TEATRO › ENTREVISTA A DARIO FO, EL HOMBRE INCANSABLE
El Nobel italiano demuestra a sus 82 años no haber perdido la capacidad de provocar y crear a través de la palabra y la pintura. “Una de las peores cosas que le puede suceder a un hombre es dejarse abatir por la edad”, dice.
› Por Rosana Torres *
En su página web (www.da riofo.it), primero que nada, hay un texto: “Figura destacada del teatro político que, en la tradición de los juglares medievales, ha fustigado el poder y ha restaurado la dignidad de los humildes”. Dario Fo, nacido en 1926 en un pueblo del norte de Italia, quiere que sólo se lo vea así. Hay que adentrarse en su blog para saber otras cosas. Premio Nobel en 1997, arquitecto, prolífico pintor, activista político, movilizado en la República de Salò, alcaldable de Milán dos veces, doctor por La Sorbona, historiador de arte y, por supuesto, autor de teatro traducido a numerosos idiomas y representado en todo el mundo, con obras en gran parte escritas con su mujer desde 1951, la senadora Franca Rame, actriz perteneciente a una saga de actores cuyos orígenes se remontan a 1600 y cuya actitud política le costó un secuestro, con violación incluida, por parte de unos fascistas, en 1973.
Los dos rondando la ancianidad (él 82, ella 78) llevan una vida, en común y por separado, marcada por una frenética actividad. Su casa lo transmite. Entra y sale gente, todo es alborozo y trabajo, fotocopias, faxes, lecturas, gestiones, llamadas... Franca entra y sale del estudio de Fo, al que pregunta o informa de algo, y el maestro salta de un tema a otro con el virtuosismo de un cómico de variedades. Unas frases sirven para contestar a Franca, otras para hablar con las chicas de su equipo y simultáneamente responde a la entrevista, que interrumpe bruscamente para salir corriendo de su casa en ayuda de un amigo. Franca lo releva y facilita información, incluida la de que son bisabuelos. En el salón también hay fotos, posters, cuadros y los vicios del maestro. Sus piezas especiales, sobre todo esculturas religiosas: una pietà, una Virgen con niño, un gran Cristo crucificado, un San Sebastián bellísimo, piezas romanas.
–¿La democracia formal actual en muchos países occidentales, con sistemas de dos grandes partidos cercanos entre sí en políticas reales, es un avance hacia algo o una mera estabilización del poder?
–Es la estabilización del poder y del sistema capitalista. El poder lo hace así para no perderlo nunca. En América hay una variante importante; ambos partidos tienen reglas que pueden poner en crisis incluso al presidente; aquí, en cambio, se oculta todo, se termina pactando.
–¿Sigue pensando que las revoluciones siempre empiezan bien y terminan espantosamente mal?
–No hay más que mirar hacia la historia. Pienso en el cristianismo, sus significados, sus fines..., y miro al Papa. ¿Pero qué tiene que ver ese señor con el pensamiento de Cristo? ¡Si no hace nada! Ni él ni sus cardenales, el clero es una gran masa de poder y Jesús sólo habló del poder del amor. ¡No hay más que ver a los obispos españoles, pidiendo el voto para la derecha! Encima son políticamente reaccionarios. Justo lo contrario que Cristo.
–¿Por qué cree que ocurre?
–Fue a raíz de un hecho que no se recuerda. En el siglo III, Constantino vio que el cristianismo adquiría importancia. Como la religión pagana no resolvía los problemas, ofrece al cristianismo ser la religión del imperio y los obispos se hacen con el derecho de no pagar tasas, ni impuestos de sucesión ni tributos, cosas que existían en la jurisdicción romana. Tenían el poder del espíritu y desde entonces el poder material, sin olvidar que se hicieron con propiedades por toda Europa gracias a un documento, supuestamente escrito por Constantino en su lecho de muerte, que se demostró después que era falso.
–Está más sumergido que nunca en la pintura con sus libros de grandes genios.
–Mis pensamientos siempre pasan por la pintura, cuando encuentro dificultades pinto para resolverlas, y mis pinturas son proyectos para espectáculos... La pintura me sirve para analizar la realidad a través de lo grotesco; si cuentas una historia tras estudiarla y analizarla, transmites mejor el valor de las cosas, su importancia o su falsedad.
–¿Cómo ve la situación política en Italia?
