barba). Lo que me ayudó muchísimo es que no hay tantas imágenes famosas. De Discépolo sí hay mucho registro de cómo hablaba o cómo se movía. De Homero Manzi hay muy poco. Inclusive hay poco de su voz. Cuando el director me hizo notar eso vi que había una posibilidad.
–Se liberó.
W.L.: –Eso me liberó. Y cuando me enteré que era un homenaje desde el tango, no tanto desde lo actoral o lo más marketinero del tipo que son sus amores y esas cosas, me sentí más adentro. Porque cuando estoy ahí me siento el tipo, es increíble.
C.G.: –A mí me pasa una cosa muy particular laburando con ellos arriba del escenario. Sé que no se debe mirar la obra desde adentro como público, pero no puedo evitarlo: me quedo mirándolos y lo veo a Homero, y veo a los personajes de ella. Los veo de verdad, me lo creo estando atrás del escenario y siendo parte de la obra.
–Fontán, ¿cómo fue abordar figuras emblemáticas de las que todos hemos escuchado? En Malena se advierte a Nelly Omar.
R.F.: –Yo no sé de qué habla (se ríe). Juana La Rubia es una adolescente de barrio y es su primer amor. Pero creo que me da otra libertad de acción porque Juana no es un personaje reconocido en el tango. Entonces podía jugar a ver cómo venía. Casiana es la esposa de Homero, la mamá de Acho, con quien tuvimos una amistad hasta sus últimos días de vida. Entonces sabía que era un ama de casa que había sido viuda anteriormente, que Acho tenía otras dos hermanas mayores a las que había querido mucho. Mi idea era que la familia estaba muy bien ensamblada. Además me enteré que la familia de ella lo apoyaba totalmente con ese movimiento político. Sobre los tres personajes, creo que con el mismo romanticismo con el que él escribe y lleva adelante su ideología, de la misma manera se abocaba al amor. Estas tres mujeres lo amaron y siempre está el romanticismo dando vueltas.
L.N.: –Juana vivió hasta no hace tantos años. Era una chica humilde, pobre, que él cuando ya era un hombre de 35 años la recuerda como ese gran amor que había tenido. Después, con Casiana lo une un profundo amor y agradecimiento porque era una compañera de vida que estuvo con él hasta el último segundo. Y él hizo cosas que lo llevaron por otra vida, otros amores, pero lo cierto es que ella estuvo siempre al lado de él. Y después aparece Malena. La gente dice que es Nelly. Es más, en otras obras la nombran. Pero es como hacer Juan Moreira. Si hacés el que existió realmente seguramente sería un bandolero, esto, aquello. Lo mejor de Moreira es el mito que el pueblo hace. Y acá pasa lo mismo en la relación entre Homero y Nelly.
R.F.: –Cuando empecé a trabajar Malena, para mí, como cantante, siempre fue un homenaje a Nelly. Cuando me dieron el libro no pensé en otra. Después me dio la posibilidad de que me entrara otra ficha. Pero llega un punto donde si no le dedicó Malena a Nelly, no importa. Porque igual es ella.
L.N.: –Mucha gente me dice “yo no me imaginaba que Homero hubiese sido así”. El Manzi que él hace se asemeja bastante a cómo fue. Alguien dijo “me imaginaba un Homero intelectual, reflexivo, con seriedad”. Este es también un atorrante, un tipo sin límites.
–Una cosa no quita la otra.
W.L.: –En a los mitos la gente se los imagina en el mármol.
L.N.: –Claro, diciendo frases célebres. Y era un tipo con adicciones, como el juego. Jauretche lo describió muy bien: una mezcla entre académico y atorrante de barrio. Era un hombre de portar armas. Varios en el tango lo hacían, pero uno no se lo imagina en Homero. Tenía una serie de cuestiones que lo asemejaban más a un muchacho criado en Parque de los Patricios, Pompeya, Boedo. Las circunstancias de la vida lo llevaron a otros ámbitos sociales.
W.L.: –Era un tipo de arrabales. Luego se construye una imagen cuidada, de prócer. Era muy apasionado en gustos, con sus mujeres, en su defensa de lo nacional. Es escalofriante ver cómo sus textos vuelven a tener validez. Es uno de los tipos a los que les tocó luchar en su época. Por eso se volvió un héroe.
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