Mié 31.10.2007
espectaculos

TEATRO › EL BALANCE DE “TEATRO POR LA IDENTIDAD”... Y LO QUE VENDRA

“Lo que hacemos no es partidario”

Susana Cart, Cristina Fridman y Eugenia Levin, de la comisión que realiza el ciclo anual, resumen logros y problemas: “Aún queda mucho por hacer, y no queremos seguir mendigando”.

› Por Hilda Cabrera

¿Por qué no pensar que se puede organizar un encuentro internacional sobre Teatro por la Identidad? ¿Acaso no se llevaron obras a Madrid, Londres y París y se organizaron lecturas en centros culturales franceses y ciclos en ciudades españolas con elencos locales? En Argentina trascendió los límites de Buenos Aires, donde esta experiencia escénica nació en 2000 con el semimontado A propósito de la duda, especie de teatro-documento con dramaturgia de Patricia Zangaro y dirección de Daniel Fanego. Finalizado el ciclo de este séptimo año, los integrantes de la comisión hacen balance y se preguntan cuánto han logrado y cuánto falta obtener. Ante los cambios de autoridades en el gobierno de la ciudad, y a nivel nacional, este interrogante pasa a primer plano.

Teatro por la Identidad está conformado por intérpretes y directores, escenógrafos, autores, iluminadores y otros técnicos de la escena que vienen colaborando con este proyecto desde que fuera encauzado por Abuelas de Plaza de Mayo en 2000 para concientizar sobre el tema de la apropiación de niños, hijos de desaparecidos y asesinados durante la última dictadura, que viven con la identidad falseada. Los problemas han sido muchos y varios de éstos aún no fueron resueltos. “No olvidamos que con nuestro trabajo estamos apoyando la búsqueda de chicos, ahora jóvenes, que fueron robados, y eso nos da fuerza”, coinciden las actrices Susana Cart, Cristina Fridman y Eugenia Levin (también directora y docente en el ámbito del cine). No cabe duda de que este trabajo solidario transformó el arte teatral de los últimos años, aportando nuevos contenidos y desarrollando una sensibilidad social que va más allá de la que expresan los artistas y técnicos en cada ciclo anual. De ahí que esta comisión aspire hoy a que se reconozca a TxI parte esencial de los proyectos culturales de ciudad y Nación: “Todos los ámbitos y sectores de la cultura debieran ser convocados por las autoridades del área para que juntos elaboremos programas que nos mejoren como sociedad”, dice Cart, a quien, al igual que a sus compañeras, le afecta las dificultades que periódicamente atraviesan los teatros de la ciudad, cuyos dueños y encargados les ofrecen generosamente esos espacios para concretar los ciclos.

–¿Creen que aún no se les reconoce legitimidad?

Susana Cart: –Hemos recibido ayuda de algunos funcionarios, pero no específicamente como entidad representativa de la cultura. Es angustiante comenzar cada ciclo pensando que quizá no podamos armarlo. Los problemas que tienen los teatros (habilitaciones, escasez de recursos, demoras en el cobro de subsidios) son también nuestros, porque sus dueños nos prestan el lugar. Los apoyos que obtuvimos sirven para acondicionar las salas, pagar el flete, el papelerío, armar las escenografías y pocas cosas más. No cobramos por este trabajo.

Cristina Fridman: –Después de siete años, debiéramos tener un espacio físico adecuado a la actividad y un aporte económico que dé tranquilidad para seguir trabajando por los derechos humanos. Aspiramos a que Cultura de la ciudad y de la Nación nos incluyan en sus presupuestos.

–¿Cuestión de no depender de la buena voluntad del gobernante de turno?

C. F.: –Justamente, la dependencia nos obliga a pedir entrevistas que, en general, demoran en concretarse, y a veces no se realizan nunca, porque los funcionarios están siempre muy ocupados. Mientras tanto, el tiempo pasa y la soga aprieta. En estos siete años nos hemos cansado de llamar a muchísimas personas y ver cómo se pasan nuestro pedido sin querer hallar soluciones. Al ciclo de este año vino gente de París con la idea de organizar un intercambio cultural. Perdimos esa oportunidad por falta de dinero.

Eugenia Levin: –Esto que ha logrado Teatro por la Identidad es único en el mundo. Sin embargo, aquí todavía no pudimos federalizar los ciclos. Nos piden obras de La Plata, de las capitales de Córdoba, Santiago del Estero y Formosa, y de Rosario, Paraná, Mar del Plata y Resistencia. Lo que se está haciendo en esas ciudades es por iniciativa de la gente de teatro del lugar, apoyada por el público.

