Entusiasmo y provocación alimentan la estrategia que el actor y director cordobés Paco Giménez aplica a sus espectáculos. Fundador en su provincia del grupo La Cochera, ha concretado más de treinta puestas en Córdoba y Buenos Aires, donde aún se mantiene en cartel Rodocrosita (All about me), en El Excéntrico de la 18º (Lerma 420). A esta puesta (que va los sábados y domingos a las 20), Giménez sumará próximamente otro estreno en la ciudad. Se trata de Kagaret (pulsión por exhibirse), montaje irreverente que se ofrece estos días en su sala cordobesa, dirigido por José María Muscari. Basado en fantasías de la totalidad del grupo, vio la luz en el festejo de los veinte años de La Cochera, compartiendo una programación integrada por obras propias y versiones conducidas por Giménez y directores invitados: ADN, Sarco, Roberto Zucco y Vaca, ésta del también cordobés Gonzalo Marull.

Giménez ingresó al teatro en su etapa universitaria. Estudió actuación con prestigiosos maestros y maestras, como la gran María Escudero (una de las fundadoras del mítico Libre Teatro Libre), artista pionera del teatro de creación colectiva que debió exiliarse en los años de la última dictadura militar. El director conformaba entonces el grupo La Chispa, comprometido políticamente, y si bien él no militaba, era consciente del peligro. Partió entonces a México, donde trabajó junto a la directora Jesusa Rodríguez y la actriz y cantante cordobesa Liliana Felipe, en el hoy cerrado teatro-bar El fracaso.

Rodocrosita (piedra semipreciosa) es una de esas apuestas que no le escapa a las imperfecciones, a un tema “mal entonado” o un desvaído strip tease. El título fue aportado por una de las actrices del elenco, hija de geólogos. Afecto a las mezclas y excesos, el director se inclina aquí por el barroquismo, “nada extraño –apunta– si tomamos en cuenta el análisis de Alejo Carpentier respecto de los pueblos de nuestra América que, por hallarse en período de formación institucional, son barrocos, abigarrados y multiformes”. Los intérpretes Alba Castillo, Alejandro Zingman, Américo Ferrari, Elena Gowland, Gabriela Tognetti, María Aché, Graciela Camino, Sylvia Taucar y Vicky Olivares le ponen el cuerpo a este trabajo que reúne a “actores exiliados o amarrados a su sitio, idealistas o pragmáticos, ególatras o generosos. Ellos son los que –según Giménez– “cruzan el teatro y la vida antes de que la experiencia sea irrecuperable”.