Viernes, 21 de octubre de 2016 | Hoy
TEATRO › CINCO OBRAS INTEGRAN LA PSICOLOGIA A LA ESCENA TEATRAL
Toc Toc, Bajo terapia, Historias de diván, El doctor Lacan y El patio de atrás muestran desde distintos enfoques –que van desde el humor hasta la ficcionalización del psicoanálisis– historias que se relacionan con el mundo psi.
Por Oscar Ranzani
Buenos Aires es una de las ciudades con mayor cantidad de analizados del mundo, quizá por la gran cantidad de especialistas en la materia que poblaron los consultorios desde que Enrique Pichon-Rivière introdujo el psicoanálisis en la Argentina. Como rama fundamental del arte y la cultura, el teatro da cuenta del tema desde hace muchos años. Uno de los pioneros fue el recordado Eduardo “Tato” Pavlovsky, con el cruce entre el mundo psi y el escénico a través de la implementación del psicodrama. Desde entonces, la cartelera local siempre refleja los vaivenes de quienes son carne de diván. En la actualidad, Buenos Aires tiene numerosas obras psi en los escenarios, tanto en el ámbito comercial como en el independiente, y también hay espectáculos que, si bien no focalizan en la psicoterapia, construyen su mecanismo discursivo desde el psicoanálisis. ¿Hay un fenómeno psi en la escena teatral porteña? Si es así, ¿a qué se puede atribuir? ¿Cómo es hacer teatro –a veces con humor– sobre el padecimiento psíquico? Página/12 habló con actores y directores de las principales obras referidas a la materia.
Lía Jelín, directora de Toc Toc –un suceso que ya lleva seis temporadas en el Multiteatro–, considera que sí hay un fenómeno teatral psi. “Hay cosas que se ponen de moda. Cuando estrené El gran soñador en 1973 empecé con el teatro–danza, que no existía. Luego se creó un género con ese nombre. Hice Confesiones de mujeres de 30 y después de eso empezaron a haber confesiones de todo tipo”. El adaptador de la versión original de Toc Toc, Jorge Schussheim, es más incisivo: “Esta ciudad nació con el contrabando y después se dedicó al psicoanálisis. Esa es la síntesis. Por ser un país con gran tradición cultural debido a la inmigración europea, fuimos el receptáculo de los más grandes psicoanalistas, que no fueron a Nueva York sino que vinieron acá porque Buenos Aires era una ciudad con una tendencia a eso. Es la ciudad con más psicoanalizados del mundo. Entonces, lo que es psi para nosotros es pan con manteca. Es muy clásico de esta sociedad”.
Carlos Portaluppi, experimentado actor de teatro y protagonista de otra obra que ocupa los primeros puestos del ranking de las más vistas, Bajo terapia, no coincide con la apreciación de Jelín: “Desconozco que exista un fenómeno teatral psi. Me parece que tiene que ver con situaciones que nos interesan. El público se siente atraído con historias que le interesan y con entrar en submundos que están empezando a ser más conocidos a partir del psicoanálisis. Pero no sé si Bajo terapia atrae a un público específico que tenga que ver con la psicología”. Para uno de los pioneros de esta década en el cruce entre psicoanálisis y teatro, Gabriel Rolón, los temas que aborda la psicología “tienen que ver con las cosas que de verdad preocupan al hombre y lo han preocupado desde el comienzo de los tiempos, más allá de los momentos coyunturales”. Por eso, para el creador de Historias de diván, “no es de extrañar que resulten tan atractivos para el público”. “Siento que he colaborado todo lo que pude para que el teatro sea una forma más de comunicar las cuestiones psíquicas y emocionales. Tomé el guante que habían dejado los verdaderos pioneros y le di una impronta propia. Quizá, mi aporte específico sea el de plantar lo que hago no en la psicología sino pura y específicamente de la mano del psicoanálisis”.
El psicoanalista Pablo Zunino, productor, director y protagonista de El doctor Lacan, considera que “evidentemente es un recurso frente al malestar que está muy presente en nuestra cultura”. Pero también es cauto: “Tengo cierta reserva con la escena teatral psi, porque da la idea de los procedimientos del psicoanálisis aplicados al teatro. Quiero decir, lo que fue el psicodrama en otra época, o algunos maestros de actuación como Alberto Ure, Tato Pavlovsky, son formaciones –sobre todo la de Tato–, que tuvieron que ver con cómo aplicaron eso a lo teatral. Pero creo que, en definitiva, es teatro; es decir, teatro sobre temas o figuras que son convocantes para la gente”.