–Es totalmente desesperante. Hay una clase política que no se preocupa del problema que tenemos. Hablo de ahora, porque han quedado atrás los tiempos en que eran importantes los movimientos obreros, el Partido Comunista, el Socialista, los anarquistas, los liberales, eran tiempos brillantes en el plano de la expresión colectiva. Ahora todo el esfuerzo se centra en conseguir el poder, no en las necesidades de la población, la defensa de los derechos o la reconquista de aquellos momentos brillantes de antaño. De vez en cuando surge alguien que se cabrea y trata de removerlo todo, pero en general sólo hay una gran desconfianza en la clase política; incluso al margen de la derecha, que es horrenda, no hay más que ver todo lo que han hecho, como Berlusconi creando leyes por su cuenta, anulando reglas existentes, usando la televisión para hacerse propaganda, al tiempo que es un mentiroso, un hipócrita famoso, al que pescaron doscientas veces soltando infamias.
–¿Y el papel de la izquierda?
–La izquierda en Italia no ha sido capaz de imponer las leyes civiles o anular algunas tan infames, como la de que se puede mentir y lanzar falsos testimonios, alegremente, ya que nadie te acusará, y no hablemos de las leyes sobre la propiedad, con los contribuyentes que no pagan impuestos porque pueden llegar a acuerdos con el Estado para pagar lo que les venga bien... Se está dando paso a la institucionalización de la criminalidad.
–¿Ve alguna metáfora en el asunto de la basura en Nápoles? (N. de la R:: un paro de basureros en Nápoles tiene sumida a la ciudad en un auténtico caos.)
–En los desastres es difícil ver metáforas. Esto es la degeneración de una organización que debe ser civil. Viene de atrás, cuando Berlusconi en vez de organizar... Es cierto que Nápoles es una ciudad de locos con un casi nulo sentido de la colectividad, su historia siempre ha sido así. La gran locura viene dada porque en Nápoles se hace la recogida de basuras diferenciada, pero los que retiraban esas basuras las echaban todas juntas al camión. Y esto ha creado el caos. Y encima se puso la Mafia para resolver el problema... Es el caos de la nave de los locos.
–¿Y vuelta a empezar con otro período electoral?
–El peligro mayor es que, debido a este vacío, haya un rechazo al voto que arrastre a los jóvenes, que no irán a votar... y la abstención es muy peligrosa.
–¿Y Veltroni tratando de unir a la izquierda y al centro?
–No sé si es un lobo con piel de cordero. Ha hecho una serie de cosas un tanto extrañas que no están gustando; no hay más que ver cómo compuso su partido, era de izquierdas y lo situó al centro, metiendo en el mismo saco a democristianos y comunistas y al mismo tiempo eliminando opciones intermedias, como los socialistas, algún pequeño partido, otros colaterales, radicales...
–Y tomando a J. F. Kennedy como modelo.
–Si uno se sitúa en el centro, tira de los líderes del centro. Hoy ya no se habla de grandes hombres de la Revolución de Octubre o de Marx, quien lo haga perdió de entrada.
–¿Qué hará si gana Berlusconi?
–Non lo so, non lo so, non lo so. Me quedaré, sería infame que me tuviera que ir, a no ser que nazca una represión y tuviera que huir, una tradición de los italianos, sobre todo en el Novecento y con el fascismo.
–Según sus palabras, usted y Franca Rame han vivido 300 años. ¿Qué planes tienen para los próximos 300?
–Continuar trabajando cada día. Una de las peores cosas que le puede suceder a un hombre es dejarse abatir por la edad, asumir que debe aceptar retirarse con tranquilidad y serenidad. En Italia decimos andare in pensione. Es lo peor que puede suceder, salir de la vida.
–Se lo ve muy preocupado por el medio ambiente y habla de “apocalipsis inconsciente”.
–Estamos ahí. El poder, a través de la desinformación, de sus propios espectáculos, periódicos, manifestaciones, aturde a la gente para que no piense y no se preocupe con lo que está sucediendo. Actúa como si estuviéramos en una nave a la deriva, el capitán sale de vez en cuando y dice sonriente “no pasa nada, éste es el mejor de los mundos”. Es como el Cándido de Voltaire, pero mientras nos encontramos mujeres maltratadas, niños muertos, obreros que caen en el tajo y el planeta agonizando.
–¿Hay solución?
–Todo pasa por la toma de conciencia y luchar porque la gente sepa. Y siempre creí que el mejor modo de informar a la gente es envolviéndolos con el humor, con la risa. Hay que reírse de uno mismo, comprender que uno es un imbécil que se deja manipular por quien dirige y manda.
–¿Se reiría también el poder de sí mismo?
–No, el poder no sabe reírse. El otro día me dijeron: “El hombre serio es aquel que no sabe reír”; es el que no tiene sentido del humor, no comprende las ironías, las ocurrencias, los chistes, lo grotesco. No se es serio porque se sea honesto.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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