Algo muy raro está ocurriendo los domingos, ya casi sobre el mediodía, en el barrio del Abasto. Allí se agolpa una multitud de chicos que va formando una cola zigzagueante, y que contagia el entusiasmo de la edad. Algunos grandes llegan solos, otros para averiguar sobre las entradas para próximas funciones, porque saben que se agotan. No es en el shopping donde se verifica esta muestra de masividad, sino a un par de cuadras de allí, en el Centro Cultural Konex. Y lo que convoca a la multitud, y contagia el entusiasmo, es el ballet. Una versión para niños del Cascanueces de Tchaikovsky, adaptada como El Cascanueces y Las Princesas Encantadas, se vuelve a reponer dentro del ciclo Vamos a la música, con funciones hasta julio, a cargo del Ballet Metropolitano de Buenos Aires y protagonizado por primeros bailarines del Colón y el Argentino de La Plata.

La historia es la del clásico: es Navidad, y Clarita recibe como regalo un muñeco Cascanueces. Esa noche, en su sueño –¿será todo sólo un sueño?– vive con él aventuras mágicas: enfrentan al Rey de los Ratones (y a unos encantadores ratoncitos que promedian los 7 años), atraviesan el Reino de las Nieves (donde bailan princesas, caballeros y pequeños “Duendes Traviesos”), viajan al País de las Golosinas, donde vive el Hada Confite. En esta versión no hay grandes batallas, o más bien las hay de otro tipo: los soldados y los ratones, por ejemplo, compiten con danzas de hip-hop y breakdance. Y en la gran fiesta final bailan el Gato con Botas, La Princesa China y el Mandarín, Aladino y Jazmín, La Cenicienta, La Bella Durmiente, Blancanieves y los siete enanitos. Un mago, además (con paloma y todo) presenta antes las historias, poniendo en contexto cada cuadro. El elenco de primeras figuras incluye al primer bailarín del Colón Federico Fernández, la primera bailarina del Argentino de La Plata Julieta Paul y al bailarín del Colón Leonardo Reale.

El ciclo Vamos a la música de la Fundación Konex se viene presentando desde hace 22 años, con diferentes producciones. Desde 1991 ha convocado a más de 300 mil pequeños y grandes espectadores al ballet, la ópera, la orquesta, el tango y la comedia. Y es parte de su tradición guardar una página del programa en blanco, para los chicos que a la salida quieran pedir autógrafos a los bailarines. Ya en la vereda, Eva muestra la valiosa cosecha: le fue a pedir su firma a los que, según ella, mejor bailaron. Se sabe el Cascanueces de memoria, porque tiene el video en la casa. Está por cumplir 7 y va a aprender danza clásica y folklore. Y a lo mejor, por qué no, algún día quizá sea ella la que salga a firmar al final de la función.