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Lunes, 3 de octubre de 2005

TEATRO › ENTREVISTA A ELI SIRLIN

La relación entre arte y técnica

La especialista presentó el libro La luz en el teatro, un manual de iluminación.

 Por Cecilia Hopkins

“Gracias a los diseñadores de iluminación, el mundo en que vivimos está lleno de aire que captura luz... la que brinda a los actores, bailarines y cantantes un paisaje donde existir.” La cita pertenece a la iluminadora norteamericana Jennifer Tipton y figura en La luz en el teatro (Inteatro), manual de iluminación que la especialista Eli Sirlin presentó en el Teatro Cervantes. “Dedicado a todos aquellos que descubren una conexión profunda con la luz, que los sensibiliza al punto de interesarse en ella como lenguaje de expresión artística”, será distribuido gratuitamente en todo el país (ver recuadro) con el objeto de iniciar a muchos teatristas en el conocimiento del arte de la iluminación teatral y brindar a los más experimentados un material de consulta e investigación hasta el momento no disponible en una sola publicación. Sirlin –conocida en el medio tanto por sus trabajos de iluminación en el San Martín y el Colón, como en el ámbito del teatro alternativo– egresó de las carreras de Arquitectura y Bellas Artes, además de realizar estudios de animación cinematográfica. Un seminario sobre escenografía e iluminación la vinculó al teatro para siempre: “En todos mis estudios me interesó la relación entre la técnica y el arte”, afirma. Precisamente, esa conexión entre los procedimientos técnicos y el campo de la creación artística fue lo que entusiasmó al checo Josef Svoboda, creador de la Linterna mágica (una forma de espectáculo que asocia actuación, danza y proyección cinematográfica), porque a partir de esa unión –según su punto de vista– es posible producir arte sobre bases racionales y profundizar toda investigación.
–¿Por qué hay tan pocos diseñadores de iluminación, con relación a la cantidad de actores, directores y dramaturgos?
–Tal vez porque los primeros iluminadores se reservaron sus conocimientos como si se tratase de un secreto de alquimistas. Por otra parte, desde siempre cualquiera hizo las luces en teatro, mal o bien, porque es algo de lo cual no puede prescindirse. También hay directores que tienen muy claro lo que quieren para sus obras y lo obtienen a través de un operador de luces que los asiste. Pero el iluminador es una persona preparada para hacer esa tarea específica, porque hace un aporte creativo al espectáculo aplicando ciertas herramientas de un modo personal. Y me parece que cada vez está más jerarquizado su rol.
–¿Qué género –ópera, teatro o ballet– la estimula más en su trabajo?
–Hoy, el teatro está muy relacionado con la danza (y viceversa) y también existen espectáculos que están fuera de clasificaciones tradicionales, como los del nuevo circo. En cuanto a las situaciones ideales para un iluminador, éstas pueden ser muchas: contar con muchas luminarias, buenos espacios y, especialmente, tiempo para desarrollar un buen proyecto. Poner luces en el Colón, el Alvear o la sala Martín Coronado es muy fuerte pero el off tiene también sus atractivos: cada espectáculo es afín a un espacio, uno se adapta a ellos y crea desde allí.
–¿Cómo es que una luz puede aburrir o divertir?
–Se puede decir que una falta de contraste genera una situación de luz aburrida, por su monotonía. Pero también hay determinados cambios que el espectador puede no entender. La luz apunta a la comprensión y a veces se ven alteraciones injustificadas. Por supuesto que un iluminador puede atentar en contra de todas las reglas.
–Tal vez el mayor de los riesgos que representa un manual consiste en alentar, aun sin proponérselo, a la aplicación de las reglas que enuncia.
–El libro incluye diferentes opiniones sobre la luz y las soluciones que aparecen en él son las que encontraron algunos iluminadores ante determinadas cuestiones. Es cierto que un manual está lleno de verdades heredadas. Pero no existe una sola manera de hacer las cosas. Por eso hago la advertencia desde el comienzo del libro: el único método válido es el que cada uno genera una vez que la técnica, ya incorporada, fluye libremente.

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“Se está jerarquizando el rol del iluminador”, dice Sirlin.
 
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