La directora de El patio de atrás, Natacha Delgado, retoma la posición de Schussheim y expresa que “Buenos Aires es la ciudad con más psicólogos, psicoanalistas y psicoanalizados, aún más que Berlín o París, que son ciudades donde el psicoanálisis tuvo muchos referentes”. Por eso, esta directora que viene de familia de psicoanalistas y que estudió en la Escuela de Orientación Lacaniana, cree que “se hicieron obras y al público le interesaron, y comercialmente debe ser que prende”. El actor Miguel Villar, uno de los protagonistas de la obra creada por el recordado dramaturgo Carlos Gorostiza, que dirige Delgado, aporta un dato más: “También estamos en un momento reflexivo en el que la gente está queriendo ver tal vez de manera inconsciente”.
Como su nombre lo indica, Toc Toc aborda, en clave de comedia, una serie de casos de lo que la psicología clasifica como Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Un puñado de personajes, cada uno con su correspondiente padecimiento, entra en el consultorio, al que el psiquiatra nunca llega, y todos interactúan entre sí. Antes de que se convirtiera en un éxito enorme en la Argentina, Jelín había montado la obra en México. “Allí fue una explosión, porque tanto el productor como yo no podíamos creer que se retorcieran tanto de risa. Después vine a la Argentina, la monté acá, cambiaron los elencos en México y comenzaron a hacerse los graciosos, en lugar de trabajar con la angustia, que es la que hace reír a la gente”, subraya la directora de obras emblemáticas como, por ejemplo, Monólogos de la vagina. “Los actores mexicanos no creían que pudiera haber gente con estas cosas. Una actriz no creía que alguien pudiera repetir las cosas dos veces (como el caso del personaje de Laura Azcurra)”.
Bajo terapia, en tanto, presenta la historia de tres parejas de diferentes generaciones que un día van al consultorio de una psicóloga que les deja instrucciones por escrito para autotratarse. Ese tipo de indicaciones sacan a la luz aspectos generales e individuales, algunos luminosos y otros muy oscuros, unos con cierta liviandad, y otros más escabrosos y violentos. Bajo terapia también trascendió la geografía local. “Es un suceso en el mundo. Esta obra se está haciendo en España desde hace un año. Se estrenó a los seis meses que lo hicimos nosotros acá, pero con un elenco de ese país. También hay otro elenco que está por estrenarla en catalán. Además, se está presentando en Santiago de Chile, Puerto Rico, Miami, Lima, Bogotá y está por estrenarse en México. Es una obra con un gran atractivo a partir del humor que tiene. Funciona por sí misma, más allá de las características de cada puesta en escena”, comenta Portaluppi.
Ambas obras abordan el padecimiento psíquico desde el humor. “Pienso que es la única forma de curarse –admite Jelín–. Creo en la terapia, tengo veinticinco años de análisis. Y por eso pude hacer Toc Toc e indagar en una obra de una apariencia completamente vulgar, de boulevard (como es la original francesa), y logré desentrañar lo inconsciente que tiene. En mis años de psicoanálisis aprendí a creer en mi intuición y a tener la seguridad de que si no me salía una escena, podía esperar hasta que pudiera resolverla. La asociación libre iba a permitirme llegar a la solución”. Además, la directora considera que con toda la formación psicoanalítica que tiene “por sufrirla y por estudiarla” pudo abordar la versión original en profundidad: “Me di cuenta de que la pieza teatral se acercaba al dolor pero inmediatamente se rompía con un chiste”, asegura.
Para Portaluppi, las situaciones trágicas siempre tienen un costado que a cualquiera le despierta humor. “En situaciones cotidianas, uno ve a un tipo que se tropieza en la calle y cae, y lo primero que le produce es una gracia, pero después no ve el trasfondo, porque ese tipo venía pensando en otras cosas, vaya a saber qué problemas tenía en su casa y se terminó fracturando una pierna. Forma toda una tragedia”. En este aspecto coincide Schussheim: “El humor se basa en el dolor. Si no hay dolor, no hay humor. No hay ningún chiste que se relate en el mundo que no tenga una cosa dolorosa, ya sea una muerte, una traición, un desastre, una guerra... El humor, en ese caso, funciona como tabla de salvación porque, a veces, de situaciones terriblemente trágicas la única salida es riéndose de esa situación”, entiende el adaptador de Toc Toc. “El humor malo es aquel que se ríe del otro y el humor bueno es aquel que se ríe de uno mismo”, completa Jelín.
Para entender cómo la ficción psicológica nace de la propia realidad psíquica basta reflejar algunas anécdotas jugosas que cuentan Jelín y Schussheim. En una función hubo un espectador con Síndrome de Tourette, que es el que padece el personaje de Mauricio Dayub. Todos lo integraron. Otro muchacho le comentó al actor: “Te voy a contar algo: yo fumo y vivo en provincia. Por ejemplo, si yo fumé cuatro cigarrillos en provincia, tengo que fumar otros cuatro en Capital. Si fumé cinco en Capital, tengo que volver a provincia a fumar cinco”. Una chica pidió que la dejaran entrar a recoger los programas que habían quedado en el suelo porque no podía soportarlo.
Historias de diván es una obra pensada y creada por el psicoanalista Gabriel Rolón, quien juega a hacer en la ficción lo que cada día realiza en la realidad. “En un mundo difícil, a veces cruel, signado por la existencia de la injusticia de la muerte y lo perdido, el análisis es un lugar donde se puede presentar batalla apostando a la vida de la mano del deseo”, afirma el psicólogo que, por estos días, está abocado a terminar la adaptación cinematográfica de su novela Los padecientes. Historias de diván estuvo varias temporadas en el Teatro La Comedia y actualmente se presenta en escenarios del interior del país. En el mismo teatro donde actuaba Rolón, está en cartel desde hace años El doctor Lacan, que aborda, por primera vez en la historia del teatro argentino, a una las dos figuras emblemáticas del psicoanálisis: Jacques Lacan, encarnado por el propio Zunino, acompañado por la actriz Silvia Armoza, quien compone a su mucama.
Historias de diván y El doctor Lacan tienen un punto de contacto muy fuerte: tanto Rolón como Zunino son analistas y, si bien el escenario es un lugar donde despliegan su faceta actoral, creativa y de contacto con el público, también es cierto que ambos poseen determinados conocimientos diferentes a los de cualquier otro actor. Así lo comenta Zunino: “Tener conocimientos psicoanalíticos me sirvió para entender el estilo de exposición que conocí de Lacan, que está recreado en el espectáculo. De entrada, quise hacer una obra que fuera para analistas, pacientes y civiles; es decir, que aunque no sepas nada de Lacan, no te quedes afuera del espectáculo. Ahí hay una marca de oficio periodístico”. Por su parte, Rolón señala que Historias de diván es “una obra teatral e intenta ser eso: una manera artística de transmitir una emoción. Obviamente está habitada por el aura psicoanalítica y se suma a esos intentos de extenderlo al conocimiento general”.
A partir de dos casos clínicos reales que han transcurrido en el consultorio, se despliegan en el escenario dos historias dolorosas, mostrando cómo en la superficie de cada ser humano pasan cosas referidas a su decir y a su actuar, que constituyen su vida y los posicionan en determinado lugar frente al Otro y, cómo el psicoanálisis ayuda a que el padecimiento de cada uno de ellos se acote. “En la obra se ve cómo trabaja un analista y, además, ese otro momento de soledad en el que dudamos, nos cuestionamos o, por qué no, sentimos dolor. Ese dolor de nuestro paciente ‘padeciente’ que vibra dentro de nosotros” comenta Rolón.
En El doctor Lacan, Zunino y Armoza transportan al público a la Francia de 1950 mediante una deslumbrante historia de un día en la vida del psicoanalista francés, pasando por una sumatoria de sensaciones encontradas en las que, además, hacen participar al público. El protagonista se nutrió con todo el material que había visto de Lacan y de las notas que había hecho, en su faceta periodística, con especialistas lacanianos. “Es decir, todo el folklore que me habían transmitido”, agrega Zunino. “Raspé esa suerte de pequeños detalles”.
Una característica particular de Lacan consistía en la transmisión de sus conocimientos a través de la oralidad. Esto ayudó mucho a Zunino a componer su personaje, entre otras conductas que le facilitaron llegar a la escena que hoy en día lleva frente al público argentino: “Su estilo de vestimenta, su parada escénica, los chistes que hacía y los líos que se le armaban con algún tipo que se brotaba... No era un profesor común con el que suele haber una cierta distancia. Él se metía mucho con el auditorio. También estaban los objetos que él manejaba: el espejo es un elemento muy teatral”.
“A todas las obras que trabajo les encuentro una interpretación desde el psicoanálisis”, comenta Natacha Delgado. El patio de atrás –que se está presentando en Andamio 90– no es la excepción. En un escenario pequeño, cuatro hermanos confrontan en torno al menor de ellos, que una vez se fue y ahora está por volver a la casa familiar, sin que se sepa cuánto de realidad y cuánto de fantasía hay en esto. “Justamente, de esta obra lo que me interesó fue el vínculo entre estos hermanos, cada personaje en su mundito. En la puesta en escena y en la lectura del texto se puede ver cómo está construido cada pequeño mundito, aislado de los otros, y también cómo se arman lazos de complicidad”. Delgado entiende que se puede pensar en función de esos vínculos también a la relación que ellos tuvieron con sus propios padres y su historia. “Y sobre todo esta cuestión –hablando en términos lacanianos– del deseo totalmente aplastado. No diría reprimido sino aplastado. Adentro de ellos seguramente hay una efervescencia, pero hay un deseo detenido que se convierte en una energía negativa hacia sí mismos, hacia los demás hermanos y hacia el exterior. Hay una inmovilidad: cada vez se quedan más encerrados y más inmóviles dentro de ese pequeño mundo que es el patio de atrás”.
Colaboró: Andrea Lifzyc
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