CHICOS › EL TANGO ES PURO CUENTO AHORA ES LIBRO Y CD
› Por Karina Micheletto
“Se me dirá que nada de esto será comprendido por los alumnos de tercer grado. Es posible. Tal vez la niñez ya esté totalmente en manos de los fabricantes de consolas y videojuegos. En este caso, estos tangos de hadas podrán llegar a aquellos que, como Peter Pan, han resuelto seguir jugando en secreto”, advierte Alejandro Dolina en el prólogo de El tango es puro cuento, esta obra de reciente edición. Primero fue un espectáculo ideado por el cantante Guillermo Fernández y el dúo Demoliendo Tangos, integrado por Luis Longhi y Federico Mizrahi. Ahora es un libro editado por el Centro Cultural de la Cooperación, con bellísimas ilustraciones de artistas como Tute, Max Aguirre, Pablo Bernasconi y Alfredo Sábat. Por si fuera poco, el libro viene acompañado por un CD en el que participan, además de los autores, invitados como Pedro Aznar, Kevin Johansen, Teresa Parodi y Sandra Mihanovich.
No es exactamente “tango para chicos”: parecen más bien historias a partir de recuerdos de chico, de la casa, la escuela o el barrio, contadas para un receptor sin distinción de edad. Está la nostalgia, esa materia fundante del género; están la soledad, el abandono, el amor no correspondido, esos tópicos tangueros. Pero aparecen mezclados con convenientes dosis de fantasía y humor, tierno o ácido, según los casos. Las imágenes son contundentes, como las que dibuja “Yo y mi solitaria”: “Solo, me quedé solo, se fueron todos, desesperadamente abandonado. Solo, menospreciadamente solo, en esta soledad fatal, esta locura de estar, solo. / Solo, me quedé solo, sin un pan duro, se fueron todos al laburo (...) Si yo pudiera cocinar, una tortilla o milanesa, un asadito, un choripán, unos ravioles bolognesa...”, añora el protagonista, que corre a atender el delivery acompañado por su lombriz solitaria.
Los textos se convierten en historieta por momentos, y otros pasajes, como los de “Pan”, siguen más volados: “Soy un pedazo de pan viejo en la boca de un conejo. Despacito, despacito, me devora sin piedad. Todo verde, lleno de hongos, culpa de una solterona, que me expuso una semana a un rincón con humedad. / Perverso roedor ignorante, con destino de buseca, cómo no entendés mi queja, razonable, elemental. Mi deseo era una mesa, ser tostada o milanesa, pero nunca bocanada de un mamífero brutal”. La poética tanguera sigue abierta a una cuota de delirio en temas como “Gente rara los artistas”, “Crema del cielo”, “Fábula de la rata voladora y el enano de cartón”. Vale prestárselo a los chicos.
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