CHICOS › MAÑANA COMIENZA LA CUARTA EDICION DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE TITERES AL SUR
Aunque el encuentro bianual organizado por el Grupo de Teatro Catalinas Sur es de artistas profesionales y no está concebido desde lo estético como una propuesta de teatro comunitario, busca llegar a lugares donde el arte por lo general no tiene espacio.
› Por Paula Sabatés
No hay cenizas volcánicas que puedan detener a los titiriteros. Eso quedará demostrado cuando, desde mañana, integrantes de 22 elencos de títeres de todo el mundo lleguen al sur de la ciudad de Buenos Aires para participar de la cuarta edición del Festival Internacional de Títeres al Sur, organizado por el Grupo de Teatro Catalinas Sur. Hasta el 30 de este mes, y convertido una vez más en una alternativa a los tradicionales paseos de vacaciones de invierno, el ya reconocido encuentro de titiriteros presentará espectáculos de Rusia, Italia, España, Kenia, Irán, México, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y la Argentina. “Lo particular de esta edición es que hay muñecos de cuatro continentes, lo que nos obliga a que en la siguiente haya de los cinco, para lo que tendremos que incorporar a Oceanía, que ahora quedó afuera. Para la sexta, habrá que traer títeres de la Luna”, bromea Gonzalo Guevara, parte de la coordinación artística y ejecutiva del festival y miembro de la compañía de títeres de Catalinas. Y es que, en realidad, todo nació medio en broma y medio en serio: “Siempre decimos que como los grupos de Catalinas están formados por quince personas como mínimo, nadie nos invitaba a un festival y por eso decidimos hacer uno propio, para poder participar”, dice Guevara.
El festival, que es el más importante de la Argentina en su disciplina, está a tono con la propuesta integral de Catalinas Sur: si bien es un encuentro de artistas profesionales y no está concebido desde lo estético como una propuesta de teatro comunitario –rasgo que caracteriza a la compañía–, se trata de una iniciativa de carácter inclusivo y diferencial que busca llegar a lugares donde el arte por lo general no tiene espacio. Así, más del 60 por ciento de las funciones serán con entrada libre y gratuita (todos los elencos ofrecerán por lo menos una función sin costo) y todas tendrán lugar en el sur de la ciudad, según los organizadores, “la parte más postergada de la Capital, donde no hay cines y prácticamente tampoco teatros”. Como consecuencia, las sedes donde se desarrollará el festival son espacios no convencionales para el teatro y los títeres: comedores comunitarios, bibliotecas populares y galpones. “Nuestro espíritu es llegar adonde no llega nada, pero siempre cuidando la calidad de los espectáculos. Queremos demostrar que no sólo los que tienen mucho dinero pueden acceder al arte de calidad, dar a entender que la cultura es un derecho humano”, asegura Verónica Saban, también organizadora y miembro de la compañía teatral de La Boca y Barracas.
El festival arrancará mañana a las 13.30 en la Plaza de los Bomberos, con un gran desfile de apertura que tiene como bandera la idea de tomar el espacio público, “porque la mejor manera de que haya seguridad es con mucha gente en la calle haciendo cosas”. Los vecinos de los barrios están invitados a participar con sus propios muñecos en la presentación de la murga Los Descontrolados de Barracas y del concierto de la Orquesta Atípica Catalinas Sur. Eso será hasta que a las 17 se inauguren oficialmente las funciones, con la presentación de los misioneros Kossa Nostra, uno de los elencos nacionales más esperados. “Todo el tiempo coexistirán estos dos ejes: el artístico, que está representado por la calidad de los espectáculos, y el ideológico, que se manifiesta a través de las actividades comunitarias, sin las cuales no se sostendría el festival”, asegura Guevara.
La mayoría de las compañías participará del encuentro por primera vez. Marcelo Pablo Fernández, titiritero del elenco Los Bufones, es parte de una de ellas. Este porteño radicado en Córdoba –que presentará en Catalinas dos espectáculos distintos de boca y varilla– sostiene que está muy entusiasmado con su participación porque este “es el encuentro internacional más importante de todos y porque es para la gente”. Asegura que la calidad humana en este tipo de organizaciones artísticas es fundamental y que “el teatro de títeres se completa con el público y viceversa, por lo que un funcionamiento como éste es el más atinado con la movida de los titiriteros”. Por otro lado, Fernan Cardama “El cartero” –como lo indica el nombre de su compañía–, ya participó de las dos últimas ediciones del festival (se hace cada dos años) y dice que decidió volver a presentarse porque Títeres al Sur es una vidriera para mostrarle al mundo la disciplina, “una de las que no pudo recuperar los espacios que tenía y que perdió con la crisis de 2001”. El solista abordará una propuesta que mezcla actuación con teatro de objetos y que cuenta historias solamente con zapatos (hará una versión de Caperucita Roja con suelas que, con una lectura entre líneas, es un homenaje a las Madres de Plaza de Mayo).
“Un requisito fundamental es que sean elencos permeables, que puedan actuar en un teatro, en un comedor y en una villa, y adaptarse a la dinámica del festival”, cuenta Guevara. Pero más allá del espíritu social, la diversidad también fue clave a la hora de seleccionar a las compañías participantes de entre las 1200 que se postularon. Así, este año habrá propuestas de técnicas variadas, como marionetas, títeres de guante, de mesa, de varilla, animación con plastilina y muñecos gigantes. También, dos ciclos: funciones para todo público por la tarde, y varietés y espectáculos para adultos por las noches (este último sólo funcionará en El Galpón de Catalinas). “Armamos este ciclo para que la gente entienda que el universo de los títeres no es solamente para niños, sino que hay espectáculos de calidad estética, artística y dramática también para grandes”, sostiene Saban. Pero Fernández objeta: “Mi espectáculo, al igual que todos los del festival, ayuda a que el que va a verlo encuentre a su niño interior”.
“Este festival es necesario –según Cardama– porque la adhesión a los títeres en la Argentina es tan fuerte que la mayoría de los titiriteros extranjeros aprendió el oficio por algún artista local durante el exilio, y éste era el único país donde paradójicamente no había una celebración de esta magnitud.” Y por eso los que lo hacen están decididos a romper los esquemas y dejar una marca en la forma de transmitir la cultura. “Nos importa crecer. No a lo loco, pero sí a conciencia”, sintetiza Saban.
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