TEATRO › ESTRENO DE “LOS INVISIBLES”
Javier Margulis montó la obra de Laferrère en Madryn y, ahora, en el Cervantes.
› Por Cecilia Hopkins
El Programa Federal fue el único signo vital que un Teatro Cervantes casi paralizado pudo preservar en mucho tiempo, dado que consiste en actividades fuera de su sede. En particular, el estreno de puestas de directores porteños en teatros de provincia y con actores locales. En virtud de ese plan, este año subió a escena en Mendoza Cenicienta, el musical, con libro y dirección de Andrés Bazzalo y música de Angel Mahler, y poco después Los invisibles, de Gregorio de Laferrère, con dirección de Javier Margulis, en el Teatro Auditorium de Puerto Madryn.
Con un nutrido elenco integrado por actores chubutenses –Pocho Gutiérrez, Marina Stocco, Malen Robert, Fabricio Nanni Wilde, Andrea Russo, Mariano Paul Morales, Nadia De Napoli, Francisco Ramallal, Elbio Mellado, Susana Báez, Nicolás Ameri y Titi Crespo–, la obra fue completando una extensa gira que abarcó las ciudades de Rawson, Esquel, Trelew y Comodoro Rivadavia. Finalizada la tournée se la verá, finalmente, en Buenos Aires, entre el 11 y el 14 de octubre, en la Sala María Guerrero del Cervantes (Libertad 815), que ha comenzado lentamente a reanudar su actividad a partir de las negociaciones iniciadas con los trabajadores.
Estrenada en 1911 por la compañía de Pablo Podestá, ésta fue la última pieza del autor de Locos de verano, fallecido dos años después. En esta obra, de la cual Rodolfo Graziano y Francisco Javier realizaron sendas puestas hace algunos años, Laferrère ironiza sobre las prácticas del espiritismo, una de las modas de fines del siglo XIX, iniciada en 1857 a raíz de la publicación de El libro de los espíritus, de Allen Kardec. En ese texto, el autor recomienda propiciar conversaciones con almas de difuntos con el objeto de fortalecerse moralmente. Nada parecido a lo que le sucede al personaje de don Ramón, el espiritista que protagoniza la historia del desbarranque de su propia familia. Todavía en gira, el director dialoga con Página/12 acerca de este estreno.
–¿La obra le fue asignada para su dirección?
–No, fue elegida por mí. Debía ser un autor argentino, a mí me encanta Laferrère y Los invisibles es poco conocida. Quería hacer un espectáculo popular por las características de la producción, por la gira que se haría por las provincias en teatros grandes. No me preocupó que fueran muchos los personajes, sino que, al contrario, me encantó la idea: en las provincias difícilmente se ve una obra de teatro con más de cuatro actores. Y ése fue uno de los comentarios de la noche del estreno.
–¿Cómo fue, en términos generales, el proceso de creación de la puesta?
–Llegué a Madryn después de haber seleccionado a doce actores, lo cual supone doce experiencias distintas, cuantitativa y cualitativamente. Tenía todo el espectro posible: desde debutantes absolutos a viejos lobos con mucho oficio pero con dificultades para memorizar el texto. Puedo decir que casi me dediqué exclusivamente a acompañarlos a todos en un proceso “de aprendizaje”, porque ninguno de ellos había trabajado antes con producción y menos aún con el Cervantes.
–¿Por qué asegura en el programa de mano que Puerto Madryn es un lugar privilegiado del planeta para este tipo de experiencia?
–Porque es una ciudad hermosa, porque las ballenas le dan además de posibilidades de desarrollo turístico, un misterio y encanto únicos. Porque el aire es limpísimo, los colores del cielo y los del mar no se repiten nunca. El frío seco no es frío, el tiempo transcurre sin prisa y las tiendas cierran al mediodía y más de media ciudad duerme la siesta. A las 6 de la tarde la gente aún sonríe, no se ven agotados ni estresados. La gente que he conocido es amabilísima. El secretario de Cultura es director de un coro, tiene 30 años y su equipo tiene una ejecutividad como no he conocido en otros sitios.
–La temática de la obra se aviene al tratamiento visual que suelen tener sus puestas. ¿Dónde se verá, en este caso, su marca personal?
–El equipo con el que trabajo es el mismo que el de otras puestas mías. Marcelo Salvioli en la escenografía garantiza el tratamiento visual con el que comulgo, lo mismo sucede con el diseño de luces de Leandra Rodríguez y la música de Adrián Odriozola. ¿Será esto lo que llaman marca personal? ¿Esta preocupación por esos elementos de la puesta? En cuanto al tema, sigue siendo mi leitmotiv “la lectura de la realidad” y en este caso me viene como anillo al dedo este Ramón que, orientado por los espíritus destruye a su familia.
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