CHICOS › LOS CANTAYASOS Y ADELA PIDE TRES DESEOS EN LAS TARDES DE LOS 36 BILLARES
La idea fue adaptar un formato de otro horario y para otra franja etaria, y salió bien: la “merienda concert” del bar porteño recupera las canciones de las obras de Hugo Midón y propone risas en base a humor absurdo y juegos.
› Por Sebastián Ackerman
El proyecto comenzó tratando de proponer algo diferente en una grilla recargada de ofertas, y surgió la idea de adaptar un formato ya conocido a un público para el que no se había pensado: el bar Los 36 Billares lleva adelante un ciclo de “merienda concert” con dos espectáculos para toda la familia, Los Cantayasos, un cuarteto de actores clowns que recorre las canciones de Midón-Gianni, y Adela pide tres deseos, del grupo Contaca. “Es lindo merendar para los chicos”, coinciden Denisse Cottón y Mariela Kantor, dos cantayasas, y Mariano González, director de Adela..., ante Página/12. “Me acuerdo mucho de la merienda de mi mamá, y cuando sea mamá me gustaría mucho merendar con mis hijos”, cuenta Cottón. “Me encanta el plan merendar. Puede ser un poco del alma de gorda que tengo, pero es muy de los chicos. ¡Merienda es una palabra del colegio!”, dice, y todos en la mesa ríen.
Ambas obras recuperan los propios recuerdos infantiles de sus intérpretes: tanto las canciones de las obras de Hugo Midón creadas por Carlos Gianni como las celebraciones de cumpleaños propias o familiares son recuerdos imborrables en sus historias. “Revivimos esas canciones que todos conocemos, que nuestros papás nos cantaban de chiquitos. Y las recorremos en clave de humor, en lenguaje clownesco; con poco texto decimos mucho”, apuesta Cottón sobre lo que ofrecen Los Cantayasos. La obra está articulada como un viaje en el que cualquier cosa es una excusa para jugar. “Pero no es un cuento tradicional con principio, conflicto, desarrollo”, advierte. “Todo lo que sucede son excusas para el juego. Se explota a full cada situación cotidiana, chiquitita, pero no por eso menos importante, porque de hecho la vida es eso, y de ahí salen los juegos. Por ahí nos fuimos de viaje, pero no van a venir a ver la historia de Los Cantayasos”, señala.
Por su parte, González explica que el trabajo del grupo Contaca es casi autobiográfico: “Laburamos sobre el imaginario de las celebraciones de los cumpleaños en relación a nuestras propias experiencias, de chicos y de grandes. Son esos momentos que cuando uno es chiquito son enormes y tremendos y generan un montón miedos y expectativas: de recibir regalos, a que no venga nadie...”, adelanta. Y asegura que la apuesta era trabajar con la infancia porque es un mundo “muy potente”, que ofrece infinidad de situaciones para desarrollar un hecho artístico, porque es un imaginario “enorme, muy estallado, muy absurdo y divertido, donde la teatralidad está a flor de piel”. “Es una cosa muy juguetona, muy divertida, poco solemne. Hay una manera diferente de relacionarse con el juego, con la imaginación. Hay otra forma de vincularse con este mundo”, analiza.
El humor está presente en el mundo infantil, espacio lúdico en el que la diversión organiza las relaciones. Y eso es lo que, cada una a su modo, retoman. Kantor asegura que trabajan con “un humor absurdo, que no hace diferencias a la hora de mirar: puede ser un nene de dos años, de diez, un pibe de dieciséis o un adulto. El código clownesco no tiene edad”, se entusiasma, y compara las diferentes formas de “ser espectador” de chicos y grandes: “Los adultos estamos más socializados, pero si al pibe no le gusta, escuchás que dicen que no les gusta. Por eso el trabajo que hacemos es muy preciso. El humor tiene un timing exacto: contar un chiste a destiempo no tiene gracia”, afirma. Y González recupera el hecho festivo como terreno de equívocos, donde “aparecen involucrados los padres, como llevarlo un día después o comprar un regalo de nena para un nene...”. “Son cosas que nos han pasado a todos. Los padres aparecen todo el tiempo, porque son los que llegan tarde, se confunden en los regalos y terminan riéndose porque se sienten identificados con esas cosas”, sostiene.
Todos trabajan además en proyectos para grandes, pero la elección de actuar para los más chiquitos la toman porque hay “algo especial” en ese público que no tienen otros. “Para los pibes, es algo significativo poder acercarse y participar, ese contacto con el actor que está ahí”, rescata González. Y Kantor continúa: “Es muy difícil de explicar. Hemos trabajado para adultos, pero hacerlo para pibes tiene algo muy rico que sólo los que trabajamos con chicos sabemos lo que es. Los chicos instintivamente juegan; a muchos adultos les cuesta jugar. Y nosotros jugamos sobre el escenario y también en nuestra vida cotidiana”. Cottón cree que “cuando vas creciendo te vas acartonando”. “El nene no se fija cómo queda bien estar. Es y punto.” Además, piensa que son los mejores actores que hay porque “son los que mejor juegan: agarran una birome y es una nave espacial que se va a la Luna. No es una birome. Llevan el juego hasta el fondo. Eso es lo que habilitan: permiten llevar el juego hasta lo último”.
* Adela pide tres deseos se presenta los sábados 16, 23 y 30; miércoles 20 y 27 y viernes 22 y 29, y Los Cantayasos, los martes 19 y 26; jueves 21 y 28 y domingos 17 y 24, en Los 36 Billares (Av. de Mayo 1265). Más info en www.los36billares.com.ar.
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