Domingo, 24 de julio de 2011 | Hoy
CHICOS › FIESTA DE DISFRACES, SE CANTA EN SAPOLANDIA Y LA DISPUTA POR EL FAMOSO PEPE
Por Karina Micheletto
Los papis y las mamis se saben de memoria el hit anuro de Pepe. Si están más o menos atentos al chismerío infantil, saben también que una terrible disputa acaeció entre Adriana, la señora que lo popularizó, y Candela, la creadora del tema, que le reclamó los derechos de su autoría. Tras el juicio y el arreglo económico que mediaron, el salomónico presente infantil trae ahora a Adriana con su Fiesta de disfraces, por un lado, y a Pepe con sus nuevas amigas, Las Pepas (¡oh!), unas cuadras más allá.
El Pepe independizado es un bicharraco que luce como mal operado, condenado a una eterna sonrisa vacía. Ni siquiera puede cerrar los ojos el pobre, al punto de que cuando llega la hora de dormir, ¡le ponen anteojeras de tela! Antes lo acompañaba Pipo Pescador; ahora, ni eso. Sólo quedaron Las Pepas, suerte de mellizas Xipolitakis para kinder. El espectáculo se hace laaargo para los papis y las mamis, el volumen está muy aaalto, Las Pepas cantan muuucho (y claro, no lo van a hacer cantar a Pepe, que tampoco puede abrir la boca), y lo hacen, no digamos mal, digamos “en su estilo”. Y cuando ya parece que no queda más jugo para sacarle al sapo que se llama Pepe... ¡Llega su versión en inglés! I have a fro-og and his name is Pepe...
Adriana, por su parte, muestra una inversión más concreta en escenario, vestuario y muñecotes. Viene con una familia animal completa que incluye al perro, el gato, el chancho y sus papás, el loro, y tantos más cuyos nombres los chicos se saben de algún lado. Y también está Pepe, que al parecer sí puede ser nombrado, mientras no le canten la canción. Adriana es cálida, pegadiza y esquemática, una maestra jardinera de las de antes. El estilo es bien arriba todo el tiempo, el volumen también alto, pero nada que los papis y las mamis no hayan soportado alguna vez. Y es tierno verla actuar con su papá, que trae su tecladito, como en el video, y con la que nos enteramos que es su hija, Julia, una encantadora bailarina adolescente, que también canta muy bien.
Uno a uno, los animalitos van mostrando su canción. Cuando llega el esperado cuadro anuro, ya hacia el final, sube la tensión en la platea y en el pullman. ¿Cómo se resolverá el enigma batracio? ¿Habrá denuncia de censura? “El sapo ¡es de los chicos!”, desliza Adriana el guiño a los progenitores. Y anuncia que va a hacer una nueva canción que ojalá les guste: ¡Poing, poing, canta conmigo! ¡Poing, poing, salta conmigo! De vuelta a casa, Elisa, de dos años y medio, aporta una reflexión final: “Mami... ¡la cantó mal a la del sapo!”.
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