CHICOS › EL PROYECTO LINTERNA MAGICA, EN CIUDAD CULTURAL KONEX
› Por María Daniela Yaccar
Linterna Mágica es una manera distinta de aprender a mirar o una manera de aprender a mirar distinto. Esta propuesta nacida en Suiza a principios de los ’90, que comenzó a funcionar en Buenos Aires en 2008, consiste en un cine exclusivo para niños de entre 6 y 12 años. Es tanto un club como una escuela de formación de espectadores con un objetivo principal: “La generación de un deseo vinculado al espectáculo”, resume Ilan Brandenburg, uno de los coordinadores de la iniciativa. Las funciones son mensuales en Ciudad Cultural Konex. Mañana se proyectará El circo, de Charles Chaplin. Teatro, música y una revista completan el combo que propone la Linterna, al que se puede acceder a partir de una membresía anual de 220 pesos.
¿Por qué es útil que los chicos se formen como espectadores?, pregunta Página/12 a Branderburg. “La Linterna es un fin en sí mismo: que los chicos experimenten a partir de sus emociones. También los formamos para que en el futuro tengan un hábito, pero eso es nada más que probable”, explica el productor artístico con experiencia en proyectos educativos. Son, justamente, las emociones que despiertan las películas en los niños las que guían la experiencia. Los conceptos teóricos e históricos de los films no son lo central, pero no se excluyen: se repasan tanto en la revista que los niños reciben en sus casas todos los meses –que les anticipa lo que verán– como en una obra teatral previa a la proyección.
“Invitamos a los chicos a introducirse en otra dinámica de observación, que no tiene que ver con la velocidad de los videojuegos o con la batalla publicitaria del cine comercial”, continúa Branderburg. “Escuchamos historias de chicos que bajaron sus niveles de ansiedad o de violencia a partir de su participación en el ciclo, así como también anécdotas de que se quedan mirando películas”, cuenta. Solos: así es como ellos viven esta experiencia. No pueden ingresar con sus papás. El encuentro es entre ellos, que intercambian opiniones y sensaciones, y con la gran pantalla. “Un espacio autónomo potencia nuestro objetivo”, recalca el coordinador.
Como las emociones son el componente crucial de los encuentros, son las que estructuran la programación del ciclo, armada por psicopedagogos y cineastas suizos (el proyecto es internacional funciona en varios países de Europa y de Africa). En lo que va del año, se trabajaron películas que hacen reír (cortos de Buster Keaton, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, de Robert Zemeckis, y El pequeño Nicolás, de Laurent Tirard). La de Chaplin abre un nuevo módulo, el de las películas que hacen llorar. Como se trata de un film mudo, sonará una orquesta en vivo que tocará temas especialmente preparados para el público bajito local. A esta función se puede asistir gratis: la Linterna ofrece una entrada de prueba, que debe ser retirada a las 14. Y quienes se inscriban a partir del lunes abonarán la mitad de la membresía, porque sólo disfrutarán de la mitad del ciclo.
Declarada de interés cultural por el Ministerio de Cultura porteño, la Linterna tiene otra arista social más explícita. Desde 2010 el club incluye un programa de becas a través de la organización Arte en Red, para niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad. Además, ofrece la posibilidad de inscribirse como “socio solidario”, que consiste en la adquisición de dos membresías por 350 pesos. La segunda se le otorga a un niño que no podría asistir al ciclo de otro modo. Por otro lado, los impulsores de esta propuesta trabajan en la creación de cines en poblaciones rurales del interior, en conjunto con el Ministerio de De-sarrollo de la Nación.
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