Jue 06.09.2007
espectaculos

TEATRO › “LES EPHEMERES”, DE LA FRANCESA ARIANE MNOUCHKINE

Siete horas de poesía en escena

La directora invitada al Festival de Teatro de Buenos Aires permitió acceder a la trastienda de su creación, en la cual “los actores no dan su opinión, sino su cuerpo y su alma”.

› Por Hilda Cabrera

Recorrer el espacio en el que en horas apenas se ofrecerá la primera parte de Les Ephémères, espectáculo que trae la directora y realizadora francesa Ariane Mnouchkine, es convertirse en una pieza extraña a una gran maquinaria. El equipo del Théâtre du Soleil –alrededor de unas sesenta personas, entre técnicos y artistas– se atarea acondicionando estructuras, maderas y objetos. La misma Mnouchkine invita al grupo de periodistas convocados al Centro de Exposiciones a iniciar una caminata por los bordes de las zonas de trabajo, donde sobre pequeños escenarios móviles se recrearán historias vividas y no necesariamente reales, como apunta la directora, pues “en lo vivido hay imaginación, fantasía, sueño”. Lo inasible y fugaz es materia de esta puesta, así como el deseo de compartir emociones. Sin embargo, los objetos distribuidos sobre plataformas no dan la impresión de efímeros: sillones y camas, mesitas y lámparas permanecen como elementos de una casa perdida a la que ahora se retorna. En la amplia barraca de feria en que se ha transformado ese sector se descubren zonas destinadas a los camarines (sin cortinados) y a la cocina del Soleil. Este paseo fue precedido por un “almuerzo de trabajo” que la directora compartió con los periodistas allí reunidos, acompañada por Graciela Casabé, directora del FIBA; por una amiga de toda la vida, la cordobesa Liliana Andreoni, quien se exilió en Francia en 1976; y por el jefe de Gobierno, Jorge Telerman. Dispuesta al diálogo, contestó todas las preguntas, superando el malestar que le producían unas líneas de fiebre. La charla se desarrolló entre interrupciones, por los demorados, el servicio de comida y el alboroto que provocó una noticia llegada de París: uno de los integrantes del elenco, presente en la mesa contigua, era flamante papá.

La demora de Mnouchkine en visitar la Argentina alentó una serie de reflexiones en torno de las políticas culturales: “Se necesita fortaleza para resolverlas. Tampoco creo que hubiéramos venido durante la dictadura militar”, apuntó. En ese contexto, era natural que se le pidiera opinión sobre el presidente francés, Nicolas Sarkozy: “Hubo una cosa buena; cuando lo eligieron, no estábamos. Veremos al regresar. No es un secreto que yo no lo voté”. De su reciente viaje a Kabul, cuenta que fue difícil convencer al gobierno francés: “Ellos decían que era peligroso, que nos iban a tomar de rehenes... Pero alguien de la embajada francesa en Afganistán convenció a las autoridades. No querían pagarnos el pasaje; dijimos que ya los habíamos comprado y finalmente nos dieron el dinero. Fuimos invitados por una fundación afgana subvencionada con fondos suecos; gente que trabaja mucho por la cultura”. La experiencia originó la creación de una compañía, Teatro Aftab, que hará presentaciones en Europa. Un actor del Soleil, Duccio Bellugi (en codirección), dejó testimonio de este trabajo en una película que se exhibió ayer en la videoteca del Centro de Exposiciones, donde se mostrarán otras filmaciones del grupo (ver recuadro).

En Les Ephémères, última producción del Soleil, se parte de historias del elenco. ¿Se debe a que hoy no seducen tanto los autores célebres? Un Shakespeare, por ejemplo, cuyas obras inspiraron a Mnouchkine. ¿Cuánto influyen las preocupaciones de la época al momento de seleccionar una obra? La directora admite que influye, pero que a veces se necesita volver sobre lo propio: “Esto no quiere decir que no haya que montar más a Shakespeare. Nosotros montamos el espectáculo que tenemos ganas de ver, que nos conmueve y da fuerzas, también el que nos desestabiliza”.

Respecto de los métodos de trabajo, entiende que “aunque no lo parezca, tenemos un método, que a veces no llegamos a formular pero lo llevamos adentro y nos guía”. El inicio de ese método es terreno virgen donde lo primordial resulta ser “la relación de escucha entre los actores y yo, y la disposición a hacer cosas”. En este procedimiento, “los actores no dan su opinión, sino su cuerpo y su alma”. Declara que cuanto menos se opina sobre el escenario el trabajo será más interesante: “En el escenario debe haber acción afectiva. Cuando prevalece la opinión escasea la poesía. Las opiniones se dan en las charlas de café. En el escenario hay que escuchar y poner toda la sensibilidad en la piel y la mirada”. Agradece el hecho de que sus actores acepten sus propuestas: “Ellos tienen que ser valientes, porque al principio no tienen más que el deseo de hacer un espectáculo”. Y los valora, sobre todo en Les Ephémères, donde, a diferencia de sus montajes inmediatamente anteriores, no parece haber hilo conductor.

Sobre las influencias recibidas, Mnouchkine opina que en algún momento deben dejarse de lado las enseñanzas de aquellos a quienes admiramos y aplicarse al propio trabajo. La creación colectiva ha sido y es uno de los pilares en que se asienta el Soleil, pero este tipo de teatro tiene sus etapas: “Cuando un director llega a una etapa de madurez debe dejar que el teatro suceda. Si ha hecho bien las cosas y tiene el espacio y las herramientas adecuadas, las ideas irán surgiendo”. En ese trayecto del pensamiento, surge nuevamente la pregunta sobre lo efímero, a la que hace referencia el título de la obra. “Efímero es el ser humano, y esta sopa que estoy tomando”, bromea, a esa altura hambrienta. “Pasamos demasiado rápido de una cosa a otra y no aprovechamos la oportunidad de disfrutar el presente. Somos conscientes de ese paso, pero no aceptamos vivirlo de otra manera. El espectáculo habla en última instancia de eso, de la felicidad que se nos escapa.”

La obra cuenta con niños actores. ¿Cómo se trabaja con ellos? A Mnouchkine no le gusta, en este caso, que se emplee la palabra trabajo, pero la utiliza para decir que desde el punto de vista de la imaginación se trabaja casi de la misma manera que con los adultos pero diferente en otros aspectos. “Un niño puede actuar o no puede. En el caso de que pueda hay que proporcionarle imágenes, pero no hacerlo trabajar. Alimentar continuamente esas imágenes, pero no obligarlo a que haga esto o aquello. Darle sí elementos para que vaya improvisando con los adultos. En nuestro teatro los chicos no hacen dos funciones seguidas. Contamos con cuatro niños para cada rol, y, repito, no hay que hacerlos trabajar, sino dejarlos vivir. Estos chicos tienen entre ocho y diez años y muchos de ellos son familiares, amigos de los actores o niños de las escuelas en las que enseñan los actores.”

Se dice que el teatro de Mnouchkine es político, y de ahí el interés por saber qué opina de la relación entre arte y política. Su respuesta es que su teatro es político, pero no politiquero: “Hablamos sobre un grupo humano, sobre historias de la humanidad, sobre guerras, pero sin convertir a nuestros espectáculos en propaganda”. En cuanto a la preocupación de los espectadores por la larga duración de sus puestas, dice que el equipo tiene mucho para contar y que la duración no debe ser un problema. “Si en una obra de una hora y cuarto no hay emoción, nos impresiona como si durara un día entero. Les Ephémères se desarrolla en siete horas, porque una es para comer. Acéptenlo como signo de amistad.” La filmación de varios de sus trabajos facilitó su difusión. Aún no le llegó el momento a Les Ephémères, que permanece en el terreno de lo efímero. En este aspecto, Mnouchkine relaciona el teatro con la memoria. “El teatro es rescate e imaginación, y la imaginación un acto creador de la memoria”, dice parafraseando a Jorge Luis Borges. “Podemos parecernos o no con el público, pero lo que no podemos hacer es mentir. Cuando preparo un espectáculo pienso en esos términos y no si va a gustar esto o lo otro. Un mes antes de estrenar Les Ephémères, me dije: está todo claro, lo van a entender. Esto no significa que el día en que abrí la puerta del teatro para darle entrada al público no estuviera muerta de miedo, aterrorizada, con la vista nublada, casi ciega.”

Hoy y mañana a las 20 se exhiben la primera y segunda parte de Les Ephémères, en el Centro de Exposiciones; su versión integral, sábado y domingo a las 15.

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