S. C.: –Ahora entran también Nogoyá y Bariloche, donde se está trabajando en un radioteatro. El tema de la apropiación aparece también en televisión. Si interesa tanto, ¿por qué seguir mendigando?

–¿Qué obtuvieron en estos siete años?

S. C.: –En primer lugar, este trabajo nos ha modificado, a nosotras y a la mayoría, creo, de los que colaboran. Creció nuestra capacidad de autogestión, en el sentido de que todos los integrantes del elenco se ocupan del armado de las obras. Entre la ayuda oficial está la publicación de las obras. Se logró con apoyo del Ministerio de Educación. Por esta iniciativa, ahora podemos presentar algunos textos en la Feria Internacional del Libro que comienza el 9 de noviembre en Caracas. Pensamos llevar espectáculos. La edición y circulación de los libros nos abrió un nuevo camino en Francia: ya nos pidieron obras para traducir.

–¿Cómo es el caso respecto de Proteatro?

C. F.: –Son tantos los que le piden subsidios que el presupuesto no alcanza. Reparte, sí, pero no le queda otra que repartir desde la miseria. Tenemos que decirlo, porque es una pena. A los argentinos todavía nos sobra imaginación y la desaprovechamos: a nosotros también nos presentan miles de proyectos que no podemos poner en práctica.

–¿Se han topado con gente prejuiciosa? ¿Irrita el hecho de que desde el teatro se colabore con la búsqueda de los chicos robados?

S. C.: –Los prejuicios existen, y nosotros esperamos que el mensaje de Teatro por la Identidad, que es de respeto por los derechos humanos, no irrite a los nuevos gobernantes y funcionarios. Se tiene que entender que lo nuestro es teatro, metáfora y poesía, y teatro político, pero que el discurso no es el de los políticos. Esto no es teatro partidario. Cada uno de nosotros tiene sus preferencias, pero Teatro por la Identidad, como institución, no pertenece a ningún partido político.

E. L.: –Quiero destacar la solidaridad de los que participan en los ciclos. No necesitamos convocarlos: vienen solos. Tampoco hay celos. Generalmente, en los elencos surgen resquemores y se pelea hasta por los saludos al público. Aquí eso no existe.

C. F.: –Porque compartimos un mismo objetivo, que es ayudar a encontrar a los chicos apropiados.

S. C.: –Somos conscientes también de que nuestra tarea no es investigar sobre esas vidas. Por eso, cuando algún espectador tiene una inquietud respecto de su origen, no nos entrometemos. Simplemente, le aconsejamos que vaya a Abuelas. Ellas son las que se ocupan y las que han demostrado un respeto y una sensibilidad increíbles.

–¿Qué conclusión sacan del ciclo de este año?

C. F.: –Fue complicado, porque no sabíamos si podíamos armarlo, pero la participación de la gente de teatro fue, creo, mayor que la de otros años, y tanto de artistas de mucha trayectoria como de gente que recién comienza.

S. C.: –Influye también que los actores y actrices no tenemos muchos lugares donde poder expresar aquello que nos hace sentir útiles y dignos. Y éste es un espacio en el que eso es posible.

C. F.: –Algunos están siempre con nosotros, como Enrique Pinti, y otros se acercaron este año, Guillermo Francella, por ejemplo. Nosotros lo agradecemos. Conseguimos además espectáculos que tienen fuerte convocatoria, como Aryentains, y otro que presentaron Los Macocos. Nos ofrecieron teatros comerciales, como el Metropolitan, en la calle Corrientes. No podemos quejarnos.

–Les queda pendiente obtener un espacio propio.

C. F.: –Eso es esencial, porque nos reunimos en un departamento muy chico y allí no podemos recibir a investigadores ni a artistas de otros países. Antes hablábamos de prejuicios. A nuestros vecinos les molesta que nos estemos ocupando de este tema de los chicos apropiados. Es una lástima. Hace unos años, Miguel Rottemberg nos prestó un espacio maravilloso: se llamaba Entre Casa. Un teatro y un bar literario donde podíamos comunicar a la sociedad qué estábamos haciendo.

–Lograron, en cambio, incorporar novedades.

C. F.: –Presentamos Impro por la identidad, espectáculos realizados por Mosquito Sancinetto y Oski Guzmán. Tuvimos que hacer malabares para que ellos pudieran investigar y armar las obras.

S. C.: –Se produjo también un DVD con fragmentos de algunas obras y reportajes, donde Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas, hizo de conductora. Esta es una producción particular de Jorge Valencia, padre de una compañera nuestra.

C. F.: –Todo es así: una patriada.

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