Sáb 25.06.2011
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CHICOS › MARIANA BAGGIO PRESENTARá BARCOS Y MARIPOSAS 3, HOY A LAS 16, EN EL ND ATENEO

“Esta música apunta a otra sensibilidad”

La cantante asegura que lo que más le gusta de su trabajo es que le permite “jugar desde un lugar inteligente, creativo”. El álbum es un recorrido por diversos ritmos y colores musicales, desde un swing hasta un tango, pasando por candombe y chacarera.

› Por Sebastián Ackerman

Por la casa de Mariana Baggio, en Palermo, hay afiches que anuncian su próximo recital, en los que está acompañada por los músicos de su banda. “Se me estruja un poco la panza”, confiesa a Página/12 las sensaciones que le produce verse allí. “Es ridículo, pero es así. Es otro que es uno... pero está bueno”, admite. En su estudio, dos teclados flanquean al piano, en un rincón se acumulan los cajones peruanos, al lado descansan diversos tipos de tambores, contra la pared se apoyan dos guitarras criollas y en la ventana esperan varias flautas dulces. “Nos divertimos y jugamos mientras tocamos. La grabación también es así y no se me ocurre otra manera de que sea”, asegura Baggio. “Lo que me gusta de la música es que te permite jugar desde un lugar inteligente, creativo. Es un juego, y son las temáticas de los chicos. A los 4 años quieren ser fuertes, quieren correr, quieren transformarse, y está bueno tomar esa energía”, cuenta sobre lo que espera de la presentación de su tercer disco, Barcos y mariposas 3, hoy a las 16, en el ND Ateneo (Paraguay 918).

La presentación del disco será un típico recital, con la banda en vivo (“Una formación fija de acordeón, batería, bajo, guitarra, coros y yo, que canto”, repasa), invitados que participaron en el disco y “cierta intervención del público pero desde lo musical, invitaciones a hacer pequeñitas cosas que colaboran a la música. Básicamente es un recital para chicos”, adelanta Baggio, que se divierte con lo que hace, lo disfruta. Casi como si fuera una niña. “Me parece importante para componer para chicos estar embebido en su mundo, porque una ya no es chica”, dice, y señala que para componer las canciones retoma “los juegos y las temáticas” de ese mundo lúdico. “En un punto hay que sumergirse en sus temáticas desde las letras, desde lo juguetón de la música, pero no hay ninguna diferencia en cuanto a la calidad musical”, compara. “Es fundamental que sea muy cuidada. Si compusiera para adultos cambiaría las letras, pero los arreglos serían los mismos, trabajaría de la misma manera”, afirma convencida.

Baggio estudió en la Escuela de Música Popular de Avellaneda la carrera de jazz, flauta traversa, piano y composición. “Picoteé por muchos lados, y hasta un momento tenía una angustia muy grande: estudié flauta pero no soy flautista, estudié piano pero no soy pianista, estudié composición pero no soy compositora. Todo era no, no soy, porque ninguna de esas líneas tan lineales me convocaba”, confiesa. “Podría hacer una buena carrera de flautista, pero no me llena. Y en este trabajo pude sintetizar cada una de esas partes y encontrar algo que siento que es propio, que vale la pena, que me hace feliz y que a otros les gusta. Y eso está bueno”, resalta. Es en este terreno, el lúdico mundo infantil, en el que se siente libre. “A veces la vida te va llevando, porque cuando yo dejé de ser chica daba clases de flauta a chicos, entonces nunca dejé ese mundo. Esa impronta de alegría que quedó, quedó para siempre, y me dan ganas de aportar a eso”, explica.

Ese gusto por la música para niños tiene que ver con su historia personal. “Desde muy chiquita hago música. Me acuerdo de que en sala de 5 empecé a estudiar flauta dulce, ahí empezó todo. Era mi máxima felicidad hacer música”, define. “Disfruté mucho la música de chiquita, y creo que eso hace que me guste hacer música para chicos. Me acuerdo de estar con mi papá escuchando la Novena Sinfonía, reemocionada entre el Edipo y Beethoven”, ríe y repasa: Ruidos y Ruiditos, Promúsica de Rosario, María Elena Walsh, Luis Pescetti. “Uno está dando una alternativa. Es una gotita en el océano, pero está bueno que exista”, desafía, y agrega que estos trabajos les aportan a los chicos “una sensibilidad diferente, una opción a la invasión terrible de los medios electrónicos”. “Tiene un tiempo diferente, un volumen diferente, una calidad diferente. Creo mucho en esa impronta que dejan las cosas, y lo digo desde lo que a mí me marcó y lo que veo que pasa. Creo que nuestra arma es apuntar a esa otra sensibilidad.”

Este tercer disco es un recorrido por diversos ritmos, estilos, arreglos y colores musicales, desde un swing hasta un tango, pasando por candombe y chacarera, por ejemplo, con una sonoridad luminosa y limpia. “Buscamos la mayor variedad de timbres, de rítmicas posibles, porque es enriquecedor”, explica. “Cuando hacemos los discos, vamos de tema en tema eligiendo los instrumentos y arreglos que nos gusta trabajar en ese momento. Son lujos que nos dimos, y los chicos tienen la posibilidad de escuchar cosas bien distintas”, apuesta sobre su nuevo material, y promete más Barcos y mariposas. La elección del título tiene una justificación: hace diez años, cuando Baggio editó su álbum debut, fue el resultado de sus viajes por Uruguay, Chile, Brasil, Colombia, Venezuela, Cuba y México junto a su marido, explorando las diferentes sonoridades de cada país. “Viajábamos mucho y los viajes eran muy musicales, tratando de acercarse y conocer desde las fuentes. Y muchos de esos viajes eran en barco”, recuerda. Y las mariposas... simplemente le gustan. Eso son sus discos: un viaje musical por cada rincón del país y del continente, retomando los paisajes, las historias y las personas de cada lugar. Sin embargo, asegura que este último trabajo tiene más de lo que “tenían ganas de tocar” en este momento, de trabajar sobre los arreglos, que de mapeo musical continental.

En estos años en los que repartió su vida entre las clases de música, los discos y los recitales, Baggio también fue mamá, por duplicado. ¿Cambió algo a partir de eso? “En realidad no, pero es interesante ver qué pasa en casa. No es fácil ser una mamá que trabaja para chicos. Lo compruebo día a día”, bromea. “Por un lado, mi hija ama la música y la disfruta, pero también tiene una lucha por diferenciarse todo el tiempo: en vivo tocan la mamá y el papá”, aclara. Y cuenta que en un recital, en un momento de silencio, su hija gritó: “Mamá, ¿por qué amarillas las mariposas? ¡Violeta es mucho más lindo!”. “Me puse colorada como un tomate, con Lucía gritando desaforada... ¡Hay que estar con todos sus amigos mirando a sus papás, siendo una más entre todos! De alguna manera, todos tenían que saber que ella era mi hija...”

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