Mié 11.10.2006
espectaculos

TEATRO › MIKHAIL “MISHA” MATORIN, DIRECTOR DE “BALAGAN”

“Aunque hacemos acrobacias, este circo enfatiza el arte”

Nacido en San Petersburgo, ex integrante del Circo de Moscú y el Cirque du Soleil, el artista presenta su propia puesta.

› Por CECILIA HOPKINS

Mikhail “Misha” Matorin nació hace 42 años en San Petersburgo, pero se crió asistiendo a los ensayos y presentaciones del Circo de Moscú. Literalmente fue así, porque su madre revistaba en la troupe como bailarina, y su padre, luego de transitar todas las especialidades artísticas del conjunto, se convirtió en su director: “Tuve mucha suerte en mi infancia por haber estado rodeado de gente con tanta formación y talento”, considera en la entrevista con Página/12. “Y aunque estaba aprendiendo de la práctica desde que nací, a los 9 años mi padre me mandó a una escuela de circo: allí estuve 7 años, porque el estudio de este arte es tan duro y profundo como el de la danza clásica.” Luego de una larga carrera en el Circo de Moscú y en el Cirque du Soleil, después de haber cumplido innumerables giras y ganado premios, ya establecido en la ciudad norteamericana de Reno, Misha fundó su propio circo, junto a artistas rusos, ucranianos, chinos, ingleses y norteamericanos. Su primera producción fue Balagan, la misma que se estrenará mañana en el teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125). Las entradas van de los 30 a los 180 pesos.

Balagan toma su nombre de un estilo de espectáculo que en Rusia precedió al circo, en el Siglo XVIII. Los personajes tenían características parecidas a la que presentaban los tipos fijos de la Comedia del Arte italiana. Las funciones se ofrecían en tablados que improvisaban en medio de los mercados populares y, en razón de la gran competencia que había, cada grupo tenía que esmerarse para ofrecer lo mejor y llamar la atención de los que pasaban. Este show es parte de una trilogía que completan los espectáculos Taganai y Ezuru, el primero inspirado en el cabaret alemán de entreguerras, el segundo con un aire oriental.

–Los circos rusos siempre han dado espectáculos de calidad. ¿Actualmente se sigue manteniendo el mismo nivel?

–Hoy ya no es lo mismo. Todo está decayendo. Y es lógico, porque con tristeza digo que ese país está perdiendo su ruta. En lo relacionado al arte, desde el ballet y el cine al circo mismo, todo está muy por debajo de lo que fue en la época en la que yo estudié.

–¿Cuáles eran sus objetivos al salir de la escuela?

–Por supuesto que pensaba en entrar en el mejor circo del mundo y seguir desarrollándome como artista aéreo. Así que ingresé al Circo de Moscú, al que conocía desde la cuna, y luego pasé al Cirque du Soleil. En ese tiempo, uno de los más intensos de mi vida, presenté un acto aéreo alrededor de un cubo para los espectáculos Alegría y Mystère, en Las Vegas. Desde ahí es que empecé a soñar con tener mi propio circo y dedicarme a diseñar, producir y dirigir espectáculos.

–¿Se cansó de actuar?

–Tal vez ya lo haya hecho muchísimo y mi entusiasmo actual está en otra parte. Quería tener un circo con una concepción contemporánea, sin animales, cercano a lo artístico, no alejado a lo que ya conocía trabajando en el Soleil, pero con mi propio estilo.

–¿Podría sintetizar las diferencias entre el Circo de Moscú, el Cirque du Soleil y la propuesta de su Balagan?

–Un espectador que no conozca a fondo el tema encontrará en los tres diversión y motivos de entusiasmo, pero de diferente forma. El Circo de Moscú se destaca por sus elefantes y su grandilocuencia. El Cirque du Soleil también tiene espectáculos enormes pero no tiene animales: los reemplaza con los personajes que crea. En cambio, Balagan no se presenta en carpa sino en un teatro; es un intermedio entre circo y teatro posmoderno, en este caso, inspirado en la Comedia del Arte. No tiene nada tradicional. Lo que todos tienen en común es que en sus rutinas respetan lo básico del género, su ABC.

–Cuando habla de Comedia del Arte, ¿se refiere a sus personajes característicos o a su modalidad de actuar improvisando?

–Balagan se parece a una “comedia física” sin Colombinas ni Arlequines, ni payasos de nariz roja. Hay personajes fijos, pero son diferentes: todos tienen sus propias pautas de conducta, pero pueden ir cambiándolas en la interacción que se produzca entre ellos. Pasan muchas horas ensayando y sudando sangre para que después todo parezca ante el espectador liviano y posible. Es difícil competir con el mundo de los juegos cibernéticos. Por eso queremos crear espectáculos que disparen imágenes que capturen la atención de la platea. Por eso digo que aunque hacemos mucha acrobacia aérea y de piso, nuestro circo no enfatiza el peligro sino el arte.